(CNN) –– Mientras las protestas históricas y una sangrienta reacción autoritaria convulsionan Irán, el expresidente Barack Obama reflexionó sobre su respuesta a los levantamientos previos que vivió el país.
Durante las protestas de la Revolución Verde de 2009 en Irán, el entonces presidente actuó con cautela ––ante la furia de sus críticos en el Partido Republicano y en el exterior–– aparentemente porque no quería darles a las autoridades iraníes una excusa para una represión brutal.
En junio de ese año, Obama pidió que se respetara la libertad de expresión, el disenso y el proceso democrático después de las elecciones en Irán. Además señaló que estaba profundamente preocupado por la violencia en el país.
Pero también dijo esto: “Depende de los iraníes tomar decisiones sobre quiénes serán los líderes de Irán”. Y agregó que quería “evitar que Estados Unidos sea el problema dentro de Irán” y se convierta en un “juego político útil”.
Después, Obama endureció su posición respecto a Irán. Sin embargo, lo acusaron de andarse con rodeos para no complicar el camino hacia el acuerdo nuclear con Teherán, que finalmente logró en 2015.
El expresidente ahora considera que se equivocó en su postura inicial sobre Irán, como lo compartió en el podcast “Pod Save America” de Crooked Media, que dirige un grupo de sus exasesores de la Casa Blanca.
“Cuando pienso en 2009, 2010, ustedes se acordarán de que hubo un gran debate dentro de la Casa Blanca sobre yo si debía reafirmar públicamente lo que ocurría con la Revolución Verde, porque a muchos de los activistas los acusaban de ser herramientas de Occidente y se pensó que de alguna manera afectaríamos su credibilidad en las calles de Irán si yo apoyaba lo que estaban haciendo”, dijo Obama. “Y en retrospectiva, creo que fue un error”.
“Cada vez que vemos un destello, un rayo de esperanza, de personas que anhelan la libertad, creo que tenemos que destacarlo. Tenemos que ponerle un foco de atención. Tenemos que expresar algo de solidaridad al respecto”, continuó.
Los comentarios de Obama marcan un extraño momento de autocrítica pública por parte de un expresidente. Pero también muestran la ventaja que da la perspectiva, la cual no tienen los presidentes en ejercicio que deben tomar decisiones difíciles sobre la marcha en medio de las crisis.
Ahora bien, Obama no está repudiando su acuerdo nuclear con Irán. A pesar de que su sucesor lo destrozó, Obama argumenta que el acuerdo retrasó con éxito el desarrollo nuclear de la nación. “Si no hubiéramos logrado eso, creo que Irán ya tendría un arma nuclear”, dijo el expresidente.
Trece años después, el presidente Joe Biden, quizás por su experiencia en el gobierno demócrata anterior, ha sido más enérgico al apoyar rápidamente las protestas en Irán. También puede ayudar el hecho de que sus esperanzas de revivir el acuerdo nuclear se alejen más cada semana.
El viernes de la semana pasada, por ejemplo, Biden dijo a los periodistas que estaba “atónito” por la reacción en Irán ante la muerte de Mahsa Amini, la joven de 22 años que falleció luego de que la policía de moralidad de Teherán la detuviera y cuyo caso provocó las recientes protestas.
“Ha despertado algo que no creo que se calme en mucho, mucho tiempo”, dijo el presidente.
Pero mientras que los partidarios de la política exterior de Washington parecen creer con frecuencia que el peso de las palabras de EE.UU., respaldadas por sanciones, derrocará al régimen iraní, las cosas son mucho más complicadas.
Estados Unidos no puede dictar cómo resulta esto. Y eso es tan cierto ahora como lo era hace 13 años. Al final, todavía depende del pueblo de Irán. Y el mundo democrático poco puede hacer más que reconocer ese destello de esperanza de las personas que anhelan la libertad.