Seúl, Corea del Sur (CNN) – Tras pasar casi cinco meses atrapado en un aeropuerto de Corea del Sur, Dmitry por fin puede respirar aire fresco. Pero aún no ha saboreado la libertad, y puede que su verdadera espera no haya hecho más que empezar.
Es uno de los cinco hombres rusos que quedaron atrapados en el aeropuerto internacional de Incheon el año pasado cuando intentaban huir de la orden de movilización militar de Moscú por su guerra en Ucrania. El Ministerio de Justicia surcoreano denegó sus solicitudes de asilo, dejándolos en el limbo del aeropuerto.
Demasiado asustados para regresar a Rusia, recurrieron a dormir a la intemperie en el aeropuerto, alimentándose de las limosnas del departamento de inmigración surcoreano.
A Dmitry (nombre ficticio; pidió permanecer en el anonimato por temor a represalias si lo enviaban a casa) y a otro de los hombres se les permitió salir del aeropuerto esta semana y fueron registrados en un centro de detención del gobierno —el Centro de Recepción de Inmigrantes— mientras continúa su disputa con el ministerio. Los otros tres permanecen en el aeropuerto. No está claro por qué los hombres no intentaron llegar a un tercer país una vez que se dieron cuenta de las dificultades en Corea del Sur.
Solicitar el estatuto de refugiado aquí podría llevar meses o años y, mientras tanto, Dmitry necesitará aprobación previa si desea salir del centro e incluso entonces se enfrentará a un toque de queda a las 6 de la tarde y deberá someterse a la prueba covid corriendo con los gastos. Tampoco se le permitirá trabajar.
Pero para Dmitry esta semiexistencia es mejor que la alternativa, aunque haya tenido que dejar en Rusia a su mujer y a su hijo de 7 años.
“Echo mucho de menos a mi hijo”, dice Dmitry, de 30 años, lamentando que el niño no entienda por qué tuvo que marcharse. Está demasiado emocionado para decir nada más sobre su familia.
Dmitry huyó de Rusia en octubre del año pasado, después de que el presidente Vladimir Putin convocara una movilización de 300.000 hombres para unirse a la guerra en Ucrania. Fue uno de los cientos de miles que abandonaron su país en las semanas y meses siguientes al anuncio del 21 de septiembre.
Temía estar entre los primeros en ser enviados al frente, ya que tiene antecedentes de disidencia.
“Me sentí fatal porque he participado en manifestaciones contra la guerra… Decidí entonces que tenía que salir de Rusia”, declaró, y añadió que seis de sus amigos ya habían muerto en Ucrania.
Su primer plan era dirigirse a Kazajstán, pero cambió de idea cuando se enteró de que el país deportaba a los rusos que huían.
Corea del Sur era el único país democrático al que podía volar en ese momento, dijo, aunque es consciente de que el país no ve con buenos ojos a quienes tratan de evitar ser llamados a filas, dado que tiene su propio servicio militar obligatorio de al menos 18 meses que la mayoría de los hombres deben cumplir antes de los 28 años.
“No soy un evasor, estoy en contra de la guerra”, dijo, un mensaje que quiere que escuchen los funcionarios aquí en Seúl. “No quiero ir a matar gente esencialmente, así que no soy un evasor de filas”.
Hasta esta semana, su vida en Seúl había consistido en gran medida en una rutina mínima de un bollo caliente y zumo para comer y pollo y arroz para cenar proporcionados por inmigración, sin nada para llenar las horas intermedias salvo pasear por el aeropuerto, rodeado de un flujo constantemente cambiante de viajeros de negocios y veraneantes.
Lavaba la ropa en el lavabo de un baño público y dice que no había agua caliente para ducharse desde hacía un mes, queja que el departamento de inmigración rebate.
“No hay agua caliente ahora, ya desde hace un mes. Enciendo el agua caliente, pero no sale nada”, dice en un video que grabó para respaldar su denuncia. Dice que en el aeropuerto durmió en el suelo en una pequeña habitación con otros 15 solicitantes de asilo.
En el centro gubernamental, las cosas son notablemente mejores. “Las condiciones aquí son muy buenas, te dan de comer muy bien, hay lavadora, hay plancha, hay agua caliente, todo está limpio y todo te trata muy bien”, dijo.
Contra viento y marea
La solicitud de asilo de Dmitry no es nada sencilla. El mes pasado obtuvo el derecho a solicitar el estatuto de refugiado, tras impugnar con éxito la decisión del Ministerio de Justicia ante el Tribunal de Distrito de Incheon.
Sin embargo, el Ministerio ha comunicado esta semana que recurrirá la decisión.
Según su abogado, podrían pasar otros cinco meses antes de que sepa si tiene derecho a solicitarlo. Incluso entonces, el éxito no está ni mucho menos garantizado, dada la ínfima fracción de solicitudes de refugio que acepta Corea del Sur.
En 2019, antes de que la pandemia de covid limitara el número de solicitantes que llegaban a Seúl, solo 79 de casi 15.500 solicitantes obtuvieron el estatus de refugiado.
“Incluso Estados Unidos tiene una tasa de aprobación de refugiados de casi alrededor del 10%”, dijo su abogado, Lee Jong-chan. “Pero en Corea del Sur es inferior al 1% de media. La tasa de aprobación de refugiados de Corea del Sur es como el agujero de una aguja, así que no estoy seguro de que sea fácil enhebrar ese agujero. Haremos lo que podamos, pero creo que será difícil en la realidad surcoreana”.
Lee dijo que la mejor oportunidad de Dmitry para conseguir asilo residía en este argumento: “La objeción a servir en el ejército en tiempo de guerra se aplica a la ‘persecución por opiniones políticas’, que es una de las cinco razones por las que la gente solicita el estatuto de refugiado”.
Pero es probable que sea un proceso largo pase lo que pase. El abogado calcula una espera de unos cinco meses para saber si tienen derecho a solicitar el estatuto de refugiado, y luego de uno a dos años más antes de saber si pueden obtenerlo.
Si se rechaza la solicitud, Dmitry aún podría permanecer en el país con un permiso de estancia humanitaria, aunque esto tendría sus propios inconvenientes.
Según Lee, “quienes tienen estatus de estancia humanitaria están excluidos de la mayoría de los beneficios que obtienen los residentes o refugiados surcoreanos. No se les obligará a marcharse, pero tendrán que vivir en Corea del Sur con muchas restricciones”.
Sin embargo, eso podría seguir siendo mejor que la alternativa. Lee afirma que la atención de los medios de comunicación hace que su caso sea ahora bien conocido en Rusia, por lo que los hombres podrían correr un peligro aún mayor en caso de ser deportados.
Si no encuentran refugio en Corea del Sur, Dmitry dijo que consideraría la posibilidad de pedir asilo a las embajadas de Estados Unidos y Canadá.
Pero incluso si alguno de estos países lo aceptara finalmente, Dmitry seguiría desgarrado.
Dice que nunca pensó que dejaría Rusia, pues es su hogar, y aún mantiene la esperanza de poder volver algún día.
“Sería estupendo poder volver a Rusia”, dijo Dmitry. “Eso significaría que todo lo que está pasando habría terminado, así que cuanto antes mejor”.