(CNN) — El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, es uno de los millones de personas que padecen apnea del sueño, un grave trastorno en el que las personas dejan de respirar durante 10 segundos o más mientras duermen.
Se calcula que al menos 25 millones de adultos estadounidenses y 936 millones de adultos de entre 30 y 69 años de todo el mundo pueden padecer apnea obstructiva del sueño, y que hay muchas más personas sin diagnosticar.
La afección se denomina apnea “obstructiva” del sueño porque, a diferencia de la apnea central del sueño –en la que el cerebro omite ocasionalmente indicar al cuerpo que respire–, la apnea obstructiva del sueño se debe a una obstrucción de las vías respiratorias por tejidos blandos débiles, pesados o relajados.
El tono muscular se debilita con la edad, incluso en el paladar blando y el cuello, por lo que la apnea del sueño es frecuente entre las personas mayores de 50 años, según los expertos. Sin embargo, los estudios han descubierto que la apnea del sueño en los ancianos tiende a ser de tipo leve a moderado, y que los casos más graves se dan a edades más tempranas.
Biden recibe tratamiento
Si no se trata, la apnea obstructiva del sueño aumenta el riesgo de hipertensión, cardiopatías, diabetes de tipo 2, depresión e incluso muerte prematura, según la Academia Americana de Medicina del Sueño.
Esta afección provoca decenas de “microdespertares” durante la noche que interrumpen la capacidad del organismo para completar un ciclo de sueño completo. Los síntomas son somnolencia diurna excesiva, ronquidos fuertes y estridentes, despertar con la boca seca o dolor de garganta y dolores de cabeza matutinos, según la Clínica Mayo.
Sin embargo, con tratamiento, la respiración vuelve a la normalidad y se puede alcanzar un sueño profundo. La pérdida de peso puede disminuir significativamente –o incluso eliminar– la apnea obstructiva del sueño, ya que la pérdida de tejido en la boca, la lengua y el cuello alivia la presión sobre las vías respiratorias. Los médicos también pueden recetar un aparato bucal diseñado para ampliar las vías respiratorias desplazando la lengua o la mandíbula hacia delante.
Si hay problemas anatómicos, como pólipos nasales, amígdalas o cornetes agrandados, o un tabique desviado, que contribuyen a la apnea, puede recomendarse la cirugía.
Los casos leves de apnea del sueño pueden responder a la “terapia posicional”, una forma elegante de decir que mantener a los durmientes de lado en lugar de boca arriba durante el sueño puede mejorar el flujo de las vías respiratorias y reducir los ronquidos.
Uno de los tratamientos más habituales es el uso de una máquina de presión positiva continua en las vías respiratorias (CPAP, por sus siglas en inglés), que se basa en una manguera y una mascarilla que suministran una presión de aire constante y estable para mantener abiertas las vías respiratorias mientras la persona duerme. Hoy en día las máquinas son tan sofisticadas que un médico puede controlar a distancia el sueño de una persona y ayudarla a ajustar la presión del aire.
Según los expertos, estas máquinas pueden mejorar una serie de complicaciones asociadas a la apnea del sueño, como la fatiga diurna, la hipertensión y la disfunción sexual.