(CNN) – Donald Trump está encendiendo su candidatura a la Casa Blanca en un momento de peligro sin precedentes en las investigaciones criminales en su contra, una confluencia que podría enviar a Estados Unidos a una nueva colisión política y legal.
La salvaje retórica de Trump en su primer mitin oficial de campaña para 2024 el sábado anticipó el divisivo momento nacional que se avecina en caso de ser acusado en cualquiera de las múltiples investigaciones criminales. Mientras azuzaba un fervor demagógico en Waco, Texas, para tratar de asegurar una nueva presidencia dedicada a la “retribución”, el extremismo de Trump —mezclado con sugerencias de violencia— no dejó ninguna duda de que estaría dispuesto a llevar al país a un lugar oscuro para salvarse a sí mismo.
Sin embargo, las escalofriantes advertencias de Trump de que los “matones y criminales” de la administración Biden han creado un “espectáculo de terror de la Rusia estalinista” al “armar” la justicia contra él también supusieron un peligro electoral para un Partido Republicano perjudicado por su autoritarismo en las recientes elecciones. Un extraordinario y prolongado ataque de carácter contra Ron DeSantis, en el que Trump representó a su mayor rival potencial de 2024 suplicando entre lágrimas su respaldo en 2018, demostró la tormenta política con la que tendrá que lidiar el gobernador de Florida si salta a la campaña por la Casa Blanca.
Incluso con la reputación del expresidente de hipérbole y retórica incendiaria, nunca antes se había escuchado tal demagogia en el primer mitin oficial de ninguna campaña electoral estadounidense moderna.
Mientras tanto, los presidentes de las comisiones de la Cámara de Representantes, deseosos de atraer a la base de Trump, están aumentando sus esfuerzos para utilizar el poder de su mayoría republicana para frustrar la investigación del fiscal del distrito de Manhattan, Alvin Bragg, sobre Trump, incluso antes de que publique cualquier posible acusación o prueba.
El presidente de Supervisión de la Cámara de Representantes, James Comer, dijo este domingo en el programa “State of the Union” de CNN que los movimientos del Partido Republicano estaban justificados porque la investigación sobre el presunto papel de Trump en un esquema de dinero secreto para pagar a una actriz de cine para adultos se basaba puramente en la política.
“Este es el, para bien o para mal, principal contendiente para la nominación republicana de las elecciones presidenciales del próximo año, así como un expresidente de Estados Unidos”, dijo el republicano de Kentucky a Jake Tapper.
Muchos expertos legales cuestionaron si la posible investigación de Bragg producirá el más fuerte de los casos contra Trump, que también se enfrenta a varias otras investigaciones sobre sus acciones en torno a las elecciones de 2020 y su manejo de documentos clasificados. (Trump, que mantiene que no ha hecho nada malo, hasta ahora no fue acusado en ninguna de las investigaciones criminales en su contra).
Y dado el mayor impacto nacional de esas otras investigaciones, un posible intento de utilizar una violación de la contabilidad comercial en este caso de dinero por silencio de un año para sugerir una posible violación de la ley de financiamiento de campaña podría ser especialmente controvertido.
Sin embargo, los comentarios de Comer también dieron a entender que un expresidente o candidato a la Casa Blanca podría estar protegido de la investigación aunque hubiera cometido un delito penal. Esto llega al núcleo de los posibles casos contra Trump: ¿No investigarle y acusarle, si las pruebas lo justifican, significaría que un expresidente está por encima de la ley? ¿O algunos intentos de pedirle cuentas correrían el riesgo de someterle a un nivel de escrutinio al que otros ciudadanos podrían no enfrentarse?
Comer y el presidente de la Comisión Judicial de la Cámara de Representantes, Jim Jordan, que se encontraban entre los tres presidentes de comisión que escribieron a Bragg este fin de semana para exigirle su testimonio, recibieron un caluroso saludo de Trump en su mitin en Texas, lo que refleja la forma en que el nuevo Partido Republicano de la Cámara de Representantes está actuando como una herramienta política para el ex presidente y su campaña radical. Bragg respondió a los presidentes en un comunicado diciendo que no era apropiado que el Congreso interfiriera en las investigaciones locales y prometió guiarse por el estado de derecho. Este fin de semana recibió el respaldo de casi 200 antiguos fiscales federales que escribieron una carta denunciando los esfuerzos por intimidarle.
Se espera que el jurado investigador del caso Trump vuelva a reunirse este lunes, tras una semana de especulación pública desenfrenada sobre si Bragg llamaría a más testigos y si el caso era lo suficientemente grave como para merecer la posible primera acusación de la historia contra un expresidente. Trump predijo falsamente a principios de mes que sería arrestado el pasado martes, una medida que avivó un esfuerzo de sus aliados por intimidar a Bragg. Pero la semana llegó y se fue sin ninguna noticia de acusación.
CNN informó la semana pasada de que la oficina del fiscal del distrito estaba tratando de determinar si llamar de nuevo al exabogado y arreglador de Trump, Michael Cohen, para refutar el testimonio proporcionado por el abogado Robert Costello, que compareció a petición de los abogados de Trump, o llamar a un testigo adicional para reforzar su caso antes de que los miembros del jurado consideren una votación sobre si acusar al ex presidente.
El agravamiento de los problemas legales de Trump
La escalada del enfrentamiento en torno a la investigación de Bragg se produjo cuando otras pesquisas en torno a Trump parecían acercarse a sus propias conclusiones.
En un caso totalmente separado, el viernes, el principal abogado defensor de Trump, Evan Corcoran, compareció ante un jurado en Washington, que escucha pruebas sobre el manejo de documentos clasificados por parte del expresidente en su casa de Florida, incluida la posible obstrucción de la justicia cuando el gobierno trató de recuperar esos documentos. Los fiscales dejaron claro en procedimientos judiciales que aún están bajo sello que creen que Trump trató de utilizar a Corcoran para promover un delito.
El exdirector adjunto del FBI Andrew McCabe dijo el viernes a Erin Burnett, de CNN, que la comparecencia de Corcoran representaba un hecho grave para Trump. “Es algo sin precedentes lo que estamos viendo, y Evan Corcoran está en posición de proporcionar un testimonio increíblemente perjudicial contra él”, dijo.
Además de indagar en el asunto de los documentos, el abogado especial Jack Smith está investigando la conducta de Trump en torno a las elecciones de 2020 —que incluso este fin de semana el expresidente volvió a afirmar falsamente que había ganado— y en los prolegómenos del ataque al Capitolio de EE.UU. el 6 de enero de 2021.
En otra pesquisa relacionada con las elecciones de 2020, un fiscal de distrito de Georgia dijo a finales de enero que las decisiones eran “inminentes” en la investigación sobre los intentos de Trump de anular la victoria del presidente Joe Biden en el clave estado indeciso. CNN informó la semana pasada .que los fiscales están considerando presentar cargos por chantaje y conspiración.
Los cargos, en cualquiera de estas investigaciones, pondrían a prueba la fortaleza de las instituciones políticas y judiciales del país, dado que está implicado un expresidente y actual candidato presidencial. Y el hecho de que Trump se muestre tan dispuesto a inflamar la política del país en su propia defensa hace que este sea un momento profundamente grave para la nación.
Trump lleva su retórica extremista a un nuevo nivel
El ardiente mitin de Trump en Waco pulsó con falsedades sobre las elecciones de 2020 y su presidencia de un solo mandato y tergiversó los casos legales en su contra. Un día después de advertir en una publicación en las redes sociales sobre “muerte y destrucción” si es acusado, su discurso hirvió con teorías conspirativas y resentimientos personales, una retórica especialmente peligrosa tras el 6 de enero. No pasó desapercibido para los observadores que su acto coincidió con el 30 aniversario de una redada de las fuerzas del orden en un complejo de la secta en Waco que es visto por la extrema derecha como un símbolo de la extralimitación del gobierno, aunque la campaña mantuvo que el lugar había sido elegido por conveniencia.
El expresidente ha utilizado a menudo discursos extremistas para intentar conseguir más tiempo en el candelero o más atención, ya sea de espectadores que le adoran o de críticos indignados. Es demasiado pronto para juzgar lo bien que está funcionando su táctica en la campaña de 2024 y mientras su situación legal parece empeorar. Hasta la fecha, no se produjeron grandes protestas del tipo que Trump ha pedido en repetidas ocasiones. El precio que sus partidarios podrían pagar por volverse violentos también quedó demostrado por los cientos de condenas de quienes invadieron el Capitolio hace más de dos años tras su gran mitin en Washington. Así que existe al menos la posibilidad de que, aunque Trump siga siendo muy popular entre su base republicana, su airada retórica carezca de la fuerza que tuvo antaño.
Pero también está claro tras este primer mitin de campaña que Trump, que sigue liderando el pelotón republicano para 2024, cruzó una nueva línea política. Está pintando una imagen de una nación decrépita e impotente —plagada de corrupción, elecciones amañadas y la manipulación criminal de la ley contra sus partidarios— que es mucho más extrema que la “carnicería estadounidense” que invocó en su discurso de investidura en 2017.
“Los abusos de poder que nos acompañan actualmente en todos los niveles del Gobierno pasarán a la historia como uno de los capítulos más vergonzosos, corruptos y depravados de toda la historia de Estados Unidos”, dijo Trump, fustigando a EEUU como una “república bananera del tercer mundo.”
“O el Estado profundo destruye América, o nosotros destruimos el Estado profundo”, dijo en un momento dado.
Y aunque la intención de Trump es escandalizar, la historia sugiere que los autoritarios que buscan el poder siguen exactamente el mismo libro de jugadas del nacionalismo populista -desacreditar las elecciones libres, demonizar el sistema legal y apuntar a los sectores vulnerables de la sociedad- que Trump está liderando en su nueva campaña.
Su mitin también fue notable por el hecho de que estuvo casi totalmente dominado por sus quejas y reclamaciones, lo que bien puede insinuar una sensación de presentimiento sobre su posición legal. “Cada parte de mi vida personal, financiera, empresarial y pública ha sido puesta patas arriba y diseccionada como nadie en la historia de nuestro país”, dijo Trump.
Esto plantea la cuestión de si está ofreciendo un mensaje, arraigado en sus obsesiones, que una mayoría de votantes republicanos querría realmente suscribir, incluso aquellos que consideraban su presidencia un éxito. En 2016, Trump surgió como un vehículo improbable pero muy hábil para las bases conservadoras, gran parte de las cuales se sentían tratadas con condescendencia por los políticos y dejadas de lado en una ola de globalización que envió millones de empleos de cuello azul al extranjero.
DeSantis podría intentar algo similar en 2024. En los primeros movimientos de su campaña aún por declarar, el gobernador de Florida se ha posicionado como el campeón de los votantes conservadores que creen que su forma de vida está siendo atacada por liberales y multiculturalistas que impulsan una ideología “woke”. Una de las cuestiones clave de la campaña de las primarias del Partido Republicano será si este enfoque puede atraer a más votantes republicanos que los incesantes intentos de Trump de presentar las investigaciones sobre él como un síntoma de un ataque más amplio de un gobierno corrupto contra sus seguidores.
Pero antes de otra semana potencialmente crucial, Trump está demostrando que no se apartará de la táctica que define su carrera política: someter a las instituciones del país a pruebas de estrés cada vez más intensas y sin precedentes.