(CNN) – En febrero de 2020, Stefanie Tannenbaum viajó a Costa Rica con su pareja y su bebé para pasar unas largas vacaciones.
Pero tras quedarse atrapada en la ciudad costera de Nosara durante la pandemia de covid-19, la estadounidense se sintió tan a gusto que decidió quedarse para siempre.
Ahora, casi cuatro años después, Tannenbaum es la orgullosa cofundadora del hotel boutique sostenible Sendero, que ella describe como un “hotel de barrio” cuyo objetivo es proporcionar a sus huéspedes “un sentido de pertenencia”.
“Nosara es un lugar realmente mágico, y queríamos compartirlo”, explica a CNN Travel, antes de explicar que la escuela de surf, el estudio de yoga y la galería de arte del hotel están dirigidos por personas de la zona.
“La gente suele decir que en cuanto están en el hotel, se sienten parte de Nosara”.
Hotel comunitario
Tannenbaum había visitado la ciudad unas cuantas veces antes de elegir viajar allí durante un mes con su pareja y su hijo River, que entonces tenía unos ocho meses, y quedó impresionada por el sentido de comunidad, junto con el “fenomenal” surf y la naturaleza.
Costa Rica es famosa por su maravillosa naturaleza, y Nosara no es una excepción, con una reserva biológica de 36 hectáreas donde se pueden encontrar monos aulladores y tortugas, además de 270 especies de aves, como garzas y tucanes.
Cuando quedó claro que ella y su familia no podrían abandonar el país centroamericano durante un tiempo debido a las restricciones de viaje impuestas a raíz de la pandemia, Tannenbaum empezó a estudiar la posibilidad de abrir un negocio en Nosara.
“Todo era muy estresante, pero había una paz que encontraba estando en Nosara”, dice.
Mientras colaboraba con un equipo de lugareños para montar un espacio de trabajo remoto llamado Outpost, vio la oportunidad de crear un hotel en una propiedad cercana y “decidió dar ese salto”.
“Me había sentido sola y aislada allá en Estados Unidos”, explica Tannenbaum, que antes vivía en Massachusetts. “Y, de repente, formé parte de una comunidad y las personas con las que estaba construyendo estos proyectos se convirtieron en mis mejores amigos”.
Un gran salto
“Sentía que todos estábamos persiguiendo nuestros sueños juntos. Nos gusta decir que somos un hotel de amigos”.
Tannenbaum, que había trabajado para una empresa de gestión y desarrollo hotelero y a menudo soñaba con tener su propio hotel, conoció a su socia, Sarah Kosterlitz, en Costa Rica.
Con los ahorros de toda una vida, compraron el hotel y pusieron en marcha el proyecto.
“Fue una decisión que me dio miedo”, admite.
Según Tannenbaum, tardaron unos 14 meses en crear Sendero, que abrió oficialmente en febrero.
Uno de los principales objetivos era garantizar que el proyecto fuera lo más sostenible posible, lo que llevó a tomar algunas decisiones de diseño interesantes.
Por ejemplo, para evitar la tala de árboles durante el proceso de construcción, optaron por “construir alrededor” de un enorme árbol, que ahora se encuentra en medio del restaurante del hotel.
Promesa de sostenibilidad
“Al principio pensaba: ‘Bueno, podríamos meter una mesa más. Tenemos que maximizar el beneficio del restaurante’”, dice.
“Pero este árbol estaba aquí mucho antes que nosotros y estará aquí mucho después. Entonces, solo hay que contemplar su belleza. Es un hermoso atractivo para el espacio”.
Además, todos los materiales utilizados para construir el hotel proceden de Costa Rica, incluidos ladrillos y tejas recuperados de “viejas casas de San José”, mientras que el hotel utiliza paneles solares y su agua se recicla cuatro veces.
“La sostenibilidad es innegociable en todos nuestros proyectos”, añade Tannenbaum. “En realidad, queremos dejar una huella mayor en las manos que en los pies”.
El restaurante, descrito como el “centro neurálgico del hotel”, sirve una mezcla de cocina “local y sencilla”, como el ceviche, elaborado con ingredientes frescos.
“Tenemos mucho atún en el menú, porque se pesca localmente a menos de un kilómetro de nuestro hotel”, dice Tannenbaum.
La escuela de surf, que ya formaba parte de la propiedad anterior, es propiedad de un residente local, y la galería de arte del hotel cuenta con artistas costarricenses.
“No queríamos sustituir lo que se hacía con Estados Unidos”, añade. “Solo queríamos elevar y ayudar al resto de la comunidad a brillar realmente en nuestro hotel”.
Tannenbaum explica que los tres tipos de alojamiento del hotel están orientados a atraer a “diferentes grupos demográficos de huéspedes”.
Sus 25 habitaciones se componen de suites, dormitorios privados con cama hecha a medida y zona de estar separada, habitaciones selva, que incluyen duchas al aire libre frente a la reserva natural vecina, y una habitación king, que tiene su propio balcón privado. Las tarifas oscilan entre US$ 200 y US$ 700.
Las habitaciones selva, que según Tannenbaum fueron una elección “arriesgada” por las duchas al aire libre, han sido un gran éxito entre los huéspedes.
“Tenemos la sensación de que todos los grandes riesgos que hemos asumido han acabado siendo los más rentables”, afirma.
El hotel está a unas dos horas y media en automóvil del aeropuerto de Liberia y a cinco del de San José.
Un camino diferente
El nombre Sendero viene de la palabra española para “camino” y Tannenbaum explica que el hotel tiene un camino que se extiende a través de los 200 metros de terreno protegido en el frente costero de Nosara.
“También es una metáfora de cómo Sendero puede desempeñar un papel en el camino o el viaje de la vida de una persona”, añade.
Cuando se suavizaron las restricciones de viaje, a finales de 2020, Tannenbaum regresó brevemente a su casa en EE.UU. con su pareja y su hijo para ponerse en contacto con su familia y recoger a su perro, al que habían dejado atrás muchos meses antes.
“No estaba muy contento con nosotros”, dice. “Pero ahora es feliz en Costa Rica”.
Tannenbaum logró construir una vida completamente nueva para ella y su familia en Nosara a lo largo de los años y actualmente está pasando por el proceso de convertirse oficialmente en residente costarricense.
“Fue rápido, pero me pareció lo correcto”, dice. “Costa Rica es un país muy abierto, les gusta mucho la comunidad y apoyarse unos a otros. Siempre dan prioridad a la comunidad”.
Está encantada de haber podido devolver algo a la comunidad que la recibió tan bien a ella y a su familia, y espera con impaciencia lo que le depare el futuro.
“Estoy muy agradecida de que mi pareja estuviera dispuesta a dar el salto conmigo”, admite. “Porque yo estaba intentando encontrar algo. Intentaba encontrar quién era yo como madre y como familia. Y lo encontré allí [en Nosara].