(CNN) – Una de las reiteraciones más comunes en política es que los votantes odian Washington y quieren que se elija a gente de fuera. Pero la victoria del senador Raphael Warnock en la segunda vuelta del Senado de Georgia este martes forma parte de una tendencia que sugiere que, al menos en 2022, eso no fue cierto.
Cada uno de los 29 candidatos en funciones del Senado que se postularon a la reelección ganaron. Las elecciones al Senado de este año marcaron la primera vez, en al menos un siglo, en la que ningún senador en funciones que se postuló a la reelección perdió.
¿Qué ocurrió? La mala calidad de los aspirantes, un mapa sin muchas contiendas competitivas en una época de gran polarización y un entorno nacional inusualmente reñido se combinaron para hacer historia.
Empecemos por el hecho de que los republicanos no fueron capaces de aprovechar los típicos vientos en contra de mitad de legislatura que se mueven contra el partido del presidente. Eso ocurrió en parte por la mala calidad de los candidatos.
Pensemos en los aspirantes a las candidaturas al Senado de mayor perfil (Arizona, Georgia y Nevada) en las que los republicanos esperaban derrocar a los demócratas. Todos los aspirantes tenían una favorabilidad neta negativa (favorable - desfavorable). Todos los senadores que se postularon a la reelección en estos estados tenían índices netos de favorabilidad positivos.
También hay que destacar que todos estos estados son aquellos en los que el presidente Joe Biden ganó en 2020.
Esto trae a colación un segundo punto importante: la lista de contiendas competitivas en este mapa del Senado era bastante pequeña.
La mayoría de estos mismos escaños del Senado se disputaron por última vez en 2016. Ese año, el partido que ganó la carrera presidencial en un estado también ganó la carrera al Senado. Dos de estos escaños del Senado cambiaron de partido en elecciones especiales en 2020, pero ambos cambios se produjeron en estados (Arizona y Georgia) que también cambiaron a nivel presidencial ese año.
De hecho, Wisconsin fue el único estado en el mapa del Senado de este año en el que el senador en funciones no era del mismo partido que ganó el estado en las elecciones presidenciales de 2020. Biden ganó ese estado por menos de un punto.
En una época en la que la polarización es alta, y en la que casi todos los candidatos eran de estados que su partido había ganado en las anteriores elecciones presidenciales, una de dos cosas tenía que ocurrir para que los candidatos perdieran: o bien los aspirantes tenían que ser mucho más apreciados que los senadores en funciones, o bien el entorno nacional tenía que ser muy favorable a uno de los dos partidos.
Ya hemos mencionado que los aspirantes republicanos en las contiendas más competidas con los demócratas en el poder no eran más populares que ellos. Lo mismo ocurría en Wisconsin, donde el candidato demócrata también tenía un índice de favorabilidad neto negativo.
Esto significaba que el entorno nacional tenía que inclinarse fuertemente hacia un partido para que fuera probable que un candidato en funciones perdiera. No fue así. En cambio, los candidatos demócratas y republicanos al Senado obtuvieron aproximadamente el mismo porcentaje de votos en todo el país al contabilizar todas las elecciones.
De hecho, fue una elección históricamente reñida a nivel nacional. El margen de votos acumulado a nivel nacional para el Senado será el más ajustado desde al menos 1990.
Curiosamente, el hecho de que ningún senador en funciones perdiera parece estar en consonancia con otras elecciones históricas de 2022.
Al igual que en el Senado, a los gobernadores en funciones les fue históricamente bien. Solo hubo un gobernador que perdió la reelección (Steve Sisolak, de Nevada). Esa única derrota es la menor de los gobernadores en ejercicio en ciclos en los que se postularon al menos 10 de ellos desde al menos 1948.
Y al igual que en las elecciones al Senado, el voto acumulado en las elecciones a gobernador fue más ajustado que en cualquier otro año de elecciones intermedias o presidenciales desde al menos 1990.
Resulta que pocos votantes parecían querer “echar a los vagos” en 2022. En realidad, los votantes parecían dispuestos a tener una mano firme en el gobierno en la que se favoreciera la permanencia en el cargo y un cambio mínimo. En una época dominada por la presencia del expresidente Donald Trump, eso es ciertamente notable.