(CNN Español) – Con las medidas de prevención y las vacunas pareciera que vamos dejando atrás lo peor de la pandemia y la amenaza del covid-19 parece ser menor de lo que era en 2020. Sin embargo, el virus ha hecho lo suyo y más variantes infecciosas han surgido en el último año provocando nuevas olas y miles de contagios alrededor del mundo que no cesan. A estas alturas todavía hay algunos afortunados que no se han contagiado de covid-19 y dadas las cifras de contagios este grupo se reduce cada vez más.
Aunque esta ha sido una de las mayores interrogantes para la ciencia, todavía no se ha encontrado una evidencia concluyente sobre por qué algunas personas han logrado evitar infectarse tras más de dos años de pandemia. ¿Pero, qué piensan aquellos que no se han infectado o, al menos, no que hayan sido conscientes de ello?
Entrevistamos a cuatro personas que han estado expuestas al virus en varias ocasiones, sus parejas o familiares cercanos tuvieron covid-19, asisten a reuniones sociales donde no se utiliza el cubrebocas, viajan por el mundo, y aún así han esquivado la enfermedad. Unos piensan que quizá es cuestión de suerte, otros confían en que las medidas de prevención los han protegido, hay quienes no le dan mayor importancia y siguen con su vida.
Los (todavía) invictos de la pandemia
“Me resulta curioso porque sé de gente que es mucho más cuidadosa que yo en el sentido de que se ha privado de salir a restaurantes o salir con amigos. Yo, sin embargo, he hecho mi vida lo más normal posible y nunca he cogido el covid, al menos no que yo sepa”, cuenta Myriam Domínguez a CNN en Español desde Bruselas, Bélgica donde las medidas preventivas contra el covid como el uso del cubrebocas se han relajado bastante en los últimos meses.
Tan es así que ha volado a Madrid y de vuelta a Bélgica sin que el uso de la mascarilla sea obligatorio durante el viaje en avión. “Si a mí me permiten no llevarla, no la llevo”, admite Domínguez.
Esta chica española de 27 años desde hace tiempo volvió a la oficina, últimamente no utiliza el cubrebocas cuando no es requerido, ha estado en contacto estrecho con personas que días después enfermaron y todas la pruebas que ha hecho han sido negativas.
“He sido contacto estrecho de gente infectada al menos 5 o 6 veces que son las que yo he monitoreado. He hecho cuarentena, antígenos o PCR cuando se requería”, dice Myriam y asegura que no ha tomado precauciones adicionales aunque sigue las normas establecidas por las autoridades sanitarias.
“Todo dentro de lo que ampara la legalidad del momento porque hemos tenido diferentes fases a la hora de relajar las medidas. Yo en todos esos momentos he hecho lo que la ley me permitía”.
Aunque en la mayoría de los países europeos el uso del cubrebocas ya no es obligatorio, Pablo Reyes, un uruguayo que trabaja en terapia pediátrica intensiva en el Hospital Universitario Austral de Buenos Aires, sí que lo ha utilizado durante sus vacaciones por España este verano, al menos en el transporte público.
Como médico pediatra en Buenos Aires, Reyes hace visitas a niños con internación domiciliaria por lo que su grado de exposición es constante. Desde que comenzó la pandemia se ha hecho pruebas en diversas ocasiones y en todas ha dado negativo. “Me he testeado por contacto estrecho y alguna oportunidad cuando se liberó un poco más el tema de los viajes”, asegura.
Tras haberse aplicado cuatro dosis de la vacuna contra el covid-19, Reyes cree que las medidas de prevención como haber sacado de la rutina el beso como saludo habitual, usar el tapabocas y la frecuencia del lavado de manos son importantes para evitar contagiarse.
Los expertos en salud han dicho que todas estas medidas son preventivas y aunque ponerlas en práctica reduce el riesgo de infectarse, no significa que no puedas contraer la enfermedad. Mientras que las vacunas te protegen contra una enfermedad grave pero tampoco evitan las posibilidades de contagiarse y menos con las nuevas subvariantes de ómicron que han resultado ser más contagiosas y más capaces de burlar la inmunidad, según los científicos.
“Ya vi que no soy tan vulnerable como yo pensaba porque, por ejemplo, estuve en contacto estrecho con mi esposo a quien le dio covid y no me contagie”, cuenta Rocío Guerrero, una mexicana de 62 años que lleva más de tres años tomando un medicamento como parte de un tratamiento tras haber tenido cáncer de mama.
“En un principio de la pandemia fui demasiado demasiado cuidadosa, después me vacunaron y aunque sigo utilizando la mayoría del tiempo el cubrebocas y sigo con el lavado frecuente de manos, ya me relaje”. Guerrero cuenta con tres dosis de la vacuna contra el covid-19.
Rafael Monterde, por su parte, es otro invicto del covid-19 que viajó en 2020 a Estados Unidos durante el pico de la pandemia por trabajo y no se contagió. Lo sabe porque los tests eran parte del protocolo de su empresa entonces: todos negativos. Tiempo después su novia y su padre se contagiaron y para él la prueba fue negativa.
“En estos casos me hice la prueba para descartar que si yo tenía no seguir contagiando porque yo tenía que seguir trabajando”. A principios de 2022 volvió a los aeropuertos para un viaje largo a Alemania y hasta ahora nada.
“El cubrebocas y el lavado de manos siempre pero fuera de eso no tomo otras precauciones”, explica Monterde un mexicano de 27 años que tampoco se ha “encerrado tanto” en estos más de dos años de pandemia. Vive y pasa la mayor parte de su tiempo en México, un país que desde que comenzó la emergencia sanitaria ha tenido medidas laxas frente al covid-19.
¿Inmunidad natural contra el covid-19? En constante estudio
Desde los inicios de la pandemia, ya se hablaba de la inmunidad en personas que se habían expuesto al covid-19 pero no se contagiaban. A partir de entonces, los científicos alrededor del mundo estudian si la inmunidad natural es posible pero hasta ahora no hay pruebas concluyentes.
En un estudio publicado por Nature a finales de 2021, los científicos aseguran que están evaluando y estudiando la genética de personas que creen que son resistentes a la infección por covid-19. Los investigadores están tratando de averiguar exactamente qué características genéticas e inmunitarias únicas podrían hacer que alguien sea más vulnerable o inmune a la enfermedad.
“La variabilidad clínica en respuesta a la infección, viral o de otro tipo, puede explicarse, al menos en algunos individuos, por factores genéticos humanos”, explica el estudio. Y asegura que hasta ahora se desconoce la proporción de personas naturalmente resistentes a la infección por SARS-CoV-2. Sin embargo, aseguran que a partir de varias líneas de evidencia han surgido varios genes candidatos potencialmente involucrados en la resistencia humana innata a la infección por covid-19.
La genética es clave
Según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), el 43,3 % de los estadounidenses presenta anticuerpos contra el SARS-CoV-2, lo cual implicaría que poco más de la mitad de la población no ha tenido la infección. Aparte de haberse cuidado muy bien durante la pandemia, no se sabe exactamente por qué más de la mitad de los estadounidenses no llegó a infectarse.
El doctor Elmer Huerta, colaborador médico de CNN, explica que recientes estudios postulan dos teorías a partir de varios estudios para explicar el fenómeno por el cual algunos seres humanos podrían ser resistentes a la infección con el nuevo coronavirus. La primera teoría dice que ciertas personas son capaces de eliminar el nuevo coronavirus debido a los anticuerpos neutralizantes y las células de memoria T que tienen en su organismo, producto de haber sufrido antiguos resfríos. La segunda teoría dice que ciertos seres humanos son capaces de producir sustancias dentro de sus células, que no solo destruyen al virus invasor, sino que destruyen también a la célula infectada.
La conclusión del doctor Huerta es que al parecer algunas personas, “por mecanismos genéticamente determinados, son capaces de no infectarse por el nuevo coronavirus. Ya sea por estar protegidos de manera cruzada por antiguas infecciones por otros coronavirus o por producir dentro de sus células sustancias que destruyen al virus”.
Mientras tanto, Myriam ha decidido confiar en el poder de la vacuna ante una infección grave y su única preocupación es que pueda contagiar a alguien que lo pase mal. Pablo, por el contrario, dice que le tiene respeto a la enfermedad “no por la enfermedad aguda en sí, sino porque veo las complicaciones que puede tener a largo plazo en las personas adultas. No es un resfrío o una gripe, no te diría asustarme pero si que preferiría no contagiarme ni nadie de mi familia”.
Con información del doctor Elmer Huerta