(CNN) – Kateryna y su esposo Oleg soportan día a día, lo mismo que todos los ciudadanos de Kyiv: largos apagones, horas sin conexión a Internet y el temor constante por el próximo bombardeo de misiles.
Pero en los comienzos de 2023 también se están preparando para la llegada de los gemelos. Kateryna, de 34 años, está embarazada de ocho meses. CNN acordó usar solo los nombres de pila de ella y de Oleg para resguardar su privacidad.
No está pudiendo descansar demasiado antes del gran día. Las sirenas antiaéreas suenan casi todos los días, el sonido de las explosiones se ha vuelto demasiado familiar. Sus vidas están marcadas por los cortes de energía programados, ya que la electricidad se comparte entre las regiones para mitigar el impacto de los ataques de Rusia contra la infraestructura energética de Ucrania.
“En la víspera de Año Nuevo, traté de tomar una siesta”, le dijo a CNN desde su casa en los suburbios de Kyiv. “Pero me desperté con el sonido de las explosiones, que continuaron durante la noche. Las sirenas estuvieron encendidas durante gran parte de la noche, hasta las 4:30 a. m.”, contó.
Es difícil para los residentes distinguir entre el sonido de las defensas aéreas en funcionamiento y el impacto de los misiles de crucero y los drones rusos.
“No me importan los apagones”, dijo Kateryna, “pero sí nos preocupa la próxima ola de misiles rusos. ¿Seremos nosotros? Es como un riesgo constante”.
Un distrito cercano, Vyshhorod, fue atacado hace un mes. La naturaleza indiscriminada de los bombardeos implica que los distritos residenciales corren tanto riesgo como las centrales eléctricas y las líneas ferroviarias. Docenas de centros de salud en Ucrania, incluidos hospitales infantiles y maternidades, han sido atacados desde el comienzo del conflicto.
Cuando las sirenas no suenan, dijo Kateryna, hay un nuevo ruido en su vecindario: el parloteo de los generadores mientras los hogares y negocios intentan compensar el estar sin electricidad hasta 12 horas al día.
“Son los cascabeles de esta Navidad”, dijo.
A pesar de los peligros y de la llegada inminente de los gemelos, Kateryna todavía viaja al centro de Kyiv dos veces por semana para usar uno de los espacios de trabajo que han surgido en la capital ucraniana.
Estos espacios se han profesionalizado bastante, con muebles, calefacción, iluminación e internet confiable, provista a través de terminales Starlink, compradas a la empresa de Elon Musk.
Kateryna trabaja en logística y ayuda a importar grandes contenedores a Ucrania. Es más que un medio de vida: también es una forma de contribuir al esfuerzo de guerra.
Kateryna y Oleg tienen más suerte que la mayoría de los ucranianos porque tienen un pequeño generador en casa, aunque lo usan con moderación. Siempre existe el riesgo de quedarse sin diésel. El aparato utiliza un litro de combustible por hora y necesita enfriarse cada cuatro horas. Así, tienen que elegir qué electrodomésticos usar, o las luces o la lavadora, dijeron.
Cuando nazcan los gemelos, saben que necesitarán usarlo aún más.
Pero vivir en Kyiv durante la guerra de Rusia contra Ucrania implica estar preparado. Kateryna y Oleg tienen armarios llenos de baterías, cargadores portátiles y linternas. Si la campaña rusa de misiles contra la infraestructura ucraniana continúa, como la mayoría espera, los cortes de energía programados pueden volverse menos predecibles, dando lugar a más cortes de emergencia.
Aunque hay comida en los negocios, Kateryna explica que a veces tiene “que comprar con una linterna”. Tienen cerca de dos meses de suministros de alimentos en su casa, en caso de que la situación empeore.
Al igual que muchas personas de Kyiv, Kateryna y Oleg se mudaron de la capital a un área más segura en el oeste de Ucrania cuando comenzó la invasión, en febrero pasado. Pero nunca quisieron salir del país. Y pronto sintieron algo que los empujaba de regreso a la ciudad.
“Tengo un trabajo aquí; Oleg también tiene un trabajo aquí y no puede trabajar de forma remota. Tenemos muchos amigos aquí, esta nuestra casa. Para mí es una pesadilla mudarme a otro lugar”, dijo Kateryna.
Kateryna siente que ambos están comprometidos en el esfuerzo común por asegurar el futuro de Ucrania. En los primeros meses de su embarazo, ayudó a las organizaciones de voluntarios ucranianos a recaudar fondos para ropa de abrigo y equipo para el Ejército ucraniano, dijo.
“La empresa para la que trabaja mi marido tiene un fondo y ayudan a los combatientes ucranianos que están en primera línea con equipos como drones y camionetas. Ayudamos a recaudar dinero para ese equipo”, dijo.
Como muchos otros ucranianos, ayudaron a una familia que había huido del frente antes de la guerra. La madre había dado a luz en medio del bombardeo ruso de su ciudad natal de Kreminna, en la región oriental de Luhansk. Cuando la familia se instaló en un suburbio de Kyiv, Oleg y Kateryna los ayudaron dándoles abrigo y comida.
Kateryna dice que no tiene miedo de convertirse en madre en tiempos de guerra. Ella y Oleg quieren que sus hijos crezcan en un entorno completamente opuesto a la vida bajo la ocupación rusa.
“Realmente quiero que mis hijos vivan en una Ucrania libre, quiero que estén seguros. Tienen derecho a la seguridad y a la protección al igual que todos los demás niños del mundo. No quiero que vivan con miedo de morir por un cohete ruso, deben ser felices y estar despreocupados”, dijo.
Su única preocupación, más allá de dar a luz a niños sanos, es la posibilidad de estar acostada en el hospital en medio de otra ola de ataques con misiles. En ese momento apostará por rezar, dijo.