(CNN) – Disney acaba de convertir a Ron DeSantis en el villano de una historia del bien contra el mal.
Después de más de un año de batalla con el rimbombante gobernador de Florida, el gigante del entretenimiento presentó una demanda contundente ante un tribunal federal, sin pelos en la lengua, alegando que fue víctima de una “campaña selectiva de represalias del Gobierno” por haber tenido el descaro de hablar en contra del llamado proyecto de ley “No digas gay”.
“Disney lamenta haber llegado a esto”, dijo la compañía en su demanda, argumentando que se encontró en la “lamentable posición” porque “expresó un punto de vista que al gobernador y a sus aliados no les gustó”. Disney añadió: “En Estados Unidos, el Gobierno no puede castigarte por decir lo que piensas”.
La demanda, la culminación de las crecientes hostilidades entre el Reino Mágico y el Estado del Sol, se presentó momentos después de que una junta nombrada por DeSantis se moviera para recuperar el poder que había perdido sobre el distrito fiscal especial de Disney. A principios de este año, Disney superó silenciosamente a la junta y llegó a un acuerdo de décadas de duración para asegurarse de que conservaba la autoridad sobre los terrenos que rodean sus parques temáticos de Orlando.
DeSantis respondió a la demanda emitiendo un comunicado a través de su directora de Comunicaciones, Taryn Fenske. “No tenemos conocimiento de ningún derecho legal que una empresa tenga para operar su propio Gobierno o mantener privilegios especiales que no tengan otras empresas en el estado”, dijo Fenske. “Esta demanda es otro lamentable ejemplo de su esperanza de socavar la voluntad de los votantes de Florida y operar fuera de los límites de la ley”.
Hablando en una conferencia de prensa en Jerusalén, este jueves, DeSantis arremetió contra Disney, diciendo que la compañía no “quiere pagar los mismos impuestos que todos los demás”.
Aunque DeSantis se enfrenta a una ardua batalla legal, la narrativa contra Disney ha tenido mucho éxito en el universo mediático de derecha, donde los hechos quedan relegados a un segundo plano frente a la hipérbole. En este ecosistema alternativo, Disney ha sido retratado durante meses como una organización woke, que busca “preparar” a los niños con lo que ellos caracterizan como una agenda LGBTQ radical.
Sí, es cierto. La marca familiar, divertida para todos e intencionadamente inofensiva, ha sido demonizada por políticos como DeSantis y otros que han jugado con las cámaras de Fox News para elevar sus propios perfiles. La verdad es que caracterizar a Disney como una empresa espeluznante, que pretende arruinar moralmente a los niños, se convirtió en una posición dominante en los círculos mediáticos del Partido Republicano.
DeSantis lo sabe, y por eso se alegró de elegir esta batalla con la compañía. Pero, ahora que se verá obligado a defenderla en los tribunales, donde se aplican las leyes de la realidad, la guerra de su propia elección podría muy bien costarle.
- Richard Allen Greene, en Jerusalén, contribuyó a este artículo.