(CNN Español) – “Hay un montón de rusos aquí”, dice en inglés Sviatoslav, un ruso de 28 años que reside en Argentina y prefiere no dar su apellido. Llegó con su familia en noviembre para que nazca aquí su segundo hijo y aún no hablan español.
Ellos forman parte de las parejas rusas que deciden vivir y dar a luz en Argentina, un fenómeno que viene creciendo desde comienzos de 2022. Y tienen muchas razones para elegir Argentina como un lugar donde tomar distancia de su país, donde la invasión a Ucrania y la guerra en marcha desde febrero del año pasado han creado un estado de incertidumbre y aislamiento internacional.
El país del Cono Sur es uno de los que no les exigen visas a los viajeros rusos, y donde además de la calidad de la medicina, también pueden residir legalmente con solo tener un hijo nacido allí, y dos años más tarde convertirse en ciudadanos.
“Empezamos a percibir el aumento gradual desde principios de 2022, muy gradual al principio con una proyección, un crecimiento casi exponencial hacia fin de año”, sostiene el Dr. Guido Manrique, jefe de Obstetricia del Sanatorio Finochietto, una de las clínicas privadas más elegidas por las madres rusas para tener a sus hijos.
Aunque no hay estadísticas oficiales disponibles, tan solo en el Finochietto los números son elocuentes: a principios de 2022, tenían solo uno o dos partos por mes. Pero en diciembre, de un total de 180 partos, 50 correspondieron a madres rusas.
La mayoría de las mujeres rusas que vienen a dar a luz no hablan español y muchas acuden a las visitas médicas y al parto con traductores que se suman al equipo médico, apuntan desde el sanatorio.
“En algunos casos, cuando el paciente no trae una traductora, a veces con el inglés se puede porque es el idioma más universal. Muchas tienen un buen manejo, pero hay algunos pacientes que por ahí tienen un manejo más limitado y en esos casos debemos recurrir a las aplicaciones de celular, con lo cual se logra una comunicación aceptable, digamos”, explica el Dr. Manrique.
¿Por qué eligen Argentina?
“Es porque es un país en el que no se requiere visa. Es un país muy libre”, afirma Hanna Shaforostova, una refugiada ucraniana de 28 años que llegó al país hace ocho y que, desde hace unos meses, ayuda a las madres rusas que quieren establecerse en el país.
“Nunca pensé que viviría en Latinoamérica. Es realmente, realmente lejos de Rusia”, sostiene Sviatoslav, que trabaja de forma remota para una compañía francesa y está casado con Vera.
Vivían en Moscú, tienen dos hijos y estaban construyendo su casa allí. Pero poco tiempo antes de la llegada del último, Daniel, decidieron venir a Argentina para que nazca en este país latinoamericano.
“Creo que es como otra vida. No sabía qué iba a pasar en Rusia el próximo año o los próximos cinco años. Están pasando cosas realmente terribles en Ucrania y otras en Rusia. Entonces, no estoy seguro si será un buen país para vivir en los próximos diez años o algo así”, explica mientras pasea junto a sus hijos por un parque del barrio de Palermo.
“Aquí la gente es mucho más abierta”, comenta, y agrega: “Fue raro ver gente haciendo deportes o yoga en los parques. Nosotros no tenemos eso en Moscú”
Papeles, buen trato y costos
Hay varios motivos por los que los rusos ven atractiva a Argentina: es uno de los pocos países a los que actualmente pueden ingresar sin visa y tramitar la residencia legal, lo que les permitirá ser ciudadanos argentinos tras dos años de residencia.
El pasaporte argentino además permite ingresar a más de 170 países sin visa, muchos de los cuales actualmente están vedados para los rusos por las sanciones relacionadas con la guerra en Ucrania.
Además, para quienes quieren ser padres hay otras razones: sus hijos automáticamente son argentinos solo por nacer en el país y destacan la alta calidad en la atención médica para las embarazadas, que es mucho más barata que en otros países, o incluso gratuita en los hospitales públicos.
“Tengamos en cuenta que no es lo más común que una madre en un tercer trimestre de embarazo deje su lugar, su familia, su negocio, su pertenencia, su zona de confort para ir a parir a otro país. Entonces, para nosotros, desde la obstetricia es un boom, es una cosa nueva”, sostiene Manrique.
“Una mujer que tuvo su parto en Rusia ya nunca va a querer tener un hijo en Rusia, ¿por qué? Porque las tratan bastante mal, te dicen que no grites, que te acuestes, que no camines, no te dan tener un lindo parto y acá sí hay todo para tener un lindo parto”, afirma Shaforostova, quien dice que en Ucrania no es muy distinto el trato.
Ella, que se casó en Argentina y tiene dos hijos, cada día recibe más consultas de rusas que quieren dar a luz en Argentina y establecerse en el país: entre 40 o 50 diarias. “Yo todo el día estoy con llamadas y mensajes. Me llegan muchas consultas”, cuenta.
La economía también pesa: la vida en general en Argentina es más barata que en Rusia, sobre todo para quienes ganan en rublos o en dólares, y las agencias que ayudan a las rusas a establecerse en el país sostienen que un parto en una clínica privada argentina es mucho más barato que en otros países de la región.
“El hospital fue realmente bueno. Mucho mejor y mucho más barato que Rusia”, relata Sviatoslav. Su mujer, Vera, tuvo un parto en Moscú y otro en Buenos Aires y muestra las fotos de la comida que le daban en manos lugares: la de la clínica de Buenos Aires es mucho más abundante y parece un plato de un restaurante.
La no discriminación es otro de los puntos que destacan los rusos en Argentina: “Es un país muy amigable para los inmigrantes”, dice Sviatoslav.
“Jamás tuvimos discriminación. Es un trato espectacular. Los rusos que llegan se sorprenden del buen trato que tienen acá”, agrega Shaforostova.
La libertad es otro punto que, dicen, pesa. Y mucho.
“Mucha gente decía: ‘¿Y por qué los rusos no salen a la calle para decir que están contra la guerra?’. No pueden. Yo conozco casos en que la policía estaba metiéndose en los departamentos. No se puede hablar mal de Putin”, afirma, categórica, Shaforostova.
Víctor Feshchenko, que llegó a Buenos Aires a fines de diciembre, lo confirma. “Yo no soy activista, pero participé de algunas marchas. Pero en dos protestas grandes, la policía llegó a la casa de mis padres y advirtió que no fuera a esas demostraciones”.
Por eso, no todos vienen a tener sus hijos o porque sea sencillo tener un pasaporte argentino.
“No pensábamos tener un hijo para legalizarnos en Argentina o para recibir la nacionalidad argentina. No, solo queremos un hijo y lo queremos donde estemos. Como es Argentina, posiblemente, vamos a tener un hijo aquí”, sostiene con un español bastante claro, aprendido en sus años de universidad en Moscú.
Huyendo de la guerra
Feshchenko y Lisa vivían originalmente en Moscú. Pero cuando comenzó la guerra decidieron abandonar Rusia y finalmente llegaron a Buenos Aires en diciembre.
“Cuando la guerra empezó nos dijimos que no podíamos estar en el país que comenzó el conflicto y el que mata a nuestros vecinos. Muere el pueblo del país que nos gusta mucho y donde pasamos días de nuestra vida y decidimos que no queríamos ayudar a la economía de Rusia con nuestros impuestos”, afirma.
Por eso, primero fueron a Georgia, país vecino para el que no necesitaban visa. Pero al ver que la guerra continuaba comenzaron a buscar otras opciones: no querían estar en un país cercano a Rusia porque los consideran inestables y Europa, por las sanciones impuestas, está cerrada para los rusos.
“Y por eso decidimos buscar algo en América Latina y nuestros amigos llegaron a Argentina en julio para trabajar. Ellos trabajan remoto para Rusia. Y nos dijeron que Argentina es un buen país y todo está bien aquí, excepto por la economía”, explica Feshchenko.
Si bien trabajan de forma remota para Rusia, lo que les asegura un buen sueldo para los estándares argentinos, reunirse con su dinero es complicado.
“Los problemas de la economía argentina, combinados con problemas de sanciones a Rusia, son un cóctel muy grave”, dice entre risas.
Debido a las restricciones cambiarias argentinas, usar tarjeta de crédito es desventajoso para los extranjeros. Les conviene cambiar sus dólares en el mercado informal o recibir giros, que son liquidados a una cotización similar.
“Enviamos el dinero de Rusia a Georgia, donde tenemos nuestras tarjetas. De Georgia enviamos a otros países europeos o Estados Unidos a nuestros amigos o familiares y ellos nos envían de sus países a Argentina”, explica.
Sviatoslav también apela a las criptomonedas. “Para traer el dinero aquí hay dos maneras: si tienes una billetera de criptomonedas o si tienes algunos amigos que vivan en otro país y puedan traerte el dinero o usar Western Union”.
A pesar de las complicaciones, el cambio los ayuda. “Los precios son bajos si los comparamos con Moscú y por eso con nuestros sueldos podemos vivir aquí bien. No como millonarios, pero podemos vivir bien”, apunta Feshchenko.
De a poco los rusos recién llegados van adaptándose a la vida en Argentina y, sobre todo, aprendiendo el idioma, uno de sus principales desafíos. Pero también van formando su comunidad: solo en un grupo de Telegram hay más de 3.700 personas que comparten sus dudas y experiencias en el país.
“Creció mucho”, dice Shaforostova, y adelanta: “En febrero va a explotar porque va a venir mucha más gente. Ya me están contactando para venir en febrero. Es mucha gente”.