(CNN) — El nuevo paquete de US$ 3.000 millones que EE.UU. enviará Ucrania para nuevos equipos militares refuerza un compromiso destacado con la resistencia del presidente Volodymyr Zelensky frente Rusia. Y llega justo cuando Washington advierte acerca de una posible escalada de Moscú, ahora que la guerra cumple seis meses.
Algunos altos funcionarios de Ucrania han aplaudido la medida del gobierno de Joe Biden, la cual le permitirá al país adquirir sistemas de defensa aérea y artillería, municiones y radares. Sin embargo, también le advierten al mundo que no debe cansarse de un conflicto que, en cualquier caso, se está tornando más brutal y sangriento. Y en ese sentido, existen poderosas razones políticas y económicas por las que su preocupación está justificada.
Biden, quien anunció el paquete este miércoles, elogió la fortaleza de Ucrania en su Día de Independencia, a la cual el presidente de Rusia, Vladimir Putin, dice que la nación no tiene derecho.
“Hoy y todos los días, apoyamos al pueblo de Ucrania para proclamar que la oscuridad que impulsa la autocracia no es rival para la llama de la libertad que enciende las almas de las personas libres en todas partes”, dijo Biden en un comunicado. Sus palabras hicieron referencia a una guerra que ha sacudido a todo el mundo y que tiene implicaciones relevantes para la Casa Blanca durante un año difícil de elecciones de medio término.
“Estados Unidos, incluidos los orgullosos ucraniano-estadounidenses, espera continuar celebrando a Ucrania como un estado democrático, independiente, soberano y próspero en las próximas décadas”, añadió.
Medio año de una invasión que podría alcanzar otro punto crítico
Seis meses después de la invasión no provocada de Rusia a Ucrania, la guerra en ese país continúa a pesar de que los titulares en Estados Unidos pusieron el foco en el expresidente Donald Trump y la inflación. Lo que está en juego con el conflicto no ha cambiado: de hecho, ahora resulta tan importante como siempre.
Pero a medida que el conflicto ––con varias evoluciones a cuestas–– alcanza otro posible punto de inflexión, se plantea con urgencia renovada una pregunta ya conocida, especialmente entre los ucranianos: ¿por cuánto tiempo más está Occidente dispuesto a seguir comprometido?
El dinero y la ayuda militar que proporcionan Estados Unidos y Europa siguen siendo claves en la capacidad de Ucrania para luchar contra la invasión de Rusia y para sus esperanzas de recuperar territorio en el este y el sur. Incluso, mientras intensifica sus propios ataques en la Crimea que Rusia anexó en 2014.
Pero algunas figuras de alto rango en el gobierno de Kyiv están lo suficientemente preocupadas como para advertir de nuevo sobre los enormes riesgos que enfrenta el mundo democrático, ahora que Ucrania cumple medio año luchando contra las tropas del presidente Vladimir Putin.
“Lo llamo síndrome de fatiga. Y, para mí, es una de las principales amenazas”, señaló el ministro de Defensa de Ucrania, Oleksiy Reznikov, en una entrevista exclusiva con Sam Kiley de CNN. “Necesitamos trabajar con esta amenaza, porque necesitamos… comunicarnos, preguntarle a la gente, no estar en esta fatiga. Porque esto es muy, muy peligroso para nosotros”, añadió.
Las preguntas sobre la extensión y la intensidad del compromiso de Occidente llegan en un momento peligroso. Este martes, el Departamento de Estado pidió a los estadounidenses en Ucrania que abandonen el país de inmediato, al advertir sobre posibles ataques rusos el miércoles debido al aniversario de la Independencia ucraniana, a la que Putin dice que la nación no tiene derecho.
También existen temores tenues de que los ataques rusos destrocen la pálida imitación de la normalidad a la que intenta regresar Kyiv. Esto después de que la hija de Alexander Dugin, un influyente filósofo ultranacionalista y propagandista de la guerra de Ucrania, muriera en un coche bomba en las afueras de Moscú. Ucrania ha negado su responsabilidad en los hechos y la apresurada investigación de Rusia proporciona poca confianza en sus afirmaciones de que los servicios especiales de Kyiv son los culpables.
Aún así, el asesinato dio pie a escalofriantes llamados rusos a la venganza y guerra total contra Ucrania. En ocasiones anteriores, Putin ha usado eventos dudosos como excusa para ejecutar una acción militar brutal. Por ejemplo, en 1999, desató un temible ataque contra Chechenia, después de los atentados con bombas en apartamentos que, según algunos observadores extranjeros, eran operaciones de bandera falsa.
Zelensky le advierte al mundo no “cansarse” de Ucrania
Reznikov no es el único alto funcionario de Ucrania al que le preocupa que se desvanezca la atención extranjera sobre el país, el cual depende desesperadamente de las armas y municiones de Occidente para mantener una lucha que deja un alto número de víctimas.
El presidente Volodymyr Zelensky le dijo este martes a David McKenzie, de CNN, en una conferencia de prensa en Kyiv que entendía que todos los países tienen sus problemas, ahora cuando que a las poblaciones occidentales las está golpeando por el alto costo de vida. Sin embargo, agregó que Ucrania aún necesita más ayuda. “Tan pronto como el mundo se canse de este problema, será una amenaza muy grande”, advirtió Zelensky.
Biden tiene una respuesta inequívoca y a corto plazo para las preocupaciones de Zelensky con su nuevo paquete de asistencia de seguridad que asciende a los US$ 3.000 millones. Esta nueva medida se suma al arsenal sofisticado y los montones de municiones que ya se han enviado a Ucrania. También llega después del paquete por US$ 775 millones que EE.UU. anunció la semana pasada, el cual incluía sistemas de cohetes HIMARS y municiones de obús de 105 mm, misiles antiblindaje y capacidades de limpieza de minas que reflejaban el deseo de Ucrania por lanzar más ofensivas contra las fuerzas de Putin.
Hay muy pocas dudas sobre el compromiso personal de Biden con la causa. El mandatario ha argumentado que la lucha por Ucrania es fundamental para los intereses de EE.UU. porque, en última instancia, representa un combate por la democracia. La misma que se encuentra amenazada tanto nivel mundial como en Estados Unidos, y con la que él se ha jugado la presidencia. Ante la pregunta de si podría llegar un momento en que EE.UU. ya no pueda ofrecerle tanta generosidad a Ucrania, John Kirby, coordinador de comunicaciones estratégicas del Consejo de Seguridad Nacional, reforzó un mensaje que Biden expuso en una reciente cumbre de la OTAN.
“Estados Unidos continuará apoyando a Ucrania durante el tiempo que sea necesario y (Biden) lo dijo en serio”, respondió Kirby a Jake Tapper de CNN. También prometió paquetes de ayuda de parte de Estados Unidos y de “decenas” de otros países.
El manejo de Biden sobre la guerra
Aún así, la tensión de los últimos días ha llamado la atención sobre el enfoque de la administración Biden de cara a la guerra en Ucrania. Justamente, un tema que a principios del año dominó los programas de noticias de EE.UU. y la política de Washington durante semanas, después de que la invasión de Putin desencadenara un conflicto al estilo de la Segunda Guerra Mundial en Europa, y provocara preocupaciones sobre una posible confrontación de Estados Unidos con un viejo enemigo de la Guerra Fría.
Esta guerra va más allá del deseo de Putin por revivir la huella de una gran Rusia y revertir los efectos geopolíticos del colapso de la Unión Soviética. El conflicto ha puesto a prueba la voluntad de Occidente para levantarse contra un autócrata ruso que intenta redefinir las fronteras de Europa. La campaña de EE.UU. sostiene a un pueblo soberano que sufre el ataque de un vecino más poderoso en medio de atrocidades. En última instancia, se trata de una batalla más amplia entre la tiranía y la democracia: una pelea geopolítica que también incluye la creciente confrontación de las superpotencias EE.UU. y China, un país al que Moscú se ha acercado en oposición a Washington.
Los puntos críticos individuales de la guerra en Ucrania también amenazan los intereses de Estados Unidos. El enfrentamiento actual por la planta de energía nuclear de Zaporiyia, que Rusia ocupó, amenaza con una catástrofe ambiental que podría hundir la economía mundial y poner en riesgo un gran número de vidas. El embajador adjunto de Estados Unidos ante la ONU, Richard Mills, advirtió este martes en medio un frenético esfuerzo diplomático internacional que Rusia “nos empuja al borde del desastre nuclear”.
Los estadounidenses, como las personas en todas partes, también han sufrido las repercusiones económicas de la guerra. Aunque algunas exportaciones agrícolas se han reanudado y los precios del petróleo ––responsables del aumento en los costos de la gasolina–– han bajado, la guerra conserva la capacidad de infligir daños financieros y consecuencias políticas a miles de kilómetros de distancia de sus campos de batalla.
A nivel interno, las retaliaciones políticas por el enfoque de Biden sobre la guerra en Ucrania han sido muy pocas. Pero como el último líder de Occidente que estuvo políticamente activo en un alto nivel durante la Guerra Fría, cuando era senador, el mandatario ha unificado hábilmente a varios países en la confrontación con el Kremlin. Hasta ahora, ha logrado la hazaña de armar a Ucrania, mientras evita una confrontación directa con Rusia que podría desatar temores de una escalada hasta el borde de un conflicto nuclear.
La amenaza una guerra de desgaste en Ucrania
Ahora bien, hay razones que soportan fuertemente las preocupaciones de Ucrania sobre el compromiso de Occidente a largo plazo. Por ejemplo, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, advirtió acerca de una guerra prolongada. “Se acerca el invierno y será difícil”, señaló este martes en una cumbre en línea con Zelensky y otros líderes mundiales.
“Lo que vemos ahora es una guerra de desgaste”, continuó Stoltenberg. Y planteó la necesidad de un compromiso de Occidente a largo plazo.
La abrumadora realidad para Occidente radica en que la guerra en Ucrania puede ser lo más existencial para Putin, quien no ha retrocedido pese al atroz costo de sangre para las tropas ucranianas y rusas por igual. Las esperanzas previas de una solución diplomática se desvanecieron hace mucho tiempo, en parte debido a la desconfianza de ambas partes.
El embajador de Ucrania ante la ONU, por ejemplo, dijo que una sesión del Consejo de Seguridad sobre la planta nuclear en Zaporiyia este martes resultó en una pérdida de tiempo porque Rusia la llenó de “fragmentos ficticios”. Y aunque las sanciones de Occidente han pulverizado la economía de Rusia, aún no hay señales de que haya provocado un golpe a la posición política de Putin o haya cambiado sus propios cálculos.
El choque de poder extendido por meses entre Occidente y Rusia amenaza con aumentar los costos que enfrentarán los líderes de la alianza por continuar apoyando a Ucrania. Es más, muchas de esas figuras enfrentan condiciones políticas difíciles y electores descontentos.
Por ejemplo, en Estados Unidos no hay garantía de que una Cámara de Representantes de mayoría republicana ––que podría resultar de las elecciones de medio término de noviembre–– sea tan entusiasta como Biden a la hora de enviar miles de millones de dólares en ayuda a Ucrania. Cualquier mayoría republicana en la Cámara podría estar esclavizada por miembros radicales partidarios de Trump, varios de los cuales ya han cuestionado el compromiso de Estados Unidos con Ucrania.
Los presidentes tienen una gran discreción en la política exterior. Y el gobierno de Biden no solo se ha basado en nuevos gastos del Congreso para ayudar a Ucrania, sino que ha utilizado varios mecanismos para aprovechar los fondos existentes y el arsenal del Pentágono. Pero la deferencia de Trump hacia Putin y el hecho de que fue una llamada telefónica a Zelensky lo que desencadenó su primer juicio político podría generar dudas sobre cómo el expresidente llegaría a impactar la política exterior estadounidense a través de su influencia en el Congreso. A más largo plazo, Ucrania podría tener una preocupación considerable ante la posibilidad de que Trump regrese a la Casa Blanca después de las elecciones de 2024.
Ahora bien, la unidad de los aliados europeos genera una preocupación más inmediata en lo que se perfila como un miserable invierno de alta inflación, precios de la energía por las nubes y descontento político. Putin ha señalado varias veces en las últimas semanas la capacidad que tiene de aumentar la agonía de los ciudadanos occidentales que dependen de la energía rusa. Los precios del gas natural se han disparado nuevamente luego de varias interrupciones de mantenimiento de un gasoducto clave que traslada gas ruso a Europa, las cuales se consideraron señales poco sutiles de Moscú.
En junio, Alemania activó un plan de emergencia que acercó al país al racionamiento de gas natural por cortes de suministro. El gobierno de Berlín a menudo se ha considerado un posible eslabón débil en la alianza occidental, así como especialmente vulnerable a lo que los funcionarios en Washington califican de chantaje ruso por el suministro de energía. La situación solo se agudizará a medida que bajen las temperaturas y aumente la presión política sobre el canciller Olaf Scholz y otros líderes europeos.
Hasta el momento, cada vez que el compromiso de la alianza transatlántica con Ucrania se ha puesto a prueba, su firmeza se ha mantenido. Pero se basa en una base política comparativamente frágil, razón por la cual Zelensky y sus ministros vuelven a encender las alarmas sobre lo que está en juego en la guerra.