(CNN) – Seis meses después de que Rusia invadiera Ucrania, la respuesta de Occidente a la crisis se ha mantenido fuerte y en gran medida unida, para sorpresa de muchos.
A pesar de los años de fractura en las relaciones durante la era del expresidente de Estados Unidos Donald Trump y la pandemia de covid-19, la alianza transatlántica ha logrado unirse y llegar a acuerdos sobre el apoyo financiero y la donación de armas a Kyiv, acuerdos para dejar de utilizar la energía rusa, así como sanciones diseñadas para golpear al presidente Vladimir Putin y sus compinches.
Sin embargo, a medida que la crisis cumple medio año, los funcionarios de toda Europa temen que el consenso pueda desmoronarse mientras el continente se adentra en un sombrío invierno de aumento de los precios de los alimentos, energía limitada para calentar los hogares y la posibilidad real de recesión.
Funcionarios y diplomáticos occidentales hablaron con CNN bajo la condición del anonimato para describir con franqueza las delicadas conservaciones entre los gobiernos.
En una posible muestra de las medidas más draconianas que se avecinan, Berlín, la capital alemana, apagó las luces que iluminan los monumentos para ahorrar electricidad, mientras que a los comercios franceses se les ha dicho que mantengan sus puertas cerradas mientras el aire acondicionado esté encendido, o de lo contrario se enfrentarán a una multa.
El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, que ha captado la atención de Occidente y ha presionado a los países para que apoyen su esfuerzo bélico, podría tener más dificultades para llamar la atención de sus colegas líderes europeos a medida que el conflicto se prolonga.
“El reto para Ucrania es el mismo que el primer día: mantener a Occidente de su lado a medida que los costes de apoyar a Kyiv se hacen sentir, no solo el chantaje de Putin con el gas y el grano, sino también el coste de la ayuda económica y humanitaria”, afirma Keir Giles, consultor senior del think tank Chatham House.
“Es muy posible que esa sea la razón por la que Zelensky dijo que quería que la guerra terminara antes de Navidad, porque los verdaderos problemas serán conseguir que Occidente cumpla sus promesas a largo plazo”.
La crisis del combustible en invierno es algo en lo que los funcionarios y diplomáticos europeos piensan a diario, ya que Rusia representa alrededor del 55% de las importaciones totales de gas de Europa en 2021.
Los países europeos también tienen sed de petróleo ruso, ya que casi la mitad de las exportaciones rusas de petróleo van al continente. La UE habría importado 2,2 millones de barriles de crudo al día en 2021.
“Dentro de la Unión Europea, será muy difícil y debemos tratar de mantener nuestra promesa de cortarle el paso a Rusia en lo que respecta a cualquier beneficio del gas y otras fuentes”, dice un alto diplomático europeo, refiriéndose a un acuerdo alcanzado entre los estados miembros de la UE para reducir su uso de gas ruso en un 15%.
Sin embargo, el acuerdo ha sido criticado por ser voluntario, y los funcionarios temen que, a la hora de la verdad, algunos países de la UE simplemente no cumplan su parte.
“Está la mancha de Europa occidental que se protege con la distancia y no pudo convencerse de que depender de la energía rusa era una vulnerabilidad catastrófica autoinfligida, e incluso ahora espera volver a la “normalidad” con Rusia”, dice Giles.
Los funcionarios también temen que la estrategia occidental de armar a los ucranianos se esté convirtiendo en una solución a corto plazo para un problema a largo plazo: una guerra sin un punto final claro.
Las armas francesas están actualmente en el campo de batalla en Ucrania, mientras que Alemania rompió décadas de políticas pacifistas tanto para aumentar su propio gasto en defensa como para enviar armas, aunque fue criticada porque la entrega de esas armas tardó más de lo necesario.
“Al principio, la respuesta occidental fue más dura de lo que Rusia esperaba. Tácticamente, el Kremlin se equivocó en muchas cosas. Políticamente era bastante fácil unirse a Ucrania y argumentar la donación de armas y dinero en efectivo”, dice un funcionario de la OTAN a CNN.
“Con el tiempo, los tipos de armas que estamos enviando se han vuelto más complicados, al igual que el entrenamiento necesario para utilizarlas de forma eficaz. La buena noticia es que estas armas están ayudando a los ucranianos a resistir. La mala noticia es que cuanto más dure la guerra, más corto será el suministro de estas armas, lo que hará más difícil su entrega”, añade el funcionario.
Además de los costes económicos y militares que afectan a la generosidad de Occidente, también existe una gran preocupación por que el mundo empiece a experimentar la fatiga de la guerra a medida que el conflicto se estanca.
“En febrero, era fácil subirse al carro anti-Putin. Ahora la guerra está en la etapa estratégica aburrida. Hay menos ganancias y pérdidas diarias y hay menos oportunidades de fotos”, dice un diplomático de la OTAN.
Por supuesto, esto no será tan sencillo como que los países simplemente retiren su apoyo. Pero podría implicar que los países cambien los parámetros de los resultados que apoyan exactamente.
Algunos países de Europa Occidental, sobre todo Alemania y Francia, han dicho públicamente que el diálogo tendrá que existir entre Occidente y Moscú. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, dijo en repetidas ocasiones que cree que en algún momento habrá que negociar entre Rusia y Ucrania, mientras que el canciller de Alemania, Olaf Scholz, ha sido criticado por sus mensajes contradictorios sobre el gas ruso y, más recientemente, sobre si Europa debería prohibir a los rusos obtener visados de viaje.
“¿Seguimos teniendo todos la misma visión del juego final? ¿Se trata de volver a las fronteras de antes de la invasión rusa? ¿O es volver a antes de 2014, antes de que Rusia se anexionara Crimea? Y ¿nos ocuparemos de Putin después de la guerra o tendrá que retirarse?”, dice un diplomático europeo. “Estas son las preguntas a largo plazo que tenemos que hacer, pero no lo hacemos. Es mejor no hacer estas preguntas ahora mismo”.
Los próximos meses serán los más duros para las naciones europeas desde que comenzó la guerra. Los ciudadanos sentirán la crisis del coste de la vida en todo el continente. Algunos tendrán que elegir entre calentar sus casas o comer. Esta crisis se produce cuando muchos países europeos ya han acogido a miles de refugiados ucranianos. En este contexto, es difícil para los líderes políticos justificar el gasto de dinero y energía para apoyar a un país lejano, especialmente cuando algunos de sus ciudadanos pueden sentir que ya han sido suficientemente generosos.
Múltiples funcionarios occidentales han manifestado a la CNN su preocupación de que, en algún momento, los líderes políticos decidan que lo mejor es negociar un acuerdo de paz y socavar el objetivo final preferido por Ucrania, que es obligar a las fuerzas rusas a regresar a las fronteras anteriores.
“Hay una creciente preocupación en algunos sectores de que si Ucrania parece estar perdiendo terreno frente a Rusia, esto puede acelerar los llamamientos a una solución negociada. Zelensky debe seguir haciendo su magia de relaciones públicas y promover el mensaje de que Ucrania sigue progresando, luchando con fuerza y necesitando armas”, explica a CNN Theresa Fallon, directora del Centre for Russia Europe Asia Studies.
“En cuanto la gente perciba que [Kyiv] está en el bando perdedor puede empezar a preguntarse por qué seguimos suministrando armas costosas a Ucrania en un momento de estrés económico. Por qué estamos tirando el dinero bueno tras el malo”, dice.
Esto será crítico, señala, ya que muchos aliados clave también atraviesan períodos políticos turbulentos en casa. Italia celebrará elecciones, el Reino Unido tendrá un nuevo primer ministro y Estados Unidos celebrará elecciones intermedias que pueden determinar el resto del primer mandato del presidente Joe Biden.
“A medida que las cuestiones políticas internas empiezan a dominar, los ciudadanos podrían preguntarse por qué estamos ayudando a Ucrania en lugar de construir infraestructuras”, añade Fallon.
A pesar de que Occidente puede darse una palmadita en la espalda por su respuesta inicial a la crisis, las cosas están a punto de ponerse mucho más difíciles. La mayoría de los funcionarios reconocen que nadie tiene idea de cómo terminará este conflicto. Y aunque a la mayoría le gustaría que Ucrania lograra sus objetivos de enfrentarse a Putin y obligarle a salir de su país, su verdadera determinación aún no se ha puesto a prueba del todo.
Y la miserable verdad es que, si llegara el momento, una paz negociada que involucre a Putin podría no preocupar tanto a los países que no comparten frontera con Rusia y que, sin duda, no ven a Moscú como la única causa de una crisis tan existencial.