Seúl, Corea del Sur (CNN) – Choi Jung-hun sonrió mientras leía las últimas cifras oficiales de covid-19 de los medios estatales de Corea del Norte: menos de 5 millones de casos de “fiebre” y solo 73 muertes, una fracción del número de muertos respecto a todos los demás países del mundo.
“Los norcoreanos las llaman estadísticas de banda elástica”, dijo, en un guiño a la flexibilidad de Pyongyang con la verdad. “Es difícil incluso para Corea del Norte conocer sus propios números”.
Habla con cierta autoridad. Choi fue médico durante más de 10 años en Corea del Norte, especializándose en enfermedades infecciosas antes de huir de su país de origen en 2011.
Puede recordar el brote de SARS de 2002-2004, cuando dice que cientos de personas en la ciudad nororiental de Chongjin , donde trabajaba, comenzaron a morir después de reportar “síntomas de resfriado o gripe”.
Los médicos como Choi solo podían sospechar en privado que el SARS era el culpable. Corea del Norte no tenía la capacidad de realizar pruebas para detectar la enfermedad, por lo que oficialmente registró cero infecciones. Su vecina China reportó más de 5.000 casos y cientos de muertes.
Choi también puede recordar haber lidiado con un brote de sarampión en todo el país en 2006, armado solo con un termómetro; y una pandemia de influenza de 2009 en la que incluso “murieron más personas que durante el SARS”, una situación que empeoró por una escasez aguda de medicamentos.
En epidemias anteriores, explica Choi, nunca hubo un incentivo para que los funcionarios locales viajaran de casa en casa para contar los casos con precisión: no tenían máscaras ni guantes y pensaron que el régimen manipularía las estadísticas para satisfacer sus necesidades.
Da por sentado que poco ha cambiado desde que se fue y que la historia, si no se repite exactamente, al menos es parecida.
¿Qué esconde Corea del Norte?
Al igual que con los brotes anteriores de enfermedades en Corea del Norte, una de las mayores preocupaciones en torno al brote de covid en el país es que la inclinación de Pyongyang por el secreto hace que sea difícil medir con precisión su gravedad.
Las ONG internacionales y la mayoría de las embajadas extranjeras hace tiempo que abandonaron el país y las fronteras herméticamente selladas significan que el acceso es imposible, lo que hace que los relatos de desertores como Choi sean aún más importantes.
Muchos se sorprendieron por la decisión de Pyongyang en mayo de admitir que estaba lidiando con un brote, incluso si la precisión de sus declaraciones desde entonces ha enfrentado escepticismo. Al principio, el líder Kim Jong Un había descrito el brote como la “mayor agitación” que jamás haya ocurrido en el país. Dos meses y millones de casos sospechosos más tarde, reclamó un “éxito brillante” en detener la enfermedad en seco.
El increíblemente bajo número oficial de muertos que el país ha informado inevitablemente genera sospechas de que Pyongyang está tratando de ocultar un problema mayor.
“Tengo algunas preguntas”, dijo intencionadamente la semana pasada el ministro de Unificación de Corea del Sur, Kwon Young-se, y señaló que la historia que difunden los medios de comunicación estatales del Norte contrasta marcadamente con la experiencia del resto del mundo.
¿Hay nuevas variantes de covid o es cólera?
Inicialmente, el mayor temor era que un brote en una población desnutrida y no vacunada con un sistema de salud primitivo sería catastrófico.
Tomás Ojea Quintana, relator especial de la ONU para los derechos humanos en Corea del Norte, dijo que conocer la magnitud del brote es imposible en este momento, aunque había escuchado informes no confirmados de muertes entre ancianos y niños desnutridos.
“Al menos en mi posición, no puedo contrastar este miedo que teníamos a principios de 2020 sobre las consecuencias catastróficas del covid (en Corea del Norte) y su situación actual”, dijo Ojea Quintana.
También existe el temor de que puedan surgir nuevas variantes, posiblemente más virulentas, de la transmisión descontrolada a través de la población de Corea del Norte de aproximadamente 25 millones.
El Dr. Kee B. Park, un neurocirujano estadounidense que hasta que comenzó la pandemia había estado visitando Corea del Norte dos veces al año para trabajar junto a sus homólogos norcoreanos, capacitándolos y realizando cirugías, dijo que el país parecía no estar dispuesto a compartir información y que esto “no era bueno para ellos (y) no es bueno para el resto del mundo”.
“Tenemos que compartir información sobre cualquier tipo de cambios nuevos en las características del virus, por ejemplo, mutaciones, ¿verdad?”, dijo.
“Debemos ser conscientes del hecho de que una alta replicación puede conducir a nuevas variantes. La única forma de detectar eso es compartir información entre nosotros”, agrego Park.
En junio, Corea del Norte dijo que estaba experimentando un brote de una enfermedad intestinal no identificada en la provincia de Hwanghae del Sur, a unos 120 kilómetros al sur de la capital, Pyongyang.
Como mínimo, el anuncio demostró la vulnerabilidad del país a los brotes de enfermedades y su falta de medicamentos.
Park cree que Corea del Norte probablemente esté lidiando con un brote de fiebre tifoidea o cólera.
“En algún lugar como Corea del Norte, se pueden esperar altas tasas de enfermedades infecciosas. De hecho, para los niños menores de 5 años, las enfermedades diarréicas son la principal causa de muerte”.
¿Hay un rayo de esperanza?
Un rayo de esperanza para Park fue la capacidad del país para vacunar a su población rápidamente, demostrada durante su programa nacional de inoculación para el brote de sarampión de 2006.
“En el primer ciclo, tenían un promedio de un millón de inyecciones por día, luego en el segundo ciclo, más tarde en 2007, tenían un promedio de más de 3 millones de vacunas por día”, dijo Park.
“Si todas las condiciones son las adecuadas, en base a esos números, pueden vacunar a toda la población al menos para la primera dosis en ocho días”, dijo Park.
Pero cualquier optimismo se ve atenuado por la reticencia de un país al que a veces se hace referencia como “la nación ermitaña” a aceptar ayuda externa.
“Están socializados por la escasez”, dijo Park. “Luchaban para suministrar a los hospitales algunas de las cosas que damos por sentadas”, recordó sobre su tiempo trabajando en el país, y dijo que los cirujanos reutilizaban equipos como bisturíes hasta que se desafilaban e inutilizaban.
Las ofertas de ayuda de las Naciones Unidas, Estados Unidos, Corea del Sur y otros han sido ignoradas.
Sin embargo, alguna ayuda ha llegado al país desde China. Los datos de aduanas muestran que, de enero a abril, Corea del Norte importó más de 10 millones de mascarillas, 1.000 ventiladores y más de 2.000 kilogramos de vacunas no especificadas.
La alianza mundial de vacunas Gavi dijo el mes pasado que sabía que Corea del Norte había aceptado las vacunas contra el covid de China y había comenzado a administrar dosis.
Un portavoz de Gavi le dijo a CNN que Corea del Norte “todavía no había presentado una solicitud formal a COVAX para recibir apoyo para la vacuna, pero seguimos listos para ayudar si lo hacen”.
El aislamiento de los enfermos de covid en el país se destacó por los recientes intentos de un grupo activista de desertores de enviar medicamentos a través de la zona desmilitarizada, la frontera de facto entre Corea del Norte y Corea del Sur.
Los Combatientes por la Libertad de Corea del Norte dijeron que habían enviado grandes globos con suministros médicos como Tylenol y vitamina C a través de la frontera en junio, así como algunos con folletos contra el régimen a finales de abril.
Estos vuelos en globo están en contra de la ley de Corea del Sur y han sido desaconsejados. El ministro de Unificación, Kwon, dijo a los periodistas que comprende “los sentimientos de tales organizaciones, pero creo que deberían abstenerse”.
Inanición y una segunda ‘marcha ardua’
Mientras tanto, la enfermedad, ya sea Covid o cualquier otra cosa, puede no ser el mayor problema que enfrentan los norcoreanos.
Una desertora, de 44 años, que vive en Corea del Sur, dijo que su familia en el Norte se había puesto en contacto con ella poco después de que se informara sobre el brote. Cuando se trataba de covid, su familia en Corea del Norte estaba más preocupada por ella, un reflejo de la considerable destreza propagandística de Pyongyang.
“Dijeron que [la televisión de Corea del Norte había] informado que muchas personas en Corea del Sur estaban muriendo de covid, por lo que estaban preocupados por mí”, dijo. “No estaban muy preocupados por el virus”.
Sin embargo, lo que más preocupaba a su familia era la falta de alimentos.
“Me dijeron que la situación alimentaria estaba peor que durante la Ardua Marcha de los 90… Me preocupa mucho saber lo difícil que estaban las cosas (en ese entonces)”.
La Marcha Ardua se refiere a un período de hambruna devastadora cuando la economía de Corea del Norte recibió un duro golpe por el colapso de la Unión Soviética, que puso fin al flujo de ayuda hacia el país.
Se estima que cientos de miles de personas, o hasta el 10% de la población del país, han muerto de hambre. Algunas estimaciones elevan aún más el número de muertos.
La desertora no le preguntó a su familia si alguien se estaba muriendo de hambre, ya que nunca habla de nada político durante estos raros contactos con su familia. La posibilidad de que las autoridades puedan estar escuchando es demasiado grande. Le pidió a CNN no ser identificada en caso de que su familia enfrentara represalias.
Pero Ojeda Quintana, el relator especial de la ONU, dijo que el peligro era muy real y que estaba instando al régimen de Kim y a otros involucrados en Corea del Norte a “básicamente entender que existe un grave riesgo de hambruna en Corea del Norte”.
Si es probable que Kim escuche es otra cuestión.
La televisión estatal ha estado cubriendo al líder norcoreano recorriendo farmacias, ordenando a su ejército que estabilice las provisiones médicas e incluso donando algunos de sus suministros médicos privados el mes pasado para la lucha contra el brote intestinal aún no identificado.
Para Choi, el médico que huyó de Corea del Norte en 2011, estas imágenes son de esperar cuando la verdad se trata como una goma elástica. Es un espectáculo y nada más, dijo.
“Las autoridades de Corea del Norte no están luchando, los ciudadanos de Corea del Norte son los que lo están pasando mal… si sobrevives es genial, pero no hay nada que podamos hacer si mueres”.