(CNN) – Cheryl Hurst se registró en el lujoso hotel St. George Lycabettus de Atenas, Grecia, en el verano de 2017. Al llegar, fue directamente al ascensor, ansiosa por poder refrescarse en su habitación.
Las puertas estaban a punto de cerrarse y Cheryl se deslizó justo a tiempo. Entonces se disculpó con las personas que ya se encontraban dentro, sin saber que su futuro prometido era una de ellas.
“Él ya estaba en el ascensor”, le cuenta Cheryl a CNN Travel.
“Él” era Preet Banerjee, un empresario canadiense de aproximadamente 30 años que estaba de visita en Atenas para asistir a una conferencia.
“Recuerdo que Preet llevaba un reloj amarillo… y tenía una camisa blanca con las mangas remangadas, lo cual, no sé, es instantáneamente sexy en cualquier hombre”, dice Cheryl.
Incluso el ascensor del hotel de cinco estrellas era elegante y opulento. Cheryl, una joven canadiense de 20 años que estudiaba su doctorado y que había volado desde el Reino Unido, se sentía un poco fuera de lugar al vestir pantalones cortos y un top corto, encima cargada con su mochila de viaje.
Cheryl dice que se sintió “instantáneamente atraída” por Preet. Preet recuerda que al principio no le prestó mucha atención a Cheryl.
“Mi primera impresión cuando entró en el ascensor fue ‘Oh, una chica con una mochila’”, le dice a CNN Travel.
Preet estaba en el ascensor con dos amigos.
“Todos vivimos en Toronto”, explica. “Dio la casualidad de que ellos viajaron de vacaciones al mismo tiempo que esta conferencia, así que acordamos encontrarnos en Atenas”.
Cheryl se dirigía al séptimo piso del hotel y, casualmente, Preet y sus amigos también. Algo que quedó claro cuando el grupo se dio cuenta de que este ascensor solo llegaba hasta el sexto piso.
Resultó que había dos ascensores en el hotel, pero solo uno llegaba hasta el piso superior del edificio.
Mientras los huéspedes del hotel esperaban en el sexto piso por el otro ascensor, reconocieron el acento de los demás y se dieron cuenta de que todos eran canadienses visitando Grecia.
“¿De dónde eres?”, le preguntó Preet a Cheryl.
Cheryl creció en Cataratas del Niágara, Canadá, pero ha vivido en el Reino Unido la mayor parte de su vida adulta.
Los británicos suelen preguntarle de dónde es, y ella siempre dice “Toronto”. ¿La razón? “Si dices Cataratas del Niágara, la gente entonces empieza una conversación sobre ‘no sabía que las Cataratas del Niágara eran una ciudad real’”.
Así que, con el piloto automático, Cheryl le dijo a Preet que era de Toronto.
“¿Qué parte de Toronto?”, preguntó Preet, que es de esa ciudad, cuando entraron en el segundo ascensor.
“Oh no, en realidad no soy de Toronto. Soy de Cataratas del Niágara”, corrigió Cheryl, sonrojada.
“Qué cosa más extraña sobre la que mentir”, se burló Preet.
El ascensor los dejó en el séptimo piso, y Preet y Cheryl continuaron hablando. Se dieron cuenta de que ambos estaban trabajando en sus tesis doctorales, y de que los dos asistían a la misma conferencia en el hotel, justamente dirigida a doctorandos de todas las disciplinas.
Las conferencias y las clases empezaban al día siguiente, pero esa noche había un evento de bienvenida.
Preet le preguntó a Cheryl si quería ir con él y con sus amigos a cenar antes de eso, pero ella dijo que no.
“Me pareció un poco raro ir a cenar con un hombre que no conocía”, dice Cheryl ahora.
Sin embargo, le contestó a Preet que lo vería en el evento y entonces descubrió que estaba deseando hacerlo. Los dos salieron del ascensor y siguieron su camino por el pasillo.
Primeras impresiones
Cuando Cheryl y Preet se encontraron de nuevo en el evento, ambos se alegraron.
“Cheryl destaca entre la multitud: es muy platicadora y extrovertida”, dice Preet. “Cuando fuimos al cóctel previo a la conferencia, la busqué inmediatamente porque no conocía a nadie más allí”.
Cheryl y Preet empezaron a conversar, y entonces los organizadores de la conferencia hicieron un anuncio.
“Dijeron: ‘Mañana vamos a empezar con un ejercicio para conocernos. Así que elijan a alguien y cada uno tendrá que presentar tres datos sobre la otra persona, y ese será nuestro ejercicio al comienzo de la conferencia’”, recuerda Preet.
“Así que me dirigí a Cheryl, porque la había conocido en el ascensor unas horas antes, y me limité a enumerar tres cosas. Y le dije: ‘Tú dime tres cosas’. Y luego me fui, y no creo que eso haya salido bien”.
Los datos de Preet incluían que presentaba un programa en la cadena Oprah y que había estudiado para ser piloto de carreras.
Cheryl insiste en que también mencionó que Barack Obama lo seguía en Twitter. Preet lo niega, a pesar de que el expresidente estadounidense hace parte de sus muchos seguidores.
“Nunca he dicho eso”, insiste Preet. “Moriré en esta colina”.
“Mis datos eran, literalmente, algo como: ‘Tengo un perro, intenté convertir un montón de pantalones de mezclilla en shorts para este viaje y arruiné como siete pares’”, añade Cheryl. “Yo no tenía, literalmente, ningún dato interesante, y Preet no hacía más que soltar estas cosas tan cautivadoras”.
Y aunque a Cheryl la impresionaron los datos de Preet, quedó un poco desanimada cuando él desapareció justo después de transmitirlos.
“Qué tipo tan arrogante”, recuerda haber pensado.
Aun así, al día siguiente, Cheryl y Preet terminaron sentados uno al lado del otro en el primer seminario de la conferencia.
“Estaba haciendo garabatos en mi cuaderno, y simplemente dibujando una casa… y recuerdo que Preet me miraba y se burlaba de mí por hacer garabatos”, dice Cheryl.
Preet le garabateó a Cheryl una nota: “¿Aburrida?”, escribió.
Cheryl sonrió a su pesar, y empezaron a pasarse notas de un lado a otro. Más tarde, empezaron a hablar propiamente.
“Nos acercamos el uno al otro durante los descansos y demás”, añade Preet. “Fue algo natural, porque teníamos perspectivas similares y cosas de las que hablar”.
Cheryl y Preet tenían una química y una conversación fáciles. Su evidente comodidad mutua hizo que un asistente a la conferencia les preguntara desde cuándo eran pareja.
“Nos conocimos literalmente en el ascensor”, respondió Cheryl.
Una noche, los asistentes a la conferencia decidieron ir a Atenas para tomarse unas copas.
“Quería que Preet viniera, así que fui a su habitación de hotel”, recuerda Cheryl.
Llamó a la puerta. Preet la abrió y le entregó una bolsa con ropa sucia.
“Oh, muchas gracias”, dijo él, sin mirarla.
Cheryl se quedó confundida, con una bolsa de ropa interior sucia en la mano. Preet levantó la vista y se dio cuenta de su error.
“Oh, lo siento, acabo de llamar a la recepción para que vinieran por la lavandería”, explicó, avergonzado.
A pesar de este incómodo encuentro, Preet aceptó ir a tomar unas copas. Después de varias rondas, la mayoría del grupo decidió que irían a un club nocturno.
“Preet y yo dijimos: ‘No tenemos ningún interés en ir a una discoteca’. Así que simplemente pasamos el rato y cenamos”, dice Cheryl. “Hablamos durante siete u ocho horas, siglos. Solo charlamos”.
Preet y Cheryl disfrutaron de la compañía del otro. Pero ninguno de los dos esperaba que algo romántico naciera de su conexión: vivían en países diferentes, había una diferencia de edad y apenas se conocían.
Sin embargo, cuando Cheryl llamó a su madre para contarle sobre la conferencia, mencionó a Preet, solo de pasada. Se preguntó si su madre lo conocería por sus apariciones en la televisión canadiense.
La madre de Cheryl sospechó inmediatamente que su hija estaba interesada en Preet, aunque Cheryl lo negara con vehemencia.
De visita por Atenas
El último día de la conferencia, Preet compartió que iba a hacer un recorrido en autobús por Atenas antes de volver a casa.
Invitó a todos los asistentes y, aunque muchos parecían entusiasmados, al final solo Cheryl se presentó a las 9 de la mañana del día siguiente. Los dos subieron juntos al autobús.
“Preet y yo pasamos todo el día recorriendo Atenas y simplemente hablando”, dice Cheryl. “Tuvimos conversaciones muy profundas”.
“Hablamos de muchas cosas”, dice Preet. “Pasamos mucho tiempo, recorriendo y demás. Un poco fueron nuestras disertaciones en las que estábamos trabajando, otro poco fueron cosas personales, otro poco fue de viajes y demás. Fue un poco de todo”.
“No había nada en juego, porque, de nuevo, nuestro pensamiento, al menos el mío, era que nunca volvería a ver a esta persona. Así que puedo abrirme y obtener la opinión honesta de un tercero sobre un montón de cosas diferentes, lo que creo que llevó a conversaciones más profundas”.
Era un día muy caluroso, y Cheryl dice que recuerda la sensación de calor que le pegaba, mezclada con la adrenalina de forjar una conexión inesperada con un desconocido en el extranjero.
Aunque se sentía cómoda con Preet, Cheryl también estaba un poco nerviosa por estar sola en un país extranjero con un hombre que no conocía.
“La verdad es que siempre tengo muchas dudas sobre ese tipo de cosas”, dice Cheryl.
También le preocupaba que Preet, que era mayor y tenía una carrera más consolidada, le sugiriera un restaurante caro para comer. Así que decidió ser sincera con su presupuesto.
Preet dijo que lo entendía, que no habría problema en encontrar un lugar relajado… o que estaría encantado de invitarla a comer.
“Fue una conversación muy fácil sobre el dinero y sobre dónde estábamos en la vida, y él fue realmente respetuoso”, dice Cheryl.
“No fue inquietante ni raro en ningún sentido. Ahí está el titular, ‘Ni raro ni inquietante’”, añade riendo.
En un momento de la visita, Preet se dio cuenta de lo contento que estaba de que Cheryl fuera la única otra persona de la conferencia que había acudido a la visita.
“En mi mente, solo quería hacer el tour, y si no viene nadie, no me importa, iré solo… así que si ella era la única que estaba allí o no, en mi mente no importaba”, dice.
“Más tarde, mientras estábamos juntos en el tour y charlando, me dije: ‘Oh, me alegro de que seamos solo nosotros dos y no un grupo grande’ – porque habríamos tenido conversaciones diferentes o no habríamos tenido la oportunidad de conversar”.
Después de un día entero de turismo, desde maravillarse con la Acrópolis hasta buscar infructuosamente una placa dedicada a Platón y observar el ir y venir de los barcos en el puerto del Pireo, Cheryl y Preet volvieron juntos al St. George Lycabattus, a la terraza-bar del hotel.
“Tiene la mejor vista de la Acrópolis desde la distancia y de toda Atenas”, dice Preet.
Los dos se sentaron en un cómodo silencio, bebiendo vino tinto y observando cómo el cielo se teñía de escarlata y cobre sobre la histórica ciudad. Cheryl dice que fue una noche “preciosa”.
“Y luego dijimos: ‘Bueno, vete a tu habitación y te veré por la mañana’”.
A la mañana siguiente, Cheryl despidió a Preet mientras se dirigía al aeropuerto.
“Adiós para siempre”, dijo Cheryl mientras Preet subía a un taxi. Intentaba bromear para enmascarar un sentimiento de tristeza.
“Recuerdo que cuando vi partir su taxi, pensé: ‘Oh, no puede ser que sea la última vez que vea a ese tipo’. Sabía que iba a volver a verlo”, dice ahora.
Sin embargo, en ese momento, la realidad de volver a cruzar sus caminos “se sentía tan imposible”.
Los dos no intercambiaron números de teléfono ni datos de contacto.
“Pensamos en dejar que fueran unos días perfectos como buenos amigos, y no intentar mantenerlo por ningún otro medio”, dice Cheryl.
Un reencuentro canadiense
Un par de meses después, Cheryl viajó a Canadá para visitar a su familia. Mientras estaba allí, planeaba asistir a una conferencia en Toronto, y esperaba que Preet también asistiera.
Cheryl se decidió a seguir a Preet en Twitter y enviarle un mensaje para decirle que estaba en la ciudad.
Resultó que tenía razón: Preet asistiría a la conferencia. Los dos retomaron la conversación donde la habían dejado y, una vez más, pasaron horas charlando.
“Fue entonces cuando empezamos a pensar que quizá había algo más que una persona que había conocido en una conferencia”, dice Preet.
“Seguimos pasando más y más tiempo juntos y encontrando excusas para hablar”.
Cuando Cheryl estaba de vuelta en el Reino Unido, recibió un mensaje de Preet en Twitter.
Escribió que sentía algo por ella y quería saber si ella sentía lo mismo.
A Cheryl le había gustado Preet desde el primer día en el ascensor. Pero no creía que pudiera funcionar: la diferencia de edad y la distancia parecían una barrera insuperable. También le preocupaba lo que pensarían sus seres queridos si les decía que había empezado una relación con un hombre al que solo había visto dos veces.
Preet se sintió decepcionado, pero respetó sus límites.
“Simplemente pensé: ‘Muy bien, pues ya está’”, recuerda. “En mi mente, estaba resignado al hecho de que probablemente no volveríamos a estar en contacto nunca más”.
Pero tres días después, Cheryl envió otro mensaje.
“Olvídalo”, escribió. “Quiero estar contigo”.
Cheryl dice que decidió que valía la pena arriesgarse. Sabía que, de lo contrario, siempre se arrepentiría.
A partir de ahí, Preet y Cheryl comenzaron una relación a distancia. Se comunicaban por FaceTime cada que podían, y ayudó que Cheryl, que seguía estudiando el doctorado, visitaba a su familia en Canadá durante largas temporadas.
Preet también podía viajar al Reino Unido de vez en cuando, y los dos también se reunían en otros destinos del mundo, a menudo en lugares a los que Preet viajaba por negocios.
“Creo que nos esforzamos conscientemente por aprovechar al máximo el poco tiempo que teníamos juntos, lo que creo que probablemente ayudó y aceleró el viaje emocional”, dice Preet.
A los seis meses, en una de sus largas videollamadas, Cheryl le dijo a Preet que lo amaba.
Preet no le respondió. En cambio, se mostró un poco incómodo. Cuando la llamada terminó, Cheryl repitió el momento una y otra vez en su cabeza, preocupada por si él no correspondía a sus sentimientos.
“Luego, al día siguiente, llamaron a mi puerta y él ya había reservado vuelos para sorprenderme en Inglaterra, porque no quería decirme ‘te amo’ por FaceTime. Quería decírmelo en persona”.
Los temores de Cheryl sobre lo que pensarían sus seres queridos de la relación se disiparon rápidamente cuando sus amigos y familiares conocieron a Preet. Sus padres se enamoraron rápidamente de él. Después de todo, la madre de Cheryl había sospechado que le gustaba desde el principio.
Los amigos de Preet que habían estado en el ascensor aquel primer día también insistieron en que habían percibido la conexión desde ese momento. Y Cheryl también congenió rápidamente con la madre de Preet.
La familia de Preet es de origen indio, pero la pareja dice que no ha tenido que superar ninguna diferencia cultural en particular.
Preet bromea diciendo que sus principales diferencias culturales provienen de los años que Cheryl pasó en el Reino Unido y la perspectiva canadiense de él.
Y también están sus diferentes intereses. Cheryl ha asistido a algunos eventos de Fórmula 1 desde que están juntos, mientras que Preet asistió por primera vez a un concierto de Taylor Swift.
Sin embargo, los dos tienen mucho en común: su dedicación al trabajo y al estudio, así como su amor por los viajes, ver películas y asistir a comedias en directo. Pero siguen considerando que el amor mutuo por las conversaciones profundas es su mayor conector.
“Siempre, incluso desde la primera vez que estuvimos en el ascensor, la conversación fue muy fluida”, dice Cheryl.
Mirando al futuro
Después de tres años de una relación a larga distancia, Preet y Cheryl acabaron viviendo juntos en Toronto en 2020. Fue por casualidad: Cheryl aterrizó en Canadá justo cuando el país cerró sus fronteras al inicio de la pandemia.
“Estaba volando cuando Canadá anunció el confinamiento”, dice ella.
Durante ese año de aislamiento, la pareja tuvo muchas oportunidades de discutir su futuro. Decidieron que a largo plazo se establecerían en Londres: Cheryl está convencida de que el Reino Unido es su hogar, mientras que Preet está entusiasmado con una nueva experiencia.
“Lo veo como una aventura, además de, ya sabes, estar con la persona que amo. Así que, al final, fue una decisión bastante fácil”, dice.
El visado británico de Preet fue aprobado recientemente, y la pareja disfruta ahora de la vida en común en el Reino Unido, y planea una próxima boda.
“Nos comprometimos oficialmente sentados en el sofá durante la pandemia en Toronto. Pero fue una proposición muy poco romántica y poco ceremoniosa”, dice Preet, que organizó una segunda proposición a principios de este año, mientras la pareja estaba de vacaciones en el sur de Francia.
Los dos estaban en una azotea con vistas a Mónaco, disfrutando del champán en un balcón privado. Fue una velada espectacular, aunque Preet admite que habría sido más apropiado proponerle matrimonio en el ascensor al subir.
“Eso habría sido muy poético”, dice riendo. “Es que no soy tan creativo”.
Cheryl y Preet han viajado juntos en muchos ascensores desde aquel primero en el Lycabettus St. George, así que, naturalmente, no piensan en su encuentro en el ascensor cada vez que entran en uno.
Sin embargo, de vez en cuando, los dos repiten el momento en sus mentes, especialmente en los últimos meses, mientras planean su boda y reflexionan sobre las oportunidades fortuitas que los unieron.
“Para mí, la lección que me llevo es que no sabes lo que puede pasar”, dice Cheryl.
“Todo parece que debería ser así, muy natural y perfecto, y todas esas cosas. Así que mirar atrás y ver cómo se desarrolló todo parece un poco irreal”, dice Preet.
“Son todas esas pequeñas bifurcaciones en el camino que, si la situación hubiera sido un poco diferente, nada de esto habría ocurrido, lo cual es una locura, porque creo que somos almas gemelas”.