King Javier Black perdió la vida a los 9 años tras un disparo de otro menor. Crédito: Cortesía Joy Black

Nota del editor: Esta historia forma parte de una serie sobre estadounidenses jóvenes que han perdido la vida este año por armas de fuego, una de las principales causas de muerte infantil en Estados Unidos. Más información sobre el proyecto aquí.

(CNN)– King Javier Black nunca está lejos.

La preciada colección de artículos de supermercado en miniatura de este niño de 9 años está repartida por toda la casa de Michigan en la que vive ahora su madre, Joy Black.

“Ahora mismo, estoy mirando su pequeño jarabe Hershey’s de fresa”, dijo Black. “Y tiene pequeñas barritas de caramelo. Mr. Goodbars. Un pavo”.

Cada noche, los cubrecamas favoritos de King, “Lilo & Stitch”, reconfortan a su madre. Ella aprieta un muñeco de felpa del extraterrestre Stitch con el que su hijo siempre dormía. “Le encantaba Stitch”, dice Black. Su hermana adolescente se envuelve en la querida manta de King de “Space Jam”.

“Lo veo todos los días”, dijo Black. “Tengo todas sus cosas a mi alrededor”.

Han pasado más de cuatro meses desde que King recibió un disparo mortal el 3 de junio a manos de otro niño que manipulaba una pistola sin seguro en East Point, una ciudad al suroeste de Atlanta. Aún así, insistió Black, nunca está lejos.

King es uno de los más de 1.300 niños y adolescentes que han muerto por arma de fuego en lo que va de 2023, según el Gun Violence Archive. Las armas de fuego se convirtieron en el asesino número 1 de niños y adolescentes en Estados Unidos en 2020, superando a los accidentes automovilísticos, que fueron durante mucho tiempo la principal causa de muerte entre los jóvenes estadounidenses.

“Luchó mucho por estar aquí”

En las fotos alrededor de la casa en Portage, Michigan, el apuesto niño luce una amplia y ganadora sonrisa, en una graduación escolar, en cumpleaños, en salidas familiares y celebraciones navideñas.

“Pienso en él cada segundo de cada minuto de cada día”, dice Black, alternando el pasado y el presente al referirse a su hijo.

Joy Black y su hijo, King Javier. Crédito: Cortesía de Joy Black

“Tenía la mejor sonrisa. Estaba lleno de energía. Tan lleno de luz. Siempre está bailando. Le encantaba la música. Era el niño más feliz. Se levantaba todos los días feliz de ir a la escuela para estar con sus amigos”.

King iba a empezar 4° de primaria este año escolar en East Point, donde vivía su familia antes del tiroteo. El 5 de febrero cumplió 9. Su madre, su hermana de 16 años y dos amigos lo celebraron en casa con un pastel y helado. Después fueron a un boliche.

“Pasamos el mejor día”, recuerda Black.

King siempre estaba con su madre. Quizá se debiera a que nació prematuramente, a los seis meses. Pasó los 10 primeros meses de su vida en una unidad de cuidados intensivos neonatales.

“Todo el mundo decía: ustedes están obsesionados el uno con el otro”, decía su madre. “Pero era mi bebé. Pasó por muchas cosas cuando nació. Así que eso me hizo tenerlo aún más cerca de mí”.

King Javier Black junto a su hermana, Kurrency Paul, a su regreso del hospital cuando era un bebé. Crédito: Cortesía de Joy Black

Cuando King llegó a casa del hospital, respiró durante un tiempo con la ayuda de un pequeño tanque de oxígeno.
“Tenía los pulmones completamente cerrados”, recuerda Black. “Literalmente luchó mucho para estar aquí en este mundo cuando llegó. Y luchó en el camino cuando falleció”.

“Era demasiado”

La tarde del 3 de junio, King acababa de volver a casa de pasar el día en un parque acuático con su madre y su hermana. Salió a jugar con sus amigos.

Menos de 10 minutos después, alguien llamó a la puerta de Black y le dijo que le habían disparado a su hijo.

King había estado jugando con dos amigos de 6 y 9 años, según la policía. El niño mayor obtuvo una pistola Glock cargada en la casa, dijo en una declaración jurada de arresto presentada en el Tribunal Superior del Condado de Fulton.

El niño de 9 años estaba jugando con la pistola cuando el arma se disparó accidentalmente y la bala alcanzó a King en el pecho, según el documento. King había estado de pie fuera de la puerta principal con el niño más pequeño, señala la declaración jurada.

La madre del niño que disparó el arma fue detenida posteriormente por dos cargos de influencia sobre un testigo, según la declaración jurada. Los dos niños dijeron inicialmente a la policía que “no sabían quién había disparado a King Black y que habían oído el disparo mientras estaban fuera jugando”, según la declaración jurada.

El niño de 6 años dijo más tarde a los investigadores que su madre hizo que los dos niños “mintieran a la policía sobre lo ocurrido” porque no quería que el mayor “se metiera en problemas”, según la declaración jurada de arresto.

Ahora Black visita la tumba aún sin nombre de King en un cementerio de Michigan al menos dos veces al día. Le pone música. Le deja flores y sus aperitivos favoritos: frituras de tortilla picantes Takis azules y jugos Capri Sun.

King Javier Black "se levantaba todos los días feliz de ir a la escuela para estar con sus amigos", dice su madre.Crédito: Cortesía de Joy Black

“Solo para que sepan que pienso en él”, dice Black. “Pienso en él todos los días. Quiero que sepa ‘oye, sigo pensando en ti cada segundo’. Siempre voy a estar aquí”.

Black tuvo que alejarse de East Point, mudándose temporalmente con su hermana en su ciudad natal de Portage, a más de 1.000 kilómetros al norte de donde murió su hijo.

“Era muy duro estar directamente en la zona”, dijo. “Era demasiado”.

Junto con muchos recuerdos, el silencio que envuelve la casa es también un recordatorio de su ausencia. “No estamos acostumbrados a que la casa esté tan silenciosa”, dijo.

Una foto muy apreciada muestra a King acunando y alimentando a su primo pequeño en un sofá. La imagen está incluida en la página de GoFundMe creada para la familia tras la muerte del menor.

“Le encantan los niños”, dijo Black. “Desde que tenía unos cuatro años (mi hijo nunca tuvo realmente a su padre en su vida) le preguntaba: ‘¿Qué quieres ser cuando seas mayor?’ Él decía: ‘Quiero ser padre’. Siempre decía lo mismo: Quiero ser padre, mamá”.

Otro recuerdo es uno de los libros favoritos de King, “I Believe I Can”, que termina así:

There is light within my smile. There is voice within my sound.
My presence matters in this world. My life is worthy; there’s a plan.
I know I can do anything, if only I believe I can.

[Hay luz en mi sonrisa. Hay expresión en mi sonido.
Mi presencia importa en este mundo. Mi vida es digna; hay un plan.
Sé que puedo hacer cualquier cosa, si tan solo creo que puedo].