(CNN) – Un mar de gente, vestida con los colores amarillo y verde de la bandera brasileña, sube al tejado del edificio modernista del Congreso en la capital, Brasilia, según muestra un video compartido en las redes sociales.
En primer plano, se puede ver a agentes de la policía militar del Distrito Federal de Brasil, que incluye Brasilia, de pie, charlando o filmando a la multitud a la distancia.
Su calma contradice el caos que se desató el 8 de enero. Durante unas cuatro horas, miles de partidarios de ultraderecha del expresidente Jair Bolsonaro irrumpieron en los tres poderes del gobierno de Brasil: el Congreso, el Supremo Tribunal y el palacio presidencial, abrumando a las fuerzas de seguridad y pidiendo la destitución del actual presidente, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva.
La violencia ha conmocionado al país, y muchos quieren saber cómo tantas personas consiguieron entrar en algunos de los edificios más protegidos de la nación sin apenas resistencia. Aumentan los interrogantes sobre si los miembros de las fuerzas de seguridad encargados de proteger la zona y sus líderes estaban simplemente desbordados, eran incompetentes o incluso ayudaron activamente a los manifestantes.
Altos funcionarios brasileños afirman que ese día no se llevaron a cabo los planes de seguridad acordados previamente.
CNN ha analizado una serie de videos y transmisiones en vivo publicadas en las redes sociales para estudiar las fallas de seguridad que permitieron que se produjera una insurrección con tan extraordinaria facilidad y ha descubierto que algunos agentes parecían amistosos con los agitadores, mientras que muchos otros parecían lamentablemente mal preparados para hacer frente a la turba enfurecida. CNN no ha identificado ni hablado con los agentes que aparecen en los videos.
Los videos muestran a algunos policías de pie observando a los manifestantes mientras irrumpían en el Congreso; uno de ellos incluso filmó los hechos. Créditos: YouTube, Twitter y Telegram.
Las autoridades que investigan los disturbios, como el Supremo Tribunal, han señalado a funcionarios de Brasilia, y varios jefes de seguridad del Distrito Federal han sido despedidos o han recibido órdenes de detención por presunta colusión desde los disturbios del domingo.
“La policía de Brasilia pasó por alto [la amenaza de atentado], la inteligencia de Brasilia la ignoró”, afirmó Lula un día después de la insurrección. Lula dijo que en las imágenes era fácil ver a “policías hablando con los atacantes. Hubo una colusión explícita de la policía con los manifestantes”.
Las sospechas de “colusión” han sido alimentadas por la estrecha relación de su predecesor Bolsonaro con los militares durante su presidencia, llenando su entonces gabinete de jefes militares. En las semanas previas a la insurrección, los partidarios del exlíder y excapitán del Ejército, que nunca reconoció explícitamente su derrota electoral en octubre, acamparon frente a cuarteles del Ejército en todo Brasil, pidiendo una intervención militar para anular la victoria de Lula.
Bolsonaro ha hecho afirmaciones falsas de fraude electoral, sembrando dudas sobre la legitimidad de las elecciones. Se fue a Florida más de una semana antes de la insurrección.
Lula también acusó el jueves a algunas personas de las fuerzas armadas de complicidad. “Hubo muchos cómplices. Hubo muchos de la (policía militar), muchos de las fuerzas armadas cómplices”, dijo durante una rueda de prensa.
El presidente de Brasil dijo que no piensa en los sucesos del 8 de enero como un “golpe”, sino como una “cosa menor, una banda de locos que no se han dado cuenta de que las elecciones ya terminaron”.
La policía militar del Distrito Federal no ha respondido a las preguntas de CNN sobre las supuestas fallas de seguridad de sus fuerzas. Tampoco lo ha hecho el Comando del Ejército en Brasilia, que aún no se ha pronunciado públicamente sobre los disturbios.
Los videos tomados el 8 de enero sugieren una presencia de seguridad reducida en comparación con la toma de posesión de Lula una semana antes, en el mismo complejo gubernamental, cuando se desplegaron más de 8.000 efectivos de las fuerzas militares y civiles.
El 8 de enero, solo había 365 policías militares trabajando en la zona. Después de que Lula autorizara una intervención federal sobre las 6:00 p.m., hora local de esa noche, se convocó a otros 2.913, según declaró a CNN un portavoz del Distrito Federal encargado de la operación. La dirección de la oficina ha cambiado desde los disturbios del 8 de enero.
El Ejército y la Policía civil no respondieron a la solicitud de información de CNN sobre el número de efectivos desplegados en la zona el domingo.
La Policía Militar está investigando los sucesos del 8 de enero e “iniciará procedimientos para investigar” la supuesta conducta de “agentes de policía que se comportaron de forma diferente a como (se) suponía que debían hacerlo”, declaró esta semana Ricardo Cappelli, jefe interino de seguridad del Distrito Federal de Brasilia, que asumió el cargo el domingo tras el despido de su predecesor.
Días de planificación
Las protestas del domingo se habían organizado abiertamente en Internet días antes y los servicios de inteligencia conocían sus planes. Las conversaciones de Telegram vistas por CNN muestran a personas que ya el 5 de enero enviaban mensajes sobre sus intenciones de asaltar el Congreso de Brasil.
En uno de los mensajes se menciona un plan para utilizar la aplicación telefónica Zello, que funciona como un walkie talkie, en caso de que se interrumpiera el Internet. La misma aplicación fue utilizada por algunos alborotadores del Capitolio de Estados Unidos el 6 de enero de 2021.
Otras personas compartieron mapas detallados de la zona parlamentaria, en los que se señalaban claramente los edificios del Congreso y el Senado como punto de reunión.
La agencia de inteligencia de Brasil dijo que emitió alertas diarias antes del 8 de enero al gobierno y al gobierno del Distrito Federal, advirtiendo que las protestas serían grandes y violentas, informa CNN Brasil.
Su información de inteligencia se basaba en una advertencia de la agencia de transportes del país de que se había fletado un volumen inusual de autobuses con destino a Brasilia. Tanto el ministro de Justicia, Flávio Dino, como el entonces gobernador del Distrito Federal, Ibaneis Rocha, aliado de Bolsonaro, fueron notificados, dijo la agencia de inteligencia.
A pesar de las advertencias, el 7 de enero Rocha declaró a Metrópolis, un portal de noticias del Distrito Federal, que la protesta seguiría adelante en la Explanada, una franja de césped rodeada de edificios gubernamentales que conduce directamente a las sedes del poder en Brasil.
En una rueda de prensa celebrada un día después de los disturbios, el ministro de Justicia, Dino, dijo que se habían acordado planes especiales de seguridad con el Distrito Federal, encargada de la defensa del complejo gubernamental y estaba dirigido por Rocha, pero que no se materializaron el 8 de enero. Hubo un “cambio de orientación administrativa ayer en el que la planificación, que no permitía la entrada de personas a la Explanada, fue modificada en el último minuto”, dijo.
Rocha fue destituido de su cargo durante tres meses el domingo. Dijo que respetaba la decisión en un comunicado oficial y también había pedido disculpas a los funcionarios, incluido Lula, por lo sucedido ese día, diciendo que su equipo “no creía en absoluto que las manifestaciones tomarían las proporciones que tomaron”. CNN se puso en contacto con Rocha para obtener comentarios.
Cuando los manifestantes, como estaba previsto, acudieron en masa el 8 de enero, apenas encontraron resistencia.
Partiendo de su campamento frente al cuartel general del Ejército, caminaron más de 7 kilómetros por la principal avenida de Brasilia, el Eje Monumental, hasta el Congreso.
Antes de la irrupción en el Congreso, una larga fila de manifestantes marcha hacia el complejo gubernamental. En un video, un oficial de la policía militar parece dar un pulgar hacia arriba mientras estrecha la mano a la multitud a favor de Bolsonaro que camina por la avenida. Algunos incluso dan palmadas en la espalda a los agentes.
La policía militar intentó detener a los manifestantes junto a la Explanada de los Ministerios a lo largo del Eixo Monumental sobre las 14:25 hora local, según muestra un video en vivo publicado en YouTube por un manifestante y revisado por CNN. Pero los manifestantes se abalanzaron rápidamente sobre ellos y rompieron las barricadas. La policía intentó rociar con gas pimienta a algunos de ellos mientras intentaban mantener la barricada, pero se vieron desbordados.
La multitud llegó al exterior del Congreso sobre las 14.45 hora local. Los videos mostraron a algunas unidades de la policía federal y militar intentando bloquearles el paso, pero se vieron superadas en número.
Se desató el caos.
Otro intento de la policía militar de Brasilia de utilizar gas pimienta contra los manifestantes fracasó. Los agentes, que se encontraban detrás de una línea de barricadas metálicas, se vieron rápidamente desbordados por la multitud, que tiró las barricadas al suelo.
La policía se enfrenta a los manifestantes con gas pimienta cuando se acercan al Congreso, pero se ven rápidamente desbordados. Crédito: Twitter
Libres para deambular por la Praça dos Três Poderes (Plaza de los Tres Poderes), miles de partidarios de Bolsonaro subieron la rampa que conduce al Congreso, que alberga el Senado y la Cámara de Diputados. Entraron en los edificios poco antes de las 15.00 horas.
Los videos del interior muestran sillas volcadas y documentos esparcidos por el suelo mientras la multitud marcha coreando consignas a favor de Bolsonaro.
Al desaparecer las barricadas, varios policías militares se limitaron a observar la escena. Uno de ellos incluso filmó a los manifestantes subiendo al tejado del Congreso.
Mientras tanto, fuera del edificio del Congreso, se ven dos camionetas de la policía federal con humo saliendo de sus ventanas, según muestra el video. Una de ellas se salió de la carretera medio sumergida en un lago.
El mar de manifestantes se trasladó también al Supremo Tribunal y al Palacio Presidencial. Una vez más, los agentes parecían incapaces de controlar la situación. Algunos que iban a caballo fueron atacados cerca del Tribunal, tirados al suelo y golpeados por los alborotadores.
Al final, la muchedumbre consiguió entrar también en estos edificios y sembrar el caos.
Los videos mostraron poca coordinación entre las divisiones policiales y dejaron a algunos agentes desbordados por la multitud. Crédito: TikTok y Telegram
Lula ha sugerido que alguien dejó deliberadamente las puertas del palacio sin cerrar. Estaba “abierta para que estas personas entraran porque no hay ninguna puerta rota. Significa que alguien les facilitó la entrada”, declaró a la prensa el jueves.
Mientras espera a que las cosas se aclaren señaló, “quiero ver todas las cintas grabadas dentro del Supremo Tribunal, dentro del palacio. Había muchos agentes coludidos. Había mucha gente de la Policía Militar coludida”, añadió.
Los videos del 8 de enero encontrados en Internet parecen transmitir el caos del momento.
En un video, los oficiales parecen esforzarse por coordinarse y comunicarse, a la vez que las fuerzas de seguridad parecen desbordadas en su intento de retomar el control.
Un oficial de la policía militar grita a los soldados del batallón de la guardia presidencial que luchen contra los invasores mientras permanecen junto al Palacio presidencial de Planalto.
“¡Manda a tus tropas, maldita sea!”, grita al comandante del batallón.
Pero los soldados parecen indecisos, y su líder permanece en silencio mientras luchan por tomar decisiones mientras se enfrentan a la horda.
Cuando se acercan las siete de la tarde, hora local, la Policía y el Ejército controlan por fin la situación. Una transmisión en vivo en YouTube muestra a la multitud saliendo del tejado del Congreso y abandonando el complejo gubernamental.
Dos horas más tarde, Bolsonaro condena los acontecimientos del día, diciendo que “las manifestaciones pacíficas, respetando la ley, son parte de la democracia. Sin embargo, depredaciones e invasiones… están fuera de regla”.
La respuesta de Brasil a los disturbios ha sido rápida. Los campamentos a favor de Bolsonaro frente a los cuarteles del ejército fueron desalojados, y una nueva ronda de protestas el 11 de enero nunca se materializó.
El viernes, el Supremo Tribunal accedió a las peticiones de la fiscalía de investigar a Bolsonaro por su presunta implicación en los ataques. Su abogado ha refutado las acusaciones, diciendo que Bolsonaro siempre “rechazó todos los actos ilegales y criminales … y siempre ha sido un defensor de la Constitución y la democracia”.
Altos funcionarios han apuntado a los aliados de Bolsonaro que aún trabajan en el gobierno, incluido Anderson Torres, quien estaba efectivamente a cargo de la seguridad de la Plaza de los Tres Poderes, donde se encontraban los edificios gubernamentales.
El Supremo Tribunal de Brasil ordenó el martes el arresto de Torres, quien anteriormente fue ministro de Justicia de Bolsonaro y asumió el papel de secretario de seguridad del Distrito Federal en enero, y del excomandante de la policía militar del distrito, Fabio Vieira.
La orden acusa a ambos de intento de golpe de Estado, actos terroristas, daños a la propiedad pública, asociación criminal y abolición violenta del Estado de derecho. También sostiene que “la ausencia de la necesaria actuación policial” durante los disturbios se debió a la “omisión y colusión de varias autoridades del área de seguridad e inteligencia”.
Torres, que fue despedido el domingo junto con Vieira, había viajado a Florida el 7 de enero, un día antes de los disturbios. No está claro si se reunió con Bolsonaro, que también se encontraba en Florida, tras haber abandonado Brasil en diciembre, días antes de la toma de posesión de Lula.
El exsecretario de Seguridad ha negado enérgicamente cualquier implicación en los disturbios. “Lamento profundamente estas hipótesis absurdas de cualquier tipo de colusión de mi parte”, tuiteó el domingo, y escribió días después que regresaría a Brasil y combatiría las acusaciones.
Fue detenido a su regreso a Brasil el sábado, según informes de CNN Brasil.
El jueves, la Policía Federal anunció que, durante un registro en el domicilio de Torres, encontró un proyecto de decreto que proponía anular las elecciones presidenciales de octubre. Torres ha negado ser el autor.
CNN se puso en contacto con su abogado para obtener comentarios.
Los investigadores están buscando a los financiadores y líderes de los disturbios, una tarea poco envidiable debido a la falta de liderazgo formalizado de los manifestantes, dijo a CNN Michele Prado, experta sobre la ultraderecha brasileña.
“A pesar de esta fluidez y horizontalidad de los líderes (de las protestas)”, hay miles de personas en Internet que siguen compartiendo posiciones extremistas, añadió.
– Henrik Pettersson, Patrick Gallagher, Agne Jurkenite y Gabrielle Smith contribuyeron con este reportaje. Con información de Marcia Reverdosa y Camilo Rocha desde Sao Paulo.