El profesor Stephen Pratt se hizo pasar por mochilimosnero para realizar un trabajo de campo en Hong Kong. Cortesía de Stephen Pratt

Hong Kong (CNN) –  Cuando Ashley James, residente en Hong Kong, empezó a ver begpackers o mochilimosneros por las calles de su ciudad en la primavera de 2023, tuvo dos pensamientos simultáneos: el turismo de ocio había vuelto a Asia, y era hora de hacer algunos memes al respecto.

James, humorista, forma parte de los creadores de la página de Instagram Chaotic Hong Kong Expats. Compartió una foto de un turista sentado en una carretera muy transitada con un bote con monedas y un cartel delante y escribió “la naturaleza se está curando, los mochilimosneros volvieron”.

Si alguna vez has visto a un joven de pelo desgreñado vendiendo pulseras tejidas o tocando tambores cerca de una atracción turística, lo más probable es que estés familiarizado con el concepto de begpacking.

El término es una mezcla de begging (“mendigar”) y backpacking (“mochilero”) y suele utilizarse para describir negativamente a las personas que piden dinero al público para financiar sus viajes.

Normalmente, los destinos del sudeste y sur de Asia, como Tailandia, la India e Indonesia, han sido los puntos calientes de estos llamados mochilimosneros. Sin embargo, en la mayoría de los casos, la práctica es ilegal.

“Nos burlamos de todo”, dice James sobre la cuenta de Instagram, que es una derivación de una página de Facebook. Pero señala que algunas de las publicaciones de la página que mejor funcionan son contra los mochilimosneros.

¿Qué convierte a estos viajeros en un objetivo tan específico? Y ¿qué ocurrirá cuando regresen a Asia después de la pandemia?

Un día en la vida de un mochilimosnero

Stephen Pratt, jefe de Departamento de la Rosen College of Hospitality Management de la Universidad de Florida Central, sabe más sobre los mochilimosneros que la mayoría de la gente. Ha estudiado el fenómeno desde una perspectiva académica.

Durante sus estudios de posgrado en la Politécnica de Hong Kong, él y varios colegas realizaron un trabajo de campo en el que Pratt, el único hombre blanco de habla inglesa nativa del grupo, se ofreció como voluntario para hacerse pasar por mochilimosnero.

Armado con su ukelele y un cartel que decía “Por favor, ayúdeme con mi viaje alrededor del mundo” en chino, se instaló en un concurrido parque del distrito de Kowloon, en Hong Kong.

Un colega que hablaba cantonés esperaba cerca para ver quién interactuaba con Pratt, y luego los abordaba para hacerles preguntas y, en algunos casos, devolverles el dinero que le habían dado.

En general, explica Pratt, los mochilimosneros pueden dividirse en tres categorías: los que se dedican a tocar música o a actuar de alguna manera, los que venden algo (joyas, postales o servicios como trenzado de cabello) y los que simplemente piden dinero sin ofrecer nada a cambio.

A su vez, los transeúntes responden de forma diferente según el grupo al que pertenezcan los mochilimosneros.

Durante el estudio de Pratt, la mayoría de las personas que le daban dinero mencionaban su ukelele: aunque no tocara muy bien, decían que apreciaban que se esforzara.

Pratt se hace pasar por mochilimosnero en un lugar concurrido de la isla de Hong Kong. Cortesía de Stephen Pratt

El estigma

No está del todo claro desde cuándo existe esta práctica. En su libro “A Time of Gifts”, el escritor de viajes inglés Patrick Leigh Fermor relata cómo, durante su viaje a pie por Europa, en 1933, vendía bocetos juveniles a cambio de dinero.

Pero la era de las redes sociales ha catapultado esta actividad a la conciencia pública con una oleada de cuentas de Instagram y páginas de Facebook que se avergüenzan de quienes piden dinero para financiar sus viajes.

Pratt afirma que estos juicios en línea implican que los viajeros deben alcanzar unos umbrales económicos antes de embarcarse en sus aventuras. También refleja una cultura de crítica más amplia.

“[Esta humillación] plantea la cuestión de si los viajes internacionales son solo para cierta clase de personas o para personas que tienen unos ingresos determinados”, afirma Pratt. “Creo que ahora se responsabiliza más a los turistas que en el pasado”.

Will Hatton, fundador de la web de consejos sobre viajes económicos The Broke Backpacker, rechaza la palabra “mochilimosnero” y las connotaciones negativas que conlleva.

“No apruebo que la gente se siente en la acera a mendigar”, explica. Pero cuando se trata de gente que trabaja en la calle o vende cosas para poder costear más viajes, “tienes a estas personas que se echan a la carretera, que están siendo valientes y tratando de explorar una forma diferente de vivir”.

Joshua Bernstein, profesor del Instituto de Idiomas de la Universidad tailandesa de Thamassat, afirma que parte del enojo en torno a quienes piden dinero para viajar está relacionada con cuestiones de gentrificación y privilegios.

“Creo que gran parte de esta rabia procede de los extranjeros”, afirma. Bernstein observó a los mochilimosneros de Bangkok y llegó a la conclusión de que los lugareños estaban mucho más interesados en detenerse, charlar o comprarles cosas que los extranjeros.

“Los expatriados vigilan entre ellos. A veces, los expatriados se muestran antipáticos: ‘No quiero que me lo estropees’ o ‘No quiero que me hagas quedar mal’. Hay muchos sentimientos de ese tipo”.

Señala que la gente que mendiga no se hace rica. Se alojan en albergues baratos por unos pocos dólares la noche y comen comida callejera, no platos con estrellas Michelin.

Para James, el desprecio a los llamados mochilimosneros se reduce a una sola palabra: privilegio.

“Hong Kong es un lugar muy caro para vivir y el salario medio [mensual] es de 15.000 dólares de Hong Kong (US$ 1.915). Los precios de los alquileres son tan altos que hay gente local [que vive] en casas jaula. Los lugareños ni siquiera pueden permitirse [vivir] aquí. ¿Por qué estás en uno de los lugares más caros del mundo y nos pides que compremos abalorios? Viajar es un lujo en todo el mundo, y la gente que dice ‘págame el viaje’ es estúpida y cree que tiene derecho”.

Cuestiones de privilegio

Aunque James reconoce la ironía de que un expatriado blanco se ría de otros expatriados blancos, no todo el mundo piensa que burlarse de los mochilimosneros es un mero entretenimiento.

El abogado filipino de derechos humanos Raphael Pangalangan escribió en una columna de abril de 2023 que los mochilimosneros pusieron de relieve el fenómeno del “privilegio del pasaporte”.

El término se utiliza para destacar la diferencia en la facilidad para viajar de las personas con determinados pasaportes respecto a otras; por ejemplo, los miembros de los países de la Unión Europea, que pueden viajar libremente por el continente, frente a personas como Pangalangan, que deben soportar esperas y papeleo para conseguir visados para salir al extranjero.

“El begpacking pone de manifiesto el doble rasero del privilegio del pasaporte y revela las desigualdades inherentes a nuestra sociedad global”, escribió Pangalangan. “Si el zapato estuviera en el otro pie, el begpacking se llamaría simplemente vagabundeo”.

Hatton cree que la vergüenza que rodea a los mochilimosneros tiene más que ver con la raza que con la clase, o la clase percibida.

“El problema es que la gente tiene la idea de que los habitantes de países del primer mundo son muy ricos”, afirma Hatton. “Puede que lo sean, pero hay gente pobre en los países del primer mundo y algunos de ellos se mantienen gracias a la venta ambulante. Eso constituye como el 90 % de la clase de gente a la que se refiere como mochilimosneros”.

Y añade: “La hostilidad tiende a reducirse al color de la piel”.

El futuro del begpacking

La reapertura de Asia tras la pandemia es más lenta que la de los países europeos y norteamericanos, por lo que aún no está claro si los llamados mochilimosneros volverán a sus lugares tradicionales o si su era ya terminó.

En los últimos meses han aparecido en las redes sociales fotos virales de mochilimosneros en lugares como Malasia, Indonesia y Hong Kong, lo que ha reavivado el debate sobre esta cuestión. Pero Bernstein, el profesor de Tailandia, cree que este tipo de estilo de vida se está trasladando a Internet.

Las personas que intentan recaudar dinero para viajar tienen diversas opciones, desde sitios web establecidos como Go Fund Me hasta compartir un bote de donativos o mencionar un nombre de usuario del servicio de pago por móvil Venmo en sus vlogs o publicaciones en las redes sociales.

¿Es el músico callejero de ayer el creador de contenidos de hoy?

En lugar de depender de la amabilidad de extraños, algunos viajeros optan por crear seguidores en Internet y pedir a sus fans que les ayuden económicamente.

“Creo que representa el creciente fenómeno de los turistas independientes que difuminan los límites entre ocio y trabajo”, afirma Bernstein.

“Creo que hay un cambio generacional entre valorar la experiencia por encima de las cosas”.