(CNN) – Las secuelas de “Rocky” no son precisamente conocidas por sus oponentes llenos de matices, así que hay que reconocerle a “Creed III” el mérito de intentar dar cuerpo a su antagonista, interpretado por Jonathan Majors. Sin embargo, el desarrollo de la historia de fondo ralentiza el ritmo, en una película que por fin ofrece lo necesario, pero cuyas ambiciones más amplias bajo la dirección y protagonismo de Michael B. Jordan se ven acorraladas por su fórmula en forma de anillo.
Ojalá el guion y la historia estuvieran en la misma forma que sus protagonistas. Basar la narración en el pasado de Adonis Creed proporciona una base más sólida, pero el precio a pagar es un elemento de lentitud en una película que, a pesar de su impresionante reparto, nunca se siente especialmente ligera de pies.
Un flashback de hace 20 años presenta al joven Adonis en un momento crucial con su amigo Damian (Majors cuando es mayor), un prometedor boxeador de Golden Gloves. Algo ocurre y este último es enviado a la cárcel, y tras su liberación, 18 años después, está ansioso por recuperar el tiempo perdido, a pesar de que ya pasó lo que normalmente se consideraría el mejor momento de cualquier boxeador.
Adonis, por su parte, está felizmente retirado del cuadrilátero, ayudando a desarrollar boxeadores (incluido el actual campeón de los pesos pesados) y organizando combates, mientras cría felizmente a su hija pequeña (Mila Davis-Kent) con su esposa Bianca (Tessa Thompson). Aun así, se siente culpable por lo que ocurrió con Damian y se resiste a las súplicas de Bianca para que hable de su historia y de lo que le corroe.
Con la esperanza de hacer las paces, Adonis pone a Damian a trabajar como sparring para el campeón, aunque su viejo amigo sigue ansiando la oportunidad que se le negó. Cuando las circunstancias desbaratan un combate previsto por el campeonato, se presenta una ocasión, y la perspectiva de dar una oportunidad a un desconocido hace que se le compare con el antiguo truco de Apollo Creed con Rocky.
Adonis sigue adelante, ignorando las objeciones de su antiguo entrenador y ahora socio, interpretado por Wood Harris. (Sylvester Stallone, por primera vez, optó por no participar en esta película, aunque figura entre los productores).
“Todavía me queda gasolina en el depósito”, insiste Damian en respuesta al escepticismo inicial de Adonis, y Majors -el más destacado de la reciente secuela de “Ant-Man”- dota al personaje de una tranquila sensación de amenaza y determinación que resulta combustible.
Aunque esa construcción tiene bastante sentido (el director de “Creed”, Ryan Coogler, comparte los créditos de la historia con su hermano, Keenan Coogler, y Zach Baylin), hay cierta planicie en los momentos intermedios -incluido el tiempo dedicado a la felicidad en casa de Adonis- antes de entrar en materia.
Lo mismo ocurre con las secuencias de boxeo, que tropiezan un poco cuando Jordan intenta ampliar la plantilla incorporando la cámara lenta y un momento en el que el mundo se desvanece, dejando solo a los púgiles luchando en un vacío, un recurso interesante que al final no acaba de funcionar.
Dejando a un lado estas consideraciones, el dúo Jordan-Majors (un enfrentamiento entre dos villanos Marvel de primera categoría) dota a la película de un gran talento en más de un sentido. El reto es que la durabilidad de la franquicia “Rocky”, de la que “Creed” se ha nutrido hábilmente en las películas anteriores, hace que sea tan difícil estropear sus encantos más sencillos como potenciarlos o desviarse de ellos.
“Creed III” ofrece suficientes elementos atractivos, viejos y nuevos, como para salir airosa en algunos puntos. Sin embargo, esos puntos fuertes se ven equilibrados por defectos que hacen que ese juicio sea algo pocas veces visto en este mundo cinematográfico del boxeo en el que el ganador se lo lleva todo: una decisión dividida.
“Creed III” se estrena el 3 de marzo en los cines de Estados Unidos. Está clasificada PG-13.