(CNN) – Las observaciones medievales de la Luna están ayudando a los investigadores a estudiar una serie de misteriosas erupciones volcánicas en la Tierra.
Monjes y otros escribas de la época hicieron descripciones detalladas de los eclipses lunares, cuando la Luna está completamente a la sombra de la Tierra. En ese momento, se pensó que esos eventos presagiaban calamidades.
Sus escritos a menudo señalaban un orbe rojizo que rodeaba a la Luna eclipsada, así como casos más inusuales en los que la Luna eclipsada parecía desaparecer por completo del cielo.
“Nunca antes la habían visto de esa manera, con la ubicación del disco de la Luna sin que fuera visible, como si hubiera desaparecido durante el eclipse… Realmente era algo para temer”, escribió el poeta japonés Fujiwara no Teika sobre un oscuro eclipse lunar sin precedentes observado el 2 de diciembre de 1229.
Lo que los cronistas de la época no podían saber entonces era esto: los eclipses excepcionalmente oscuros están asociados a la presencia de una gran cantidad de polvo volcánico en la atmósfera, según Sébastien Guillet, investigador asociado principal del Instituto de Ciencias Ambientales de la Universidad de Ginebra.
Guillet cree que los manuscritos medievales contienen una importante fuente de información sobre una serie de erupciones volcánicas grandes pero poco comprendidas en la Tierra.
“Mejorar nuestro conocimiento sobre estas misteriosas erupciones es crucial para comprender si la actividad volcánica en el pasado afectó no solo al clima sino también a la sociedad durante la Edad Media”, dijo Guillet en un comunicado de prensa.
Durante un período de cinco años, Guillet y sus colegas buscaron descripciones sobre la Luna en fuentes de Europa, Medio Oriente y Asia oriental de los siglos XII y XIII, que —cuando se combinan con datos de núcleos de hielo y anillos de árboles— permiten una noción más precisa de lo que los científicos creen que fueron algunas de las erupciones volcánicas más grandes que el mundo haya visto.
Polvo volcánico
De los 64 eclipses lunares totales que ocurrieron en Europa entre el 1100 y 1300, el estudio, publicado el 5 de abril en la revista Nature, encontró documentación sobre 51. En seis de estos casos, los documentos también reportaron que la Luna estaba excepcionalmente oscura. Fue en mayo de 1110, enero de 1172, diciembre de 1229, mayo de 1258, noviembre de 1258 y noviembre de 1276.
Estas fechas corresponden a cinco grandes erupciones volcánicas identificadas a partir de rastros de ceniza volcánica que se encontró en núcleos de hielo polar: en 1108, 1171, 1230, 1257 y 1276. (De estas, solo se conoce la ubicación de la erupción de 1257, en el volcán Samalas en la isla indonesia de Lombok.)
“Estas erupciones fueron significativamente más poderosas que algunas de las erupciones volcánicas más conocidas de la historia reciente”, dijo Guillet. “Una de estas poderosas erupciones, la erupción de Samalas de 1257, constituye una de las erupciones volcánicas más grandes del último milenio”.
“Los aerosoles volcánicos resultantes bloquearon la luz solar y causaron una alteración climática generalizada. Los registros históricos muestran que el verano siguiente en Europa… fue uno de los veranos más fríos registrados en el último milenio”.
Los investigadores creen que las erupciones volcánicas tuvieron lugar entre tres y 20 meses antes de los eclipses oscuros, según las observaciones de erupciones más recientes y su efecto en los eclipses lunares.
“Solo sabíamos de estas erupciones porque dejaron rastros en el hielo de la Antártida y Groenlandia”, dijo en un comunicado de prensa el coautor del estudio Clive Oppenheimer, profesor de la Universidad de Cambridge.
“Al reunir la información de los núcleos de hielo y las descripciones de los textos medievales, ahora podemos hacer mejores estimaciones de cuándo y dónde ocurrieron algunas de las mayores erupciones de este período”.
Pequeña edad de hielo
Los climatólogos suelen identificar erupciones volcánicas pasadas midiendo la cantidad —y la acidez— de las cenizas volcánicas en núcleos extraídos del hielo polar o infiriendo cambios bruscos de temperatura en los registros de anillos de árboles.
Sin embargo, estas fuentes a veces entran en conflicto, porque las erupciones volcánicas alteran los patrones climáticos de diferentes maneras según su ubicación, intensidad y momento, dijeron Andrea Seim, presidenta de Crecimiento Forestal y Dendroecología del Instituto de Ciencias Forestales de la Universidad de Freiburg en Alemania, y Eduardo Zorita, científico sénior de Helmholtz-Zentrum Hereon, un centro de investigación alemán, en un comentario que acompañó al estudio.
“La fuerza del estudio de Guillet y sus compañeros de trabajo radica en la precisión con la que los autores estimaron el momento de las erupciones volcánicas, al señalar el año e incluso en algunos casos el mes del evento”, señalaron los pares. Seim y Zorita no participaron en la investigación.
El estudio sostiene que la nueva investigación ayudaría a arrojar luz sobre el inicio de la Pequeña Edad de Hielo, un período de clima frío entre 1280 y 1340 que interrumpió las cosechas, vio el avance de los glaciares europeos y, según algunos historiadores, condujo a un cambio en el orden social y económico.