(CNN) – En el aeropuerto de Bogotá, mientras los pasajeros ubicaban sus equipajes de mano, computadoras portátiles y bolsos en los compartimentos que se dirigían a la cinta transportadora para su inspección, un objeto destacó entre los demás: era un gato, y su dueño lo estaba metiendo en un bolso preparado para la cabina.
Para la mayoría de los viajeros, esto apenas sería perceptible. Sin embargo, a mí me alarmó. Soy muy alérgica a los gatos, vulnerable al asma alérgica, y un gato iba a estar en la misma cabina que yo durante el vuelo de seis horas de Air Canada.
¿Por qué se permiten los gatos a bordo? Sí, sé que también se permiten perros en la cabina. Sin embargo, el doble de personas son alérgicas a los gatos que a los perros, según el Colegio Estadounidense de Alergia, Asma e Inmunología.
El culpable es una proteína que se encuentra en las escamas secas de la piel, la saliva y la orina del animal. Es microscópicamente diminuta, tan pequeña como 2-5 micras.
“Estas partículas se transportan fácilmente a los recovecos más recónditos de los pulmones”, explica el Dr. Christopher Randolph, profesor clínico de Alergia, Inmunología y Pediatría de la Facultad de Medicina de Yale. Randolph, que trata a pacientes en su clínica de Waterbury, Connecticut, explica que las escamas son transportados por la caspa. “La caspa es el medio de transporte al que se adhieren los alérgenos de los gatos”, explica.
En otras palabras, no es el pelo lo que provoca los estornudos, el picor de ojos y el asma.
“La gente no es alérgica al pelo de los animales, sino a la caspa, que no está relacionada con la longitud o la cantidad de pelo”, subraya el especialista en alergia y asma Dr. Mark C. Jacobson, expresidente de la Sociedad de Alergia e Inmunología de Illinois.
“No hay razas hipoalergénicas de gatos o perros”, repiten él y otros especialistas a sus pacientes.
“Como la caspa es tan pequeña y pegajosa, se adhiere a la ropa, los muebles, el aire y los asientos de los aviones. El espacio reducido de un avión puede suponer un peligro para los pacientes alérgicos a los gatos”, dice Jacobson, y añade que limpiar el asiento es una buena idea.
Peligros de la exposición
Entonces, ¿qué puede hacer un pasajero alérgico a los gatos?
Tomar medicamentos que ayuden a prevenir los síntomas, aconseja Randolph. Esto incluye un antihistamínico que no produzca somnolencia, tomado una hora antes del vuelo, y dos inhalaciones de un inhalador de rescate (un inhalador azul como Ventolin que requiere receta médica) 15 minutos antes de abordar.
Una mascarilla, utilizada para protegerse del covid-19, podría ayudar a evitar que la caspa penetre en las vías respiratorias. Un filtro de aire HEPA, que la mayoría de las aerolíneas dicen utilizar, también podría ayudar, pero no si hay un gato sentado a tu lado.
Pero sentarse lejos de un gato no siempre es posible.
En mi viaje con Air Canada, pregunté a la asistente de vuelo dónde estaba el gato y se encontraba a solo tres filas detrás de mí. Sin embargo, no se me permitió moverme: el vuelo estaba lleno. Peor aún, me dijo que había otras mascotas en el avión, sin especificar si eran gatos o perros.
Las normas establecen que las mascotas deben permanecer en sus transportadoras, y estas deben guardarse debajo del asiento. La falta de espacio bajo el asiento es la razón por la que no se permiten en los asientos de primera línea y en algunas zonas de clase turista y business premium.
Un lugar en primera clase, quizás sería aún más seguro. Cuanto más cuesta el asiento, parece, menos posibilidades hay de exponerse a los gatos. Pero no todos los alérgicos a los gatos pueden optar por la parte delantera del avión.
Diferentes normas
Una cosa que pueden hacer los pasajeros de clase turista es llamar a la aerolínea con anticipación y pedir que les reserven un asiento al menos a cinco filas de distancia del gato más cercano. Es posible que la aerolínea sepa dónde se encuentran los gatos, ya que los pasajeros que quieran llevar a sus mascotas en cabina deben hacer una reserva para el animal con anticipación.
“Intentamos ser sensibles y alejarte de los gatos”, dice Jeff Lane, que trabaja en el departamento de accesibilidad de United Airlines. “Nos ocupamos de esto día tras día”, añade.
Ningún otro portavoz de las aerolíneas a las que contacté ha accedido a hablar de manera oficial. Los que respondieron a las preguntas sobre la política de sus aerolíneas se remitieron a su sitio web.
La sección de mascotas de la página web de una aerolínea suele indicar el número de maletas transportadoras permitidas en cada vuelo. Pueden ser dos, cuatro o incluso ocho. Este número varía, no solo entre aerolíneas, sino según el tipo de avión, e incluso según el destino.
Las normas son muy variadas.
United Airlines permite seis maletas para mascotas en la cabina de los aviones Boeing 767, 777 y 787. En los Airbus 319 y 320, se permiten cuatro mascotas en cabina.
American Airlines permite siete por vuelo, pero ninguna en vuelos transatlánticos. Además, no se permiten mascotas en el equipaje de mano hacia y desde Barbados, Jamaica, Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Uruguay, Venezuela, Reino Unido e Irlanda.
British Airways no permite animales en las cabinas, solo en la bodega. Air France permite seis en los vuelos internacionales. Emirates no permite animales en cabina, “salvo halcones entre Dubai y ciertos destinos de Pakistán”.
¿Se está haciendo algo al respecto?
¿Se está avanzando al menos en la concienciación del público y del sector aéreo sobre el problema de la alergia a los gatos?
“Llevamos desde 1985 intentando concienciar sobre la alergia a los gatos en las cabinas”, señala Tonya Winders, presidenta de la Global Allergy Airways Patient Platform, con sede en Virginia, una red de 82 grupos de pacientes, entre ellos la Asthma and Allergy Network.
Winders señala la Ley de Acceso a Compañías Aéreas de la Administración Federal de Aviación, que se supone protege a las personas con discapacidades, incluidas las alergias graves. Pero la única protección que ofrece el sitio web es un consejo: elija una aerolínea que no permita gatos en las cabinas, llame con anticipación y consulte a su médico.
Cacahuates vs. gatos
Mientras que algunas aerolíneas han retirado los cacahuates de la venta y los han prohibido en reconocimiento del riesgo que suponen para los alérgicos, no se han tomado medidas similares en relación con los gatos.
“Las aerolíneas deberían tomarse este asunto más en serio”, afirma Randolph, y añade que la situación actual de los gatos en las cabinas se resume en “cuidado con los pasajeros”.
Uno de los motivos de la mayor preocupación por los frutos secos es que las reacciones alérgicas a los cacahuates suelen ser dramáticas, pudiendo derivar en anafilaxia, que puede poner en peligro la vida.
“Rara vez vemos anafilaxia con gatos o perros”, señala Jacobs. “Estoy seguro de que la hay, pero no oímos hablar de ella”. Sin embargo, el especialista en alergias y asma ha visto reacciones extremas a los gatos”.
“Tengo varios pacientes que padecen asma alérgica desencadenada exclusivamente por los gatos. Estas personas han acabado en urgencias tras exponerse a los gatos”.
Pero esto no lo ven los pasajeros. Otra cosa que la mayoría de la gente no ve son los síntomas como jadeos y falta de aliento que persisten mucho tiempo después de la exposición a un gato.
Según Winders, de la Asthma and Allergy Network, “la concienciación sobre la alergia a los gatos en general es bastante alta porque es muy común, pero se entiende menos que puede causar síntomas graves. Hay que mantener una conversación importante sobre la alergia y el asma potencialmente mortales”.
La hubo, en Canadá, hace una década.
Un editorial de 2010 en el Journal of the Canadian Medical Association fue una plegaria atendida para los aviadores alérgicos a los gatos: afirmaba que “las personas alérgicas deben poder volar sin poner en riesgo su salud y no se les debe impedir viajar por miedo a estar confinados cerca de una mascota”.
Dos años después, la Agencia Canadiense de Transporte, en respuesta a las quejas de tres pasajeros alérgicos a los gatos, declaró que las aerolíneas debían dejar de permitir gatos en las cabinas o crear una zona de seguridad de cinco filas.
“Este tema estuvo en el radar entre 2012 y 2014”, señala Jenna Reynolds, CEO de Asthma Canada, asociada a la Asthma and Allergy Network. Pero para 2021, se había desvanecido. “Ahora la zona de seguridad es una fila”, dice Reynolds.
Y el problema para los alérgicos a los gatos puede empeorar.
Según la Asociación Estadounidense de Medicina Veterinaria, se prevé que la población felina de EE.UU. pase de 65 millones en 2020 a 82 millones en 2030, incluso superando a los perros.
Dado que la alergia a los gatos es la más extendida de todas las alergias a los animales de compañía, es probable que esto se traduzca en más estornudos y jadeos. ¿Se organizará la masa de pasajeros alérgicos a los gatos?
¿Tomarán nota las compañías aéreas a medida que más y más pasajeros pidan que se les aleje de los felinos que esparcen caspa?
No contengas la respiración.