Zaporiyia, Ucrania (CNN) – Kilómetros de campos vacíos donde se esperaría una acumulación de vehículos blindados. Huellas de tanques que surgen en el barro de la nada, y conducen también a la nada. Distantes duelos de artillería que, según los lugareños, vienen y van.
El silencio empieza a ser revelador. Ucrania ha hecho esfuerzos extraordinarios para ocultar el comienzo de su contraofensiva, estratégicamente vital. Al igual que ocurrió con su rápida e inteligente ofensiva en los alrededores de Izyum y Járkiv a finales del verano boreal del año pasado, es posible que solo nos enteremos del éxito una vez que se haya alcanzado de forma concluyente.
La viceministra de Defensa de Ucrania, Hanna Maliar, declaró la semana pasada que no se anunciaría la contraofensiva.
Rusia, por su parte, también se muestra reacia a hablar sobre el impulso ucraniano, quizá por si eso hace flaquear la moral de sus propias tropas. Poco ha trascendido también de su parte. Justo el domingo, el Instituto para el Estudio de la Guerra, con sede en Estados Unidos, informó de comentarios de blogueros militares rusos que sugerían que las fuerzas ucranianas habían cruzado el río Dnipro, cerca de Jersón, en un pequeño número, pero en lugares donde Moscú preferiría pensar que no estaban.
No estaba claro hasta qué punto los aparentes pequeños desembarcos ucranianos eran sostenidos o no tenían precedentes, ni cómo encajaban en el plan más amplio de Ucrania. El Mando Sur de Ucrania dijo poco, pero opacamente pidió “paciencia”. Su portavoz, Natalia Humeniuk, declaró: “Las condiciones de la operación militar requieren silencio informativo hasta que sea lo suficientemente seguro para nuestros militares”.
En los últimos 10 días, Ucrania ha guardado un notable silencio sobre toda la zona de Zaporiyia, donde se espera en gran medida su contraofensiva. Solo allí su ejército puede separar la península ocupada de Crimea del territorio ocupado en el este de Ucrania y el territorio continental ruso.
Ha habido minúsculos comentarios de la legión de blogueros militares rusos que han sido, dada la férrea seguridad operativa desplegada por Kyiv, a menudo la primera fuente de información sobre las maniobras ucranianas en las pasadas ofensivas. Kopani, Marfopil, Kamianske, Polohy: todos estos son lugares en los que los blogueros prorrusos han sugerido que se han encontrado intentos de avance ucranianos. Las pruebas de estas afirmaciones son frustrantemente confusas, y los blogueros tienen un pobre historial.
La aviación rusa también está tratando de golpear lo que cree que son objetivos ucranianos. La ciudad de Orikhiv, a unos 65 kilómetros al sureste de Zaporiyia, ha sido testigo del bombardeo repetido de todo lo que pudiera parecerse a un centro militar: una escuela deportiva, un almacén agrícola, edificios vacíos que ahora presentan un inmenso cráter. El minúsculo asentamiento de Vuhledar, en el extremo oriental de donde Ucrania podría lanzar una contraofensiva en el sur, ha sido blanco de varios ataques aéreos intensos en las últimas 48 horas.
La intensa e indiscriminada potencia de fuego rusa sugiere lo mucho que está en juego en las próximas semanas. Esta es una pelea que Moscú sabe que se avecina desde hace seis meses.
Los rusos han tenido mucho tiempo para prepararse. El propio presidente de Rusia, Vladimir Putin, visitó incluso el centro de comando la semana pasada y se reunió con el jefe de las fuerzas aéreas, Mikhail Teplinsky, cuyos paracaidistas estarán en primera línea de cualquier defensa. Ellos han cavado redes de trincheras y defensas sinuosas, con las que las tropas ucranianas probablemente tropezarán o simplemente las rodearán.
Es un momento decisivo en la guerra para el Kremlin. Los dirigentes rusos han invertido públicamente los pocos recursos que les quedan en una ofensiva hasta ahora infructuosa por la ciudad de Bakhmut, de escasa importancia estratégica, en la región de Donetsk, en el este de Ucrania.
Las enormes pérdidas sufridas por ambas partes, a lo largo de un invierno salvaje en el que la ciudad ha sido mutilada hasta quedar irreconocible, no han reflejado la pequeña ventaja que tendría Rusia si finalmente tomara el control de toda la ciudad. Aún no lo ha hecho y, como ahora suele ser el caso, sería la vencedora sobre unos escombros inhabitables.
Sin embargo, los avances de las fuerzas ucranianas en Zaporiyia podrían asestar un golpe más potente a la campaña rusa en general. Es el corredor terrestre desde el Donbás ocupado hasta Crimea ocupada, el trozo de territorio arrebatado por Rusia el año pasado, el más útil a largo plazo, ya que une por tierra una península anexionada en 2014 con el territorio continental ruso.
Perder esto pondría en grave peligro al ejército ruso en Crimea y dividiría su ocupación en dos. También delataría la incompetencia estratégica de sus militares, si no fueran capaces de impedir esta ambición ucraniana tan evidente.
También es un momento decisivo para Kyiv. La OTAN se ha mostrado inusualmente unida y audaz en su apoyo y armamento a Ucrania. Este tipo de claridad de objetivos es un caso atípico en las democracias occidentales, y es una que las elecciones, las variables económicas y otras distracciones pueden diluir en el próximo año. Ucrania no puede contar con que mantendrá este nivel de apoyo el año que viene, digan lo que digan los comunicados de prensa.
Los ucranianos se enfrentan a un enemigo más débil de lo que ha sido durante meses, con los rusos incluso enviando convictos heridos de vuelta a luchar en el frente, según relatos de reclutas convictos.
Las fuerzas de Kyiv disponen de mejor armamento y entrenamiento de la OTAN que nunca. Y seguro que disponen de buena información en tiempo real de sus aliados occidentales para sacar partido a cualquier ventaja.
Y el silencio que vemos ahora, la ausencia casi total de publicaciones de TikTok o comentarios desde la línea del frente de Zaporiyia, puede ser el indicador más claro hasta ahora de que este paso vital se avecina.