(CNN) – Los hospitales suelen tener un sistema para atender rápidamente a los pacientes que más lo necesitan. En esos casos, se emiten alertas para prepararse para pacientes que llegarán con derrames cerebrales, problemas cardíacos, traumatismos graves o hemorragias. Lo que no suele haber es ninguna disposición de este tipo para los golpes de calor, otra afección que exige atención inmediata.
A medida que el planeta se calienta y la mayor parte de Estados Unidos se enfrenta a temperaturas récord y niveles de exposición al calor sin precedentes, los profesionales sanitarios afirman que es momento de que los sistemas médicos sean proactivos. También es hora de que los proveedores de salud sean conscientes de que el clima puede estar desempeñando un papel más importante en las enfermedades de sus pacientes de lo que están acostumbrados.
Este jueves, más de 140 millones de personas se encuentran bajo aviso de calor en casi tres docenas de estados de costa a costa. En el Medio Oeste, las temperaturas están hasta 11 °C (20 °F) por encima de lo normal. En el noreste y el Atlántico medio, está empezando una peligrosa ola de calor que se prolongará hasta el fin de semana.
“El golpe de calor es otra de esas afecciones potencialmente mortales que toma desprevenida a mucha gente”, afirma la Dra. Caitlin Rublee, médica de urgencias y profesora adjunta de Medicina de Urgencias en la Facultad de Medicina de la Universidad de Colorado.
El golpe de calor o insolación es una de las enfermedades relacionadas con el calor más comunes y mortales, y se convierte en un problema importante durante las olas de calor. Aunque las muertes y enfermedades causadas por el calor son totalmente evitables, el calor extremo es la primera causa de muerte relacionada con el clima en Estados Unidos, según la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA, por sus siglas en inglés). Y las olas de calor son cada vez más frecuentes en el país. En la década de 1960, los estadounidenses registraban unas dos olas de calor al año; en la década de 2010, hubo seis al año, según la EPA.
Según los estudios, cada año se producen en EE.UU. unos 20 casos de insolación por cada 100.000 habitantes, y entre 240 y 833 muertes por esta causa. Los expertos señalan que, por diversas razones, es probable que ambas cifras estén muy por debajo de la realidad.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC, por sus siglas en inglés), las personas más vulnerables son las de edad avanzada, las muy jóvenes, las que padecen enfermedades subyacentes, las que tienen sobrepeso y las que toman determinados medicamentos. Según los estudios, en las dos últimas décadas se ha producido un aumento del 54% de la mortalidad relacionada con el calor tan solo entre las personas mayores de 65 años.
Incluso los jóvenes sanos pueden sufrir un golpe de calor, sobre todo si trabajan o hacen ejercicio al aire libre cuando las temperaturas son altas. Según los CDC, las enfermedades relacionadas con el calor son la principal causa de muerte y discapacidad entre los deportistas de instituto en Estados Unidos.
El golpe de calor no es una apoplejía propiamente dicha. Es cuando el cuerpo se sobrecalienta rápidamente y ya no puede utilizar sus trucos habituales, como el sudor, para enfriarse.
El personal sanitario debe enfriar rápidamente a la persona, idealmente en la primera media hora de aparición de los síntomas. Sin embargo, sin un sistema de alerta como el que podría haber para una apoplejía normal, el personal de urgencias con frecuencia no tiene los medios para ayudar a esos pacientes, según la Dra. Cecilia Sorensen, médico de urgencias y directora del Consorcio Mundial sobre el Clima y la Educación Sanitaria de la Universidad de Columbia.
“Si tienes 30 minutos para enfriar el cuerpo y tienes que preparar esta situación mientras tanto, se hace muy, muy difícil”, dijo Sorensen. “No siempre estamos preparados”.
Si la temperatura central de la persona llega a 41 °C (106 °F) o más, sus órganos internos pueden dejar de funcionar en solo 10 o 15 minutos.
Uno de los problemas del golpe de calor es que puede parecerse a muchas otras afecciones que llevan a la gente a urgencias. Entre sus síntomas están una temperatura igual o superior a 39,4 °C (103 °F), piel caliente, enrojecida, seca o húmeda, pulso acelerado, dolor de cabeza, mareos, náuseas, confusión y pérdida de conciencia.
Rublee dice a todos sus alumnos que deben tener en cuenta la posibilidad de un golpe de calor en caso de fiebre, sobre todo en los días calurosos.
“Recibimos muchos pacientes con fiebre, y podría ser cualquier cosa, así que tratamos muchas cosas a la vez”, dijo. “No hay inconveniente en enfriar a estos pacientes, de ser posible en 30 minutos”.
Sorensen, cuya investigación se centra en los efectos del clima sobre la salud, dijo que incluso ella necesita un recordatorio de vez en cuando para estar alerta ante un golpe de calor.
Hace poco no tomó en cuenta sus propias investigaciones cuando intentaba averiguar qué le ocurría a un paciente varón de edad avanzada en una sala de urgencias de Colorado.
El hombre se había desmayado. Tenía algunos problemas de salud subyacentes, explica Sorensen. Cuando su familia llegó al hospital, le ayudó a resolver el misterio.
“Nos dijeron: ‘Ah, sí, llegamos a su casa, estaba a unos 35 °C dentro’”, dijo Sorensen. Su exposición a ese calor era el problema.
“Soy médica climatóloga, por el amor de Dios, y estoy ahí sentada tratando de resolver sus problemas cardíacos”, explica.
El Consorcio Mundial de Sorensen busca que todos los profesionales sanitarios tengan en cuenta el clima como factor de los problemas de salud. El grupo, una alianza de más de 300 decanos de escuelas de formación profesional sanitaria de más de 60 países, se ha comprometido a formar a los estudiantes en clima y salud. Sorensen dijo que incluso se convirtió en redactora de las preguntas de la junta médica solo para poder incluir en el examen algo relacionado con el cambio climático, el calor y la contaminación atmosférica.
“Tenemos que preparar a los servicios de urgencias para que sean capaces de incorporar el clima a su pensamiento médico, porque con algo como un golpe de calor, es casi como tener un ataque al corazón o un derrame cerebral. Es así de urgente recibir tratamiento ahora”, dijo Sorensen.
El Dr. Caleb Dresser, médico de urgencias y director de Soluciones Sanitarias del Centro Harvard para el Clima, la Salud y el Medio Ambiente Mundial, señaló que los datos de salud pública muestran que la mortalidad relacionada con el calor para una temperatura determinada aumenta un 5% a medida que se avanza de sur a norte en EE.UU.
“No es necesario que haga tanto calor en los estados del norte en comparación con los del sur, presuntamente debido a diferencias en las adaptaciones sociales, fisiológicas, culturales y sanitarias”, explicó Dresser.
De cara a un futuro en el que habrá “peligros crecientes relacionados con el cambio climático”, cree que la gente en general debe hacer más para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y evitar lo peor que podría producir el cambio climático. Mientras tanto, los profesionales de la salud y los sistemas médicos tienen que adaptarse mejor a los peligros que afectan a sus pacientes ahora.
“Esta ola de calor va mucho más allá de lo que cabría esperar sin el cambio climático, y tenemos que planificarla y tomar las medidas que podamos para mantener a salvo a la gente y evitar que este peligro se convierta en daños para la salud”, afirma Dresser.
El grupo de Dresser elaboró un conjunto de herramientas para profesionales de la salud y pacientes con el fin de ayudarles a tomar medidas de seguridad cuando hace calor. Harvard también está probando un programa que enviará alertas específicas a enfermeras, médicos y otros profesionales sanitarios de clínicas situadas en zonas con temperaturas peligrosamente altas.
Las alertas proporcionarán información acerca del calor y sobre algunas medidas que pueden tomar para ayudar a mantener a salvo a los pacientes. Espera disponer de información sobre la eficacia del programa a finales de este año.
La mejor manera de controlar las enfermedades relacionadas con el calor, según Dresser, es ser proactivo. Revisa las previsiones del tiempo siempre antes de salir. En caso de calor extremo, intenta quedarte en casa, si es posible. Si tienes que salir, que sea por la mañana, cuando las temperaturas son algo más bajas. Bebe mucho líquido, viste ropa ligera y holgada y no olvides la protección solar. Ten en cuenta también a tus vecinos ancianos, parientes y otras personas que puedan ser vulnerables a las peores consecuencias del calor para la salud.
Hablar del tiempo puede considerarse una conversación trivial, pero cuando se trata de la salud, es más que eso.
“La gente debe prestar atención a las temperaturas”, afirma Dresser. “Podemos hacer mucho como individuos y como sociedad para mantener a salvo a la gente cuando hace calor”.