(CNN) – A primera vista, Hydra no es diferente de sus vecinas. Como otras islas del mar Egeo, tiene calles encaladas, aire perfumado de jazmines e impresionantes vistas de las brillantes aguas azules que la rodean.
Lo que distingue a Hydra es su medio de transporte preferido. Los lugareños se han resistido a la tentación de tocar el claxon y han adoptado el sonido rítmico de los cascos de los caballos.
Aquí, los automóviles no solo están ausentes, sino que se mantienen alejados intencionadamente. La legislación local prohíbe la circulación de vehículos motorizados (excepto camiones de bomberos, basura y ambulancias).
Los 2.500 habitantes de la isla griega se desplazan en mulas, burros y caballos pequeños.
Al bajar del ferry y llegar al puerto de Hydra, el corazón de la isla, los visitantes son recibidos por pequeños caballos que serpentean con elegancia por las calles adoquinadas y les hacen sentir el ritmo pausado de la isla.
Al pasear por los pintorescos senderos de Hydra, es habitual ver a los lugareños realizando sus tareas cotidianas, acompañados de sus compañeros de cuatro patas.
Desde Kaminia, un tranquilo pueblo de la costa meridional adornado con casas tradicionales de piedra, hasta Mandraki, en la costa occidental de la isla, famosa por sus aguas cristalinas y su aura relajada, la isla está entrelazada con su presencia.
“Hydra es una isla que te transporta al pasado”, afirma Harriet Jarman, propietaria de la empresa de excursiones a caballo Harriet’s Hydra Horses.
“Todo el transporte en esta isla se hace con caballos o mulas. Como no hay autos, la vida de todos es un poco más tranquila”.
¿No hay autos? No es problema
La relación de Jarman con la isla de Hydra comenzó hace 24 años, cuando su madre la trajo a la isla de vacaciones, lo que la llevó a tomar la decisión de convertirla en su hogar permanente.
Una década más tarde, durante la crisis económica griega, Jarman se vio obligada a vender su preciado caballo, Chloe.
Decidida a conservar a su querido compañero, decidió montar su negocio de excursiones a caballo, una empresa que no solo le permitía mantener a Chloe, sino también compartir su amor por los paisajes de la isla.
“Me harté de que todo el mundo me dijera que la vendiera (a Chloe) porque mantener un caballo es caro”, recuerda.”Pensé, vale, voy a enseñarle a la gente las razones por las que yo misma quiero quedarme en la isla”.
La empresa cuenta ahora con un equipo de 12 caballos, con excursiones guiadas por los senderos de la isla dirigidas por jinetes experimentados.
Estos viajes recorren los pintorescos monasterios y playas de Hydra. Los jinetes pueden incluso darse un baño refrescante con los caballos.
Un patrimonio grabado en las huellas
La decisión de adoptar el transporte tradicional tirado por caballos, conocido como “cáiques”, rinde homenaje al rico patrimonio de la isla y a su compromiso con la vida sostenible.
Durante los siglos XVIII y XIX, Hydra floreció como un ajetreado centro marítimo. Pero con la llegada del siglo XX, que trajo el transporte motorizado al resto de Grecia, las estrechas y empinadas calles de la isla, unidas a un terreno rocoso, hicieron imprácticos los desplazamientos en auto.
Así que los habitantes se aferraron al transporte equino, que podía atravesar el accidentado paisaje con mayor eficacia.
Con el tiempo, esta dependencia de los burros y caballos se arraigó en la cultura y el modo de vida de Hydra.
Los burros y mulas se convirtieron en parte integrante de la identidad de la isla y se utilizaban para transportar mercancías, materiales de construcción e incluso personas por toda la isla, una tradición que persiste hoy en día.
“Aquí todo el mundo vive de sus lomos”, afirma Jarman. “Son nuestros autos y nuestras manos, lo transportan todo, desde materiales de construcción y muebles hasta equipaje y compras”.
Un paraíso artístico
La ausencia de autos ha contribuido a la innegable tranquilidad de la isla, atrayendo a creativos de todas partes, incluida la célebre actriz italiana Sofia Loren, que se enamoró de Hydra durante el rodaje de “Boy on a Dolphin” en 1957.
“Hydra ofrece colores maravillosos, una luz preciosa y una atmósfera única que ha inspirado a mucha gente”, afirma la diseñadora de joyas Elena Votsi.
Conocida por su trabajo, que combina la artesanía tradicional con la estética moderna, Votsi se inspira en su herencia griega, así como en la naturaleza y la geometría.
Aunque nació en Atenas, Votsi cuenta que pasaba los veranos y las vacaciones en Hydra, visitando a su padre. Dice que la ausencia de autos hace que sea un lugar mágico para trabajar y ha inspirado sus diseños desde el principio de su carrera.
“El sol, las rocas y los dibujos de las olas me inspiraron. La belleza natural y la singularidad de la isla han influido mucho en mi proceso creativo”, afirma Votsi.
En 2003 fue invitada a participar en un concurso para rediseñar la medalla de los Juegos Olímpicos de Verano para el Comité Olímpico Internacional.
Tras recibir la invitación, Votsi se dirigió a su hogar en Hydra. La isla, con su inefable encanto, actuó de musa, instigando un viaje creativo que llevaría a Votsi a ganar el concurso y añadir su nombre a los registros de los acontecimientos deportivos más célebres del mundo.
Muchos artistas famosos han visitado o vivido en Hydra. El encanto magnético de la isla ha atraído a sus costas a los pintores Brice Marden, Alexis Veroucas, Panagiotis Tetsis, Nikos Hadjikyriakos-Ghikas y John Craxton, así como al escritor Henry Miller, que encontraron inspiración en sus paisajes tranquilos.
El cantautor canadiense Leonard Cohen descubrió Hydra en la década de 1960 y la convirtió en su hogar durante varios años. Su estancia en Hydra quedó inmortalizada en su canción “Bird on the Wire”, que escribió parcialmente mientras vivía allí.
“Hydra es un paraíso. Es un lugar mágico para trabajar y una bendición poder venir aquí como artista, como tantos otros han hecho antes que yo y seguirán haciendo”, afirma Votsi.