(CNN) – Amnistía Internacional acusó a las autoridades peruanas de actuar con “un marcado sesgo racista” en la represión de las protestas que han sacudido al país desde diciembre, diciendo que están atacando “poblaciones que históricamente han sido discriminadas”, según un informe publicado este jueves.
Basándose en datos de la Defensoría del Pueblo de Perú, Amnistía dice que “encontró que la cantidad de posibles muertes arbitrarias debido a la represión estatal” estaba “desproporcionadamente concentrada en regiones con poblaciones mayoritariamente indígenas”.
Amnistía también afirma que las áreas con mayoría de población indígena sufrieron la mayoría de las muertes desde que comenzaron las protestas.
“Si bien las regiones con mayoría de población indígena representan solo el 13% de la población total de Perú, éstas sufrieron el 80% del total de muertes registradas desde que comenzó la crisis”, escribió la organización.
El Ministerio de Defensa se negó a comentar sobre el informe y le dijo a CNN que la Fiscalía del país, con la que están colaborando, es la encargada de la investigación en curso.
“No solo hemos entregado toda la información solicitada, sino que hemos apoyado el traslado del personal (del Ministerio Público) (peritos y fiscales) a la zona para que puedan realizar su trabajo. El Ministerio de Defensa está a la espera de los resultados de las investigaciones”, agregó el vocero del Ministerio.
CNN también contactó al Ministerio del Interior, que supervisa a la policía, para que hiciera comentarios al respecto del informe.
El movimiento de protesta del país se ha extendido durante semanas en busca de un completo cambio de Gobierno. El movimiento fue provocado por el juicio político y el arresto del expresidente Pedro Castillo en diciembre y alimentado por una profunda insatisfacción por las condiciones de vida y la desigualdad en el país.
Si bien se han producido protestas en todo el país, la peor violencia se registró en el sur rural e indígena, que vio el derrocamiento de Castillo como otro intento de las élites costeras de Perú.
“En un contexto de gran incertidumbre política, las primeras expresiones de malestar social surgieron en varias de las regiones más marginadas del Perú, como Apurímac, Ayacucho y Puno, cuyas poblaciones mayoritariamente indígenas han sufrido históricamente discriminación, acceso desigual a la participación política y han protagonizado una continua lucha por acceder a los derechos básicos a la salud, la vivienda y la educación”, escribió Amnistía.
Las protestas se han extendido a otras partes del país y la furia de los manifestantes también ha crecido con el aumento del número de muertos: hasta este martes, al menos 60 personas habían muerto, según la Defensoría del Pueblo de Perú, incluido un agente de policía.
La sucesora de Castillo, la presidenta Dina Boluarte, hasta ahora se ha negado a renunciar, mientras que el Congreso de Perú ha rechazado las propuestas de elecciones anticipadas este año, una de las principales demandas de los manifestantes.
Uso desproporcionado de la fuerza
La organización de Derechos Humanos acusa a las fuerzas de seguridad de utilizar armas de fuego con munición letal “como uno de sus principales métodos para dispersar manifestaciones, incluso cuando no había riesgo aparente para la vida de otras personas”, lo que constituye una violación de las normas internacionales de derechos humanos.
Amnistía dice que documentó 12 muertes en las que “todas las víctimas parecían haber recibido disparos en el pecho, el torso o la cabeza, lo que podría indicar, en algunos casos, el uso intencional de fuerza letal”.
También ha habido casos de violencia por parte de algunos manifestantes, con el uso de piedras, fuegos artificiales y hondas caseras. CNN informó anteriormente sobre la muerte de un policía que fue quemado vivo por los manifestantes. Citando cifras del Ministerio de Salud, Amnistía concluyó que “más de 1200 personas resultaron heridas en el contexto de las protestas y 580 policías resultaron heridos”.
Pero, en general, la policía y el Ejército han respondido a las manifestaciones de manera desproporcionada, disparando “balas de forma indiscriminada y, en algunos casos, contra objetivos específicos, matando o hiriendo a transeúntes, manifestantes y a quienes brindan primeros auxilios a las personas heridas”, dijo Amnistía.
Cita la muerte del estudiante John Erik Enciso Arias, de 18 años, quien falleció el 12 de diciembre en la localidad de Andahuaylas, en la región Apurímac, donde los ciudadanos se habían reunido para observar y filmar las protestas. La muerte de Erik ha sido confirmada por la Defensoría del Pueblo de Perú.
Según Amnistía Internacional, “videos y relatos de testigos presenciales sugieren que varios policías dispararon balas desde la azotea de un edificio frente al cerro ese día. Funcionarios estatales confirmaron a Amnistía Internacional la presencia de policías en la azotea y la organización ha verificado imágenes que muestran que John Erik no estaba usando la violencia contra la policía cuando lo mataron”.
En otro incidente, como informó CNN, Leonardo Hancco, de 32 años, murió tras recibir un disparo en el abdomen cerca del aeropuerto de Ayacucho, donde se habían reunido manifestantes con algunos que intentaban tomar el control de la pista.
“Los testigos indicaron que las fuerzas armadas dispararon munición real durante al menos siete horas dentro y alrededor del aeropuerto, a veces persiguiendo a los manifestantes o disparando en dirección a quienes ayudaban a los heridos”, dijo Amnistía sobre su investigación del incidente del 15 de diciembre.
CNN no ha verificado las circunstancias de cada muerte según lo descrito por Amnistía.
El informe también cita la muerte de 17 civiles, asesinados durante una protesta en la región de Puno, en el sureste del país el 9 de enero, “donde se concentra un alto porcentaje de población indígena”, escribe.
El jefe de medicina legal de la ciudad le dijo a CNN en Español que las autopsias de los 17 civiles muertos encontraron heridas causadas por proyectiles de armas de fuego.
“La propia Fiscalía General declaró que las muertes fueron provocadas por proyectiles de armas de fuego, provocando uno de los hechos más trágicos y perturbadores de todo el país”, escribió Amnistía.
“La grave crisis de derechos humanos que enfrenta el Perú ha sido alimentada por la estigmatización, la criminalización y el racismo contra los pueblos indígenas y las comunidades campesinas que hoy salen a las calles ejerciendo su derecho a la libertad de expresión y a la reunión pacífica, y en respuesta han sido violentamente castigados”, dijo Erika Guevara-Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional, en un comunicado.
“Los ataques generalizados contra la población tienen implicaciones en cuanto a la responsabilidad penal individual de las autoridades, incluidas las del más alto nivel, por su acción y omisión para detener la represión”.