Ciudad Juárez, México (CNN) – El tren de carga chirrió mientras se detenía y unos cientos de personas tenían la esperanza de que iban a empezar una nueva etapa de sus vidas.
Un padre de de familia, Leuman Varela, dijo a CNN que él, su esposa y sus cuatro hijos pasaron cuatro días y cuatro noches sobre el techo del tren, recorriendo cientos de kilómetros mientras huyen de su natal Venezuela.
“Esto es para valientes, esto es duro”, dijo, mientras cargaba a su hijo pequeño, Luca, sobre sus hombros. “Poner a tu familia en peligro es difícil, pero Dios ha estado con nosotros, nos ha ayudado, nos ha dado fuerzas”, añadió.
Las personas que viajan sobre el techo de los trenes de carga no tienen cómo refugiarse del sol abrasador del día ni del frío brutal en la noche, mientras se dirigen hacia el norte desde el sur de México hasta las ciudades fronterizas con Estados Unidos.
“Hemos pasado hambre, frío, calor, pero aquí estamos persiguiendo el sueño americano, una vida mejor para nuestra familia”, afirmó Varela.
Mientras bajaban de los tanques y vagones en la ciudad fronteriza de Ciudad Juárez, México, muchas personas sonreían con aparente alivio al volver a pisar tierra firme. Eran algunos de los miles que han llegado con la esperanza de entrar a Estados Unidos, algunos conscientes de que la restricción de inmigración correspondiente la época de la pandemia, denominada Título 42, está a punto de terminar, pero otros no.
Una madre tenía miedo: le temblaban las piernas mientras su esposo y sus hijos adolescentes le suplicaban impacientes que bajara del tren. La tomaron de la mano y estuvieron allí para agarrarla cuando finalmente bajó por una escalera metálica con sus sandalias de plástico rosas.
Su hijo, Leonardo Luzardo, dijo que había sido una noche larga y fría encima del tren, con la sensación de que sus cuerpos se convertían en hielo.
“Parecía que nos íbamos a congelar”, le dijo a CNN. “Los pies congelados, congelados, todo el cuerpo congelado”.
Luzardo, proveniente de Chile, dijo que él y su familia pasarían la noche en Ciudad Juárez, que se extiende a ambos lados de la frontera cerca de El Paso, Texas, y que planeaban cruzar a Estados Unidos al día siguiente.
“Intentaremos ducharnos y prepararnos para no estar tan sucios”, detalló.
Algunos grupos de ayuda y refugios ofrecen comida e instalaciones, pero una manguera que arrojaba agua cerca de las vías representó la bienvenida para un grupo de mujeres que se detuvieron para saciar su sed, y lavarse las manos y la cara de la suciedad de horas enteras de estar encima del tren.
La familia Varela, de Venezuela, dijo que también se dirigiría a la frontera tras una noche de descanso en su viaje. Habían conseguido registrarse en la aplicación CBP One, lanzada por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU. (CBP, por sus siglas en inglés) para dar a la gente la oportunidad de conseguir una cita para una entrevista de entrada, al menos si tenían acceso a Internet y la suerte de encontrar un espacio disponible.
Los Varela no tenían cita, pero esperan que una copia impresa de la respuesta automática que recibieron por correo electrónico ––y que han protegido en una bolsa de plástico–– sea suficiente para ayudarles a entrar.
El foco de atención sobre la frontera se ha renovado ante el final del Título 42 y de la política que permitía al gobierno rechazar rápidamente a ciertos migrantes que cruzaban la frontera, cuyo objetivo inicial era detener la propagación dl covid-19.
Algunas familias le dijeron a CNN que han esperado durante meses el momento adecuado para ingresar a EE.UU., instalando mientras tanto de campaña improvisadas en las calles de esta ciudad fronteriza.
“Quiero cruzar, pero no ilegalmente”, señaló Janeysi Games, quien llegó a Ciudad Juárez con su esposo y su hija después de tomar varios trenes.
Un incendio en Ciudad Juárez hace varias semanas ha complicado aún más las cosas, señaló.
“Estamos esperando a ver cómo podemos obtener una cita a través de la aplicación de la CBP”, dijo mientras lavaba la ropa con su hija bajo de una manta atada a la pared para crear algo de sombra. “Estábamos en un edificio que se incendió y perdí mis documentos y mi celular, entonces no sé cómo conseguir la cita”, añadió.
Para los recién llegados en el tren de carga, aún quedan otros 40 kilómetros hasta la frontera.
Y más adelante, para aquellos que planean cruzar fuera de los puestos fronterizos, hay rollos y rollos de alambres de púas eléctricos, que ubicó recientemente la Guardia Nacional de Texas en el área antes de una sección del muro fronterizo.
Dos mujeres se acercaron al cable mientras CNN observaba. Una usó una chaqueta para retirar las púas mientras la otra se abría camino a través de la tierra debajo. Cuando las dos terminaron, se abrazaron y se marcharon juntas, probablemente para entregarse a las autoridades fronterizas de Estados Unidos.
La ropa enganchada y desgarrada en el alambre mostraba que no fueron las primeras en pasar. Y con más y más personas llegando todo el tiempo a Ciudad Juárez, no serán las últimas.
Evelio Contreras y Carlos Martinelli, los dos de CNN, contribuyeron a esta historia.