CNNE 1429336 - mas de 248-000 migrantes han cruzado el darien en 2023
Más de 248.000 migrantes han cruzado el Darién en lo que va de 2023, informa Panamá
01:11 - Fuente: CNN

(CNN) – El secuestro de una enfermera estadounidense en Haití, la semana pasada, con su pequeña hija subraya la epidemia de anarquía que hay en la nación caribeña, donde más de 1.000 personas fueron tomadas como rehenes para pedir rescate en los primeros seis meses del año, según cifras de Naciones Unidas.

Desde el asesinato del expresidente Jovenel Moïse en 2021, Haití se ha visto azotado por oleadas de delincuencia y disturbios. Su sucesor, el primer ministro Ariel Henry, se ha esforzado por contener la violencia, que es también un importante impedimento para la celebración de las cruciales elecciones que llevan tanto tiempo aplazadas.

Durante meses, Henry y el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, han pedido una intervención militar en el país. Pero los vecinos de Haití en el hemisferio occidental han declinado en silencio desempeñar un papel protagonista.

Kenya respondió finalmente al llamamiento este fin de semana, cuando el ministro de Relaciones Exteriores, Alfred Mutua, anunció en Twitter que su país “consideraría positivamente dirigir una fuerza multinacional a Haití”, encabezada por un contingente de 1.000 efectivos de la policía keniana.

Se espera que la misión, si finalmente la aprueba el Consejo de Seguridad de la ONU, “restablezca la normalidad” en Haití, afirmó Mutua. Pero tal estado es cada vez más difícil de prever en una nación donde una arraigada red de pandillas ve en el secuestro de sus compatriotas una de las pocas industrias lucrativas.

Un ciclo de violencia alarmante

En los dos últimos años, las bandas enfrentadas de Puerto Príncipe han sembrado el terror en esa vital ciudad portuaria del país con violaciones, torturas y asesinatos en su pugna por el control territorial. Miles de haitianos han huido de sus hogares y se han reunido en campamentos improvisados por toda la capital.

Un movimiento de vigilancia parapolicial conocido como “Bwa Kale” contraatacó brutalmente a principios de año, apedreando y quemando en la calle a presuntos miembros de las bandas, lo que llevó a la representante especial de Naciones Unidas, María Isabel Salvador, a advertir en un informe de julio que el movimiento había puesto en marcha “un nuevo y alarmante ciclo de violencia”.

Cientos de presuntos pandilleros han sido asesinados por esos vigilantes en todo el país, dijo.

Mientras tanto, el conflicto en la capital ha complicado el resto de las líneas de suministro de la nación, provocando el aumento del precio de los alimentos y la energía.

Flavia Maurello, directora en Haití del grupo de ayuda italiano AVSI, declaró a CNN a principios de julio en la ciudad de Les Cayes, en el sur de Haití, que la sensación de anarquía también había debilitado el tejido social, y que las comunidades locales hacen la vista gorda ante delitos menores y otros abusos que antes no se habrían tolerado.

Haitianos huyen de los gases lacrimógenos disparados por los agentes que despejan un campamento de personas en la embajada de EE.UU. que intentan escapar de la violencia de bandas armadas el 25 de julio. Crédito: Ralph Tedy Erol/Reuters

Estados Unidos pide a sus ciudadanos que salgan

Este año ha habido algunos frágiles momentos de paz en Puerto Príncipe. El movimiento Bwa Kale ha logrado disuadir a algunas bandas, según el grupo de seguimiento haitiano Cardh, y los secuestros han disminuido hacia el comienzo del verano.

A principios de julio, dos de las mayores bandas de Haití firmaron un acuerdo de paz, según un comunicado de prensa de la organización caritativa católica que medió en la tregua.

Pero la normalidad sigue estando muy lejos.

Hace tres semanas, en el barrio Tabarre de Puerto Príncipe, la ONG Médicos sin Fronteras declaró que unos 20 hombres armados irrumpieron y sacaron por la fuerza a un paciente del quirófano.

Poco después, los intensos ataques de las pandillas provocaron el éxodo masivo de decenas de residentes de Tabarre, incluidas madres con niños pequeños, que buscaron refugio en la embajada estadounidense. Posteriormente fueron dispersados del recinto de la embajada con gases lacrimógenos.

El jueves, el Departamento de Estado de EE.UU. ordenó a todo su personal no destinado a emergencias que abandonara el país, tras advertir anteriormente que los estadounidenses no debían viajar a la isla.

El aviso actualizado llegó demasiado tarde para la enfermera Alix Dorsainvil, que fue secuestrada ese mismo día, según El Roi Haití, la organización cristiana de ayuda humanitaria para la que trabaja. Dorsainvil y su hija llevan seis días secuestradas.

“Hasta que Alix y su hija nos sean devueltas sanas y salvas, haremos lo que dice el Salmo 27:14: ‘Esperad en el Señor; sed fuertes y animaos y esperad en el Señor’”, se leía este lunes en una entrada del blog del sitio web de El Roi.

Gedeon Jean, director ejecutivo de Cardh, explicó a CNN que no le ha sorprendido el secuestro de Dorsainvil. Su organización ha estado esperando un resurgimiento de la toma de rehenes a medida que las bandas tratan de recuperar algunas pérdidas financieras sufridas por las sanciones internacionales y el apogeo del movimiento Bwa Kale.

Tras años de violencia desenfrenada, Jean se muestra escéptico ante las declaraciones de paz. La última tregua entre bandas podría no ser más que otra treta diseñada para adormecer a un público agotado: “Una forma de atrapar a la población”, una vez más.