Morning light from window of  airplane wing

Nota del editor: CNN presenta el trabajo de The Conversation, una colaboración entre periodistas y académicos para proporcionar análisis y comentarios de noticias. El contenido es producido únicamente por The Conversation.

(CNN)– Cuando reservas un vuelo, ¿piensas alguna vez en qué asiento te protegerá más en caso de emergencia? Probablemente no.

La mayoría de la gente reserva asientos por comodidad, como espacio para las piernas, o por conveniencia, como fácil acceso a los baños. Los pasajeros frecuentes (incluido este autor) pueden reservar su asiento lo más cerca posible de la parte delantera para poder desembarcar más rápidamente.

Rara vez reservamos un vuelo con la esperanza de conseguir uno de los asientos centrales de la última fila. Pero ¿sabes? Estadísticamente, estos asientos son los más seguros del avión.

Viajar en avión es seguro

Antes de entrar en materia, debo reiterar que viajar en avión es el modo de transporte más seguro. En 2019, hubo algo menos de 70 millones de vuelos en todo el mundo, con solo 287 víctimas mortales.

Según el análisis de los datos del censo realizado por el Consejo Nacional de Seguridad de Estados Unidos, las probabilidades de morir en un avión son de aproximadamente 1 entre 205.552, frente a 1 entre 102 en un auto. Aun así, prestamos poca atención a los accidentes mortales de tráfico, pero cuando nos enteramos de que un ATR72 se estrelló en Nepal es la noticia principal de todas las páginas de noticias.

Nuestro interés por los accidentes aéreos puede radicar en querer entender por qué ocurren, o qué probabilidades hay de que vuelvan a ocurrir. Y tal vez no sea algo malo; nuestra preocupación garantiza que estos trágicos incidentes se investiguen a fondo, lo que contribuye a mantener la seguridad del transporte aéreo.

Francamente hablando, no hay necesidad real de preocuparse por la seguridad cuando abordas un vuelo comercial. Pero si todavía tienes esa pregunta persistente en la cabeza, impulsada por mera curiosidad, sigue leyendo.

El asiento del medio, al fondo

Cabe recordar que los accidentes, por su propia naturaleza, no se ajustan a las normas. En el accidente del vuelo 232 de United, en 1989, en Sioux City, Iowa, 184 de las 269 personas a bordo sobrevivieron al accidente. La mayoría de los sobrevivientes estaban sentados detrás de la primera clase, hacia la parte delantera del avión.

Sin embargo, una investigación de TIME –que analizó 35 años de datos sobre accidentes aéreos– descubrió que los asientos del medio en la parte posterior de un avión tenían la tasa de mortalidad más baja: un 28 %, frente al 44 % de los asientos del pasillo central.

Lógicamente, esto también tiene sentido. Sentarse junto a una fila de salida siempre le proporcionará la salida más rápida en caso de emergencia, siempre que no haya fuego en ese lado. Pero las alas de un avión almacenan combustible, así que esto descalifica a las filas de salida centrales como la opción de fila más segura.

Al mismo tiempo, estar más cerca de la parte delantera significa que te impactará antes que a los de atrás, lo que nos deja con la última fila de salida. En cuanto a por qué los asientos del medio son más seguros que los de la ventanilla o el pasillo, es, como cabría esperar, por la amortiguación que supone tener gente a ambos lados.

Las alas de los aviones comerciales almacenan combustible, lo que puede hacer que esta zona sea ligeramente más peligrosa en el improbable caso de una emergencia. Crédito: tonefotografia/Adobe Stock

Algunas emergencias son peores que otras

El tipo de emergencia también dictará la capacidad de supervivencia. Chocar contra una montaña reducirá exponencialmente las posibilidades de supervivencia, como ocurrió en una trágica catástrofe, ocurrida en 1979, en Nueva Zelandia. El vuelo TE901 de Air New Zealand se estrelló contra las laderas del monte Erebus en la Antártida, matando a 257 pasajeros y tripulación.

Aterrizar de morro en el océano también disminuye las posibilidades de supervivencia, como ocurrió en 2009 con el vuelo 447 de Air France, en el que perecieron 228 pasajeros y tripulación.

Los pilotos están entrenados para minimizar al máximo el riesgo potencial en caso de emergencia. Intentarán evitar chocar contra montañas y buscarán un lugar llano, como un campo abierto, para aterrizar con la mayor normalidad posible. La técnica para aterrizar en el agua requiere evaluar las condiciones de la superficie e intentar aterrizar entre las olas en un ángulo de aterrizaje normal.

Los aviones están diseñados para ser muy resistentes en situaciones de emergencia. De hecho, la principal razón por la que la tripulación de cabina nos recuerda que llevemos los cinturones abrochados no es por el riesgo de accidente, sino por las “turbulencias de aire claro” que pueden experimentarse en cualquier momento a gran altura.

Este fenómeno meteorológico es el que más daños puede causar a pasajeros y aviones.

Los fabricantes están diseñando nuevos aviones con más materiales compuestos capaces de soportar la tensión en vuelo. En estos diseños, las alas no son rígidas y pueden flexionarse para absorber cargas extremas y evitar fallos estructurales.

¿Influye el tipo de avión?

Es cierto que hay ciertas variables, como el impacto de la velocidad aerodinámica, que pueden variar ligeramente entre los distintos tipos de avión. Sin embargo, la física del vuelo es más o menos la misma en todos los aviones.

En general, los aviones más grandes tendrán más material estructural y, por tanto, más resistencia para soportar la presurización en altitud. Esto significa que pueden proporcionar cierta protección adicional en caso de emergencia, pero esto, de nuevo, depende en gran medida de la gravedad de la emergencia.

Esto no quiere decir que debas reservar tu próximo vuelo en el avión más grande que encuentres. Como ya he dicho, el transporte aéreo sigue siendo muy seguro. Así que te sugiero que mejor pienses en qué película vas a ver, ¡y que no se les acabe el pollo y solo les queden los camarones!

– Doug Drury es catedrático de Aviación en la Universidad Central de Queensland.
Publicado bajo licencia Creative Commons por The Conversation.