(CNN) – Tras la primera ronda de partidos del Mundial de Qatar, los aficionados al fútbol africano se encontraron con un guión demasiado familiar. Cinco partidos jugados, tres derrotas, dos empates y solo Ghana, derrotada por Portugal, metió el balón en el fondo de la red.
Otro torneo decepcionante parecía avecinarse para el continente que Pelé, tres veces campeón del mundo, declaró en una ocasión que “ganaría el Mundial antes del año 2000”.
Esa cita se produjo tras la humillante actuación de Zaire en la fase de grupos del Mundial de 1974, que incluyó una derrota por 9-0 ante Yugoslavia. Zaire fue la primera nación subsahariana que participó en la Copa Mundial masculina.
Pero en Qatar, el panorama cambió: todos los equipos del continente ganaron un partido en su grupo por primera vez en la historia, dos selecciones superaron la fase de grupos —un récord conjunto — y Marruecos se convertirá en el primer equipo africano en jugar una semifinal.
Jugar un Mundial “en casa”
Con el telón de fondo de un torneo que parece cada vez más definido por la política y las corporaciones mundiales, los países africanos han aportado pasión en Qatar 2022 y han dado mucho orgullo a sus naciones.
La increíble destreza y el colorido del famoso grupo de hinchas senegaleses 12eme Gainde nunca dejaron de llamar la atención de los directores de las retransmisiones televisivas, mientras que el contingente de seguidores de Ghana y Camerún aportaba un rítmico paisaje sonoro similar a una conmovedora banda sonora cinematográfica cada vez que jugaban esas dos selecciones.
Pero ni siquiera los países subsaharianos han sido capaces de igualar la cacofonía que los hinchas marroquíes y tunecinos han aportado a este Mundial: cada despeje era recibido con vítores vociferantes, cada toque del rival era abucheado y silbado sin descanso.
Nada de esto habría sido posible si Qatar no hubiera albergado el Mundial.
Doha ha sido durante mucho tiempo no solo un centro de viajes en Asia, sino también en África. Tanto es así que viajar a Doha ha sido más fácil para la mayoría de los aficionados que en 2010, cuando el torneo se celebraba en suelo africano.
Una búsqueda en Google muestra que volar de Duala a Doha es más barato que a Johannesburgo. La ruta más barata de Casablanca a Johannesburgo es volar a través de Doha.
Pero no solo es el Mundial más asequible para los africanos, sino también el más accesible.
Qatar ha facilitado la obtención de visados a los aficionados africanos más que ningún otro anfitrión de la Copa Mundial, afirma Francis Nkwain, experto camerunés en fútbol y ejecutivo de medios de comunicación.
“Los obstáculos por los que tenemos que pasar [los africanos] para acceder a otras partes del mundo están muy infravalorados”, declaró Nkwain a CNN Sport.
“Conseguir visados fue un gran reto para Rusia. Fue un reto muy grande para Brasil [en 2014]”.
No hay que subestimar esa accesibilidad, que ayuda a convertir los partidos neutrales en partidos “en casa”, sobre todo para los países norteafricanos, que pueden contar con el apoyo de toda África y del mundo árabe, algo que el seleccionador de Marruecos, Walid Regragui, se ha apresurado a reconocer.
“Antes solo nos apoyaban los marroquíes”, declaró antes de la victoria contra España. “Ahora son los africanos y los árabes”.
No en vano, las naciones africanas son las que mejor rendimiento han ofrecido en este Mundial desde que el torneo se celebró en Sudáfrica, respondiendo al orgullo y la pasión de sus seguidores.
Se acabaron los “fontaneros”
Durante décadas, África ha producido algunos de los mejores jugadores del deporte rey, pero no siempre ha sido así para los entrenadores del continente.
La falta de infraestructuras para el desarrollo de entrenadores, unida a las escasas oportunidades que se les han brindado al más alto nivel, ha hecho que históricamente las naciones africanas hayan estado dirigidas en la mayoría de los casos por técnicos europeos.
En los círculos futbolísticos africanos, a estos entrenadores se les suele llamar —de forma poco halagadora— “fontaneros”.
Pero la tendencia de las naciones africanas a emplear entrenadores extranjeros está cambiando.
El seleccionador belga Tom Saintfiet, que a principios de este año dirigió a la debutante selección de Gambia hasta los cuartos de final de la Copa Africana de Naciones, afirma que hay que celebrar esta evolución.
“La mayor ventaja es que ahora los equipos africanos no eligen entrenadores caros y de renombre”, declaró Saintfiet a CNN Sport.
“Creo que eso fue un gran error del pasado, donde en 2010 … entrenadores como [Lars] Lagerbäck y Sven-Göran Eriksson … llegaron a África sin ninguna experiencia en el fútbol africano”.
Por primera vez en la historia, los cinco países africanos presentes en la Copa Mundial fueron entrenados por nacionales de su propio país, y todos cosecharon algún éxito en mayor o menor medida.
El más exitoso es Regragui, que está a la vanguardia de una revolución de entrenadores en África que está viendo a antiguos jugadores asumir funciones de entrenadores.
Apodado cariñosamente “Rass l’Avocat” (cabeza de aguacate) por su calva, Regragui ha triunfado en todos los lugares donde ha trabajado.
Condujo a un club marroquí de la zona media de la tabla, el FUS Rabat, al único título de liga de su historia, ganó la Qatar Stars League con el Al Duhail, antes de regresar a su país para ganar el doblete de liga y Liga de Campeones con el Wydad de Casablanca, cuando Regragui se convirtió en el segundo entrenador marroquí que conquistaba el título continental de clubes de África.
Y lo que es más importante, Regragui también forma parte de la primera cohorte de entrenadores que recibieron su licencia de entrenador profesional de la Confederación Africana de Fútbol a principios de este año.
Antes de la cohorte de Regragui, cualquier entrenador africano que quisiera obtener la licencia de entrenador continental habría tenido que viajar a Europa o a Asia para obtenerla.
Un cambio de mentalidad
Antes del certamen, Samuel Eto’o, presidente de la Asociación Camerunesa de Fútbol, hizo una predicción bastante descabellada, según la cual los cinco países africanos superarían sus grupos y la final se disputaría entre Marruecos y Camerún.
Fue muy ridiculizado por esa afirmación, pero sus comentarios irónicos tenían más que ver con cambiar la forma en que su nación y su continente se ven a sí mismos. Regragui hizo comentarios similares después de que Marruecos eliminara a España.
“En algún momento, en África tenemos que ser ambiciosos y, ¿por qué no ganar el Mundial?”.
Eto’o y Regragui hablan de un cambio muy necesario en la mentalidad de los países africanos, que deben aspirar no solo a participar, sino a competir en la máxima competición.
Pero si los países quieren mejorar la actuación récord de África durante Qatar 2022 en la próxima Copa Mundial, en la que competirán nueve selecciones africanas, habrá que mantener esa mentalidad positiva.
“Realmente creo que África debe creer en el hecho de que en los próximos años puede tener un campeón del mundo”, coincide Saintfiet.
“Espero que ocurra en 2026, que cada vez más equipos africanos acudan allí no para ser participantes, sino para competir con los mejores por ser campeones del mundo”.
Marruecos a la cabeza
Si bien jugadores como Yassine “Bono” Bounou, Achraf Hakimi, Hakim Ziyech y el seleccionador Regragui se llevarán la mayor parte del mérito por la histórica actuación de Marruecos, la Real Federación Marroquí de Fútbol (FMRF) también debe ser reconocida por el éxito de los Leones del Atlas en Qatar 2022.
Tras décadas de mediocridad futbolística, la FMRF, con el respaldo del rey Mohammed VI, decidió reformar la estructura futbolística del país.
En 2009, la FMRF inauguró su academia nacional de fútbol, la Academia de Fútbol Mohamed VI, que ayudó a formar a actuales jugadores internacionales como Nayef Aguerd y Youssef En-Nesryi, además de intentar descubrir talentos en la diáspora marroquí empleando a ojeadores de toda Europa para marcar a cualquier jugador juvenil seleccionable en Europa.
La federación también empezó a invertir en el fútbol femenino, desarrollando el fútbol en escuelas y clubes, y creando una estructura de liga nacional.
Financiada por la FMRF, Marruecos es actualmente el único país del mundo que cuenta con dos categorías de fútbol femenino totalmente profesionales.
La joya de la corona de la inversión futbolística marroquí es el Complejo de Fútbol Mohamed VI, a las afueras de Rabat.
El complejo de entrenamiento cuenta con cuatro hoteles de cinco estrellas, ocho campos homologados por la FIFA —uno de ellos cubierto en un edificio climatizado— y un centro médico que incluye un dentista.
Esa inversión, junto con una cosecha de talentos estelares y el mejor entrenador de África, ha catapultado a Marruecos a las semifinales del Mundial de Qatar.
De cara al próximo Mundial de 2026, África dispondrá de al menos nueve plazas, frente a las cinco que tenía en Qatar, algo que también podría tener un efecto transformador en las actuaciones africanas en la Copa Mundial.
Pero si las naciones que no se clasificaron, como Nigeria, Argelia, Costa de Marfil y Egipto —Argelia y Nigeria se perdieron Qatar por la regla de los goles fuera de casa—, quieren aprovechar el éxito visto en Qatar, tendrán que pensar en seguir el ejemplo de las cinco naciones que enorgullecieron al continente.
La FIFA está contribuyendo a ello invirtiendo casi US$ 600 millones en un ciclo de cuatro años para el desarrollo del fútbol masculino y femenino africano.
Todavía queda mucho trabajo por hacer, pero tras décadas de frustración y decepción africanas en la escena mundial, Qatar 2022 podría ser el punto de inflexión para transformar la suerte del continente y para que uno de sus equipos gane el Mundial.