(CNN) – A medida que el conflicto en Israel y Gaza continúa desarrollándose, muchas personas se exponen a innumerables imágenes, historias y sonidos del conflicto a través de noticias de radio y televisión, artículos de periódicos y digitales y, por supuesto, redes sociales.
Y eso nos está pasando factura a todos nosotros, incluidos nuestros hijos. La Asociación Estadounidense de Psicología emitió un comunicado esta semana advirtiendo que consumir noticias violentas y traumáticas puede afectar negativamente nuestra salud mental.
“La Psicología nos dice que el miedo, la ansiedad y el estrés traumático tienen efectos a largo plazo sobre la salud y el bienestar. Estos impactos también los sienten las personas de todo el mundo que tienen familiares y amigos en la región, así como aquellos preocupados por los efectos de la guerra en todas partes”, dice.
Entonces, ¿cómo podemos mantenernos informados y conectados mientras protegemos nuestra salud mental y la de nuestros hijos? Este es un tema que ha surgido una y otra vez en el contexto de una larga lista de eventos como tiroteos en escuelas, tiroteos masivos, la insurrección del 6 de enero en el Capitolio de Estados Unidos, el cambio climático, incidentes de brutalidad policial, la pandemia de covid-19, los ataques terroristas del 11 de septiembre y desastres naturales como huracanes e incendios forestales.
El corresponsal médico en jefe de CNN, el Dr. Sanjay Gupta, se acercó a la Dra. Gail Saltz para pedirle consejos sobre cómo navegar esta delgada línea para un próximo episodio de su podcast, “Chasing Life”. Saltz es profesora clínica asociada de Psiquiatría en el Hospital Presbiteriano de Nueva York y en el Weill Cornell Medical College y presentadora del podcast “How Can I Help?”.
Saltz dijo que las imágenes, en particular, son problemáticas porque dan la impresión de que el peligro está cerca. “Las imágenes visuales, más que algo que escuchas o lees, tienden a quedarse en tu mente como una película. Y pueden convertirse en imágenes intrusivas que no puedes sacar de tu mente”, explicó.
“Y este es el problema que tiene la gente ahora. Ven algo; es horrible, está más allá de la experiencia humana habitual de ver violencia entre humanos, de tal manera que se entromete en sus mentes de tal manera que no pueden concentrarse en el trabajo, de tal manera que no pueden conciliar el sueño por la noche. Y es angustioso. Y eso provoca una excitación general en el cerebro y luego en el cuerpo”, dijo.
Saltz explicó que como respuesta fisiológica a esas imágenes e historias, el sistema nervioso simpático se pone en marcha. “Ese sistema nervioso simpático dice: ‘¡Peligro! ¡Peligro!’ Y te pones nervioso, ansioso”. Está bien documentado que si permaneces ansioso durante mucho tiempo, empiezas a sentirte triste, lo que puede provocar depresión, afirmó.
Y es muy fácil permanecer ansioso durante mucho tiempo en medio de este panorama tecnológico y mediático.
“Creo que esta posibilidad reciente de ver estas terribles imágenes visuales, que es realmente diferente a hace 10 años, hace 20 años, y tenerlas como alimento constante, constantemente disponibles, es realmente dañina, particularmente para los niños, pero también para los adolescentes y los adultos”, puntualizó.
Saltz dijo que algunas personas son más vulnerables que otras a desarrollar una reacción de estrés agudo o incluso un trastorno de estrés postraumático con el flujo constante de imágenes e historias.
“Las personas que están más cerca de los eventos reales, obviamente, si estás allí o tu familia está allí o si esto te afecta de alguna manera más directa. Pero incluso las personas que están más alejadas pueden desarrollar (problemas más profundos), particularmente las personas que tienen un problema de salud mental previo, como un trastorno de ansiedad o un trastorno del estado de ánimo, y las personas que han sufrido (cualquier tipo de) trauma en el pasado,” afirmó.
Entonces, ¿qué puedes hacer para cuidar tu salud mental y la de tu familia? Saltz ofrece estos consejos:
Pon a tu familia a “dieta mediática”
“Lo primero y más importante sería limitar el consumo de noticias y redes sociales”, dijo. “No estoy diciendo: ‘Oye, métete debajo de una roca e ignora lo que está pasando’. No estoy diciendo eso, pero estoy abogando por tal vez no pasar horas en redes sociales, donde no hay ninguna advertencia de contenido explícito… Es simplemente un consumo constante de imágenes realmente perturbadoras”.
Saltz recomienda limitarse a consumir uno o dos medios de comunicación confiables, así como reducir el tiempo que se dedica a las noticias a 30 minutos por día. “Y no tener esos 30 minutos cerca de la hora de acostarse, porque inevitablemente agita a las personas y no pueden dormir. Y la falta de sueño los pone más ansiosos al día siguiente, por lo que se convierte en un círculo vicioso”.
No ocultes la situación a los niños
Saltz dijo que también es muy importante explicarle a tus hijos lo que está sucediendo de una manera apropiada para su edad.
“Habla con tus hijos y responde a sus preguntas, porque lo que están imaginando podría ser aún peor, incluso más aterrador si no se maneja con inteligencia”, dijo. “No es necesario ser explícito, pero ser razonablemente honesto con ellos puede ser importante porque nuestra imaginación también puede ser bastante horrenda”.
Saltz dijo que es importante que los padres inicien la conversación. Así lo explicó: “Quieres ser la fuente confiable y quieres que puedan hablar contigo al respecto. Y lo haces básicamente diciendo: ‘¿Qué has oído? ¿Que sabes? ¿Qué sientes acerca de lo que has oído y lo que sabes?’ Y deja que te lo digan y luego deja que te hagan preguntas”.
Hablando de fuentes confiables, Saltz dijo que es vital ayudar a los niños a que aprendan a identificarlas.
Ayuda a los niños a comprender “que solo porque alguien lo haya dicho así no significa que así sea. Que hay que fijarse en quién lo dice”, aseguró, señalando que esta sugerencia se aplica a noticias, consejos médicos y otra información.
Sintoniza con tus sentimientos (y los de tus hijos)
“Conviene estar atento a los síntomas para poder abordarlos”, dijo Saltz.
Afirmó que todos los diagnósticos psiquiátricos son en realidad una extensión de sentimientos potencialmente normales que han aumentado hasta el nivel de causar disfunción. “Todo el mundo se pone ansioso a veces. Y cuando las cosas se ponen difíciles y estresantes, como ahora, se ponen más ansiosos, y eso es normal”, explicó.
“Pero cuando estás tan ansioso que no puedes concentrarte (…) tu desempeño laboral se ve afectado, no puedes leer un libro porque no entiendes lo que lees, no puedes dormir por la noche porque estás preocupado, tu apetito se ve afectado”, explicó. Y cuando el nivel de ansiedad “afecta tu funcionamiento en uno o más ámbitos importantes de tu vida (trabajo, escuela, relaciones), entonces eso ha aumentado al nivel de algo que necesita tratamiento, algo que necesita atención”.
Saltz dijo que los síntomas pueden ser diferentes en los niños.
“En los niños, los trastornos de ansiedad y los trastornos del estado de ánimo pueden ser muy diferentes. Los niños pueden sufrir depresión y no parecer deprimidos todo el tiempo. Tienen episodios en los que se sienten llorosos y muy molestos o muy irritables y expresan tristeza. Pero luego pueden tener otros momentos en los que parecen felices, razón por la cual la depresión a menudo pasa desapercibida en niños y adolescentes”, explicó.
Los niños también son más propensos a “somatizar” su malestar psicológico, afirmó Saltz. Por ejemplo, la ansiedad puede manifestarse como dolor de estómago o dolor de cabeza. “Es más probable que los niños se manifiesten de esa manera. A veces acuden a su pediatra con un síntoma que parece necesitar un médico, cuando en realidad padecen un trastorno de ansiedad”.
La experta señaló que el 25% de los niños desarrollará un trastorno de ansiedad en algún momento de su adolescencia, cifra que no tiene relación con los acontecimientos mundiales.
“Lo que hay que saber al respecto es que son tratables. No requieren un largo periodo de tratamiento. Pero el no tratar a un niño puede ser perjudicial para su desarrollo. Pero después de 10 o 12 sesiones, puedes volver a ponerlos en su curva de aprendizaje. Y por eso es tan importante intervenir tempranamente y que los padres comprendan que esto es común”.
Desarrolla un “kit de herramientas para combatir el estrés”
Cuando el estrés y el miedo activan nuestra amígdala, la parte del cerebro que controla nuestra respuesta emocional, Saltz, tomando prestado un término de la terapia conductual dialéctica, dijo que no estamos en nuestra “mente sabia”.
“Pero podemos ‘volvernos sabios’ haciendo cosas fisiológicas para calmar nuestro sistema. Y esas son cosas como agregar cinco minutos de respiración profunda y rítmica a la mañana y a la noche o relajación muscular progresiva”, dijo.
Otra actividad que se ha demostrado que reduce el estrés es salir a caminar, preferiblemente en la naturaleza.
“Hay muchas técnicas para reducir la ansiedad fisiológica, que puede cobrar vida propia, de modo que puedas tomar mejores decisiones para tu salud mental y la de tu familia”, dijo.
Aprovecha las cosas buenas
Puede parecer obvio, pero participa en actividades disfrutables.
“Haz cosas que te hagan sentir mejor”, dijo Saltz. “En realidad, eso podría ser observar algo positivo para contrarrestar algo de lo negativo. Podría ser hacer algo para ayudar o que parezca útil. Cualquier cosa que creas que ayuda a mejorar la situación de alguna manera es un gran antídoto”.
Y finalmente…
Entiende que no estás solo
Recuerda que tienes compañía cuando te siente estresado y ansioso, dijo Saltz. Conecta con familiares, amigos o comunidades con ideas afines, o si sientes que necesita ayuda adicional, comunícate con un profesional de la salud mental.
“Creo que todo el mundo se siente bastante estresado en este momento. Pero si bien tienes mucha compañía, trata de mantenerte alejado de los catastrofistas en tu vida: personas que realmente ven la situación más funesta. Probablemente, incluirlos en estas conversaciones te perjudicará”.