(CNN) –– El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, visitará Israel este miércoles, anunció el secretario de Estado Antony Blinken, en Tel Aviv, durante la madrugada de este martes, hora local.
Biden había evaluado la posibilidad de visitar a Israel en medio de la guerra con Hamas, en una apuesta muy arriesgada que también podría mostrar el fuerte apoyo a un importante aliado de Estados Unidos al mismo tiempo que envía una advertencia a otros países de la región para evitar una escalada.
Algunos asistentes del presidente dijeron que el mandatario había expresado un gran interés en realizar el viaje después de que el fin de semana recibiera la invitación del primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, a quien Biden conoce desde hace cuatro décadas.
Los riesgos de una visita presidencial a Israel no son menores. Este lunes, mientras el secretario de Estado Antony Blinken estaba con Netanyahu en Tel Aviv, sonaron las sirenas de aire, lo que obligó a los dos hombres a refugiarse.
Estados Unidos e Israel “han acordado desarrollar un plan que permita que la ayuda humanitaria de los países donantes y de las organizaciones multilaterales llegue a los civiles de Gaza”, declaró Blinken. Y añadió que durante el viaje el presidente “escuchará de Israel cómo llevará a cabo sus operaciones para minimizar las víctimas civiles y permitir que la ayuda humanitaria fluya a los civiles de Gaza de un modo que no beneficie a Hamas”.
“Es fundamental que la ayuda comience a fluir hacia Gaza lo antes posible”, dijo Blinken, desde una instalación diplomática de Estados Unidos en Tel Aviv.
El secretario señaló que EE.UU. comparte “la preocupación de Israel de que Hamas pueda confiscar o destruir la ayuda que entra en Gaza o impedir de otro modo que se entregue a la gente que la necesita”.
“Si Hamas impide de algún modo que la ayuda humanitaria llegue a la población civil, incluso apoderándose de la ayuda misma, seremos los primeros en condenarlo. Y trabajaremos para evitar que vuelva a ocurrir”, afirmó.
Blinken dijo que el acuerdo para trabajar en el plan se hizo a petición de Estados Unidos, y que “acogen con satisfacción el compromiso del Gobierno de Israel para trabajar en este plan”.
“El presidente tiene muchas ganas de seguir discutiéndolo cuando esté aquí el miércoles”, dijo.
Biden reafirmará el “férreo compromiso” de EE.UU. con la seguridad de Israel
Biden “reafirmará la solidaridad de Estados Unidos con Israel y nuestro férreo compromiso con su seguridad” en su visita a Israel este miércoles, dijo Blinken desde Tel Aviv.
“El presidente Biden volverá a dejar claro, como ha hecho inequívocamente desde la masacre por parte de Hamas de más de 1.400 personas, entre ellas al menos 30 estadounidenses, que Israel tiene el derecho y, de hecho, el deber de defender a su pueblo de Hamas y otros terroristas y de impedir futuros ataques”, dijo Blinken.
“El presidente escuchará de Israel lo que necesita para defender a su pueblo mientras seguimos trabajando con el Congreso para satisfacer esas necesidades”, añadió.
Biden “subrayará nuestro mensaje muy claro a cualquier actor, estatal o no estatal, que intente aprovecharse de esta crisis para atacar a Israel: no lo hagan”, dijo Blinken, al destacar las medidas disuasorias que EE.UU. ya ha emprendido.
El presidente de EE.UU. “seguirá coordinándose estrechamente con nuestros socios israelíes para garantizar la liberación de los rehenes tomados por Hamas, incluidos hombres, mujeres, niños pequeños, sobrevivienyes del Holocausto y ciudadanos estadounidenses”, dijo Blinken.
“El presidente Biden recibirá un amplio informe sobre los objetivos y la estrategia de guerra de Israel”, declaró el alto diplomático estadounidense.
Al sopesar la invitación de Netanyahu con su equipo, Biden tuvo en cuenta tanto el simbolismo de la visita como sus aspectos prácticos. Aparte de una muestra de apoyo a Israel de alto nivel, el viaje servirá de advertencia a otros actores de la región, como Irán y su representante Hezbollah en el Líbano, para que no se involucren más en el conflicto.
Pero también vincularía más estrechamente a Biden con la respuesta israelí en Gaza, incluidas las preocupaciones sobre una creciente crisis humanitaria, y podría actuar como un respaldo tácito a las decisiones de Netanyahu.
La presión sobre Biden para alentar la moderación fue evidente este lunes frente a la Casa Blanca, donde una gran protesta encabezada por grupos judíos progresistas pidió a Biden que presionara por un alto el fuego. Se podían escuchar fuertes cánticos desde el interior de las puertas.
Inicialmente, Biden tenía previsto pasar el lunes en Colorado hablando sobre energía eólica. Pero ese viaje fue cancelado en el último minuto y el presidente recibió informes de su equipo de seguridad nacional e hizo llamadas telefónicas a los líderes de Alemania, Egipto e Iraq.
La inusual cancelación de la visita de Biden marcó otro ejemplo más de cómo el ataque transfronterizo de Hamas del fin de semana pasado obligó a una reorientación inmediata de las prioridades y el cronograma del presidente mientras enfrenta las realidades de una nueva guerra.
El conflicto también está obligando a una nueva evaluación de las prioridades inmediatas de política exterior de la administración, con la realidad de que la violencia renovada en el Medio Oriente ocupará ahora la mayor parte del tiempo del presidente, al menos en el corto plazo.
Desde la Oficina Oval este lunes, Biden discutió los acontecimientos más recientes sobre el terreno con los principales asesores de seguridad nacional, incluidos los dos principales funcionarios de inteligencia de la administración.
Si bien Biden no ha llegado a alentar un alto el fuego (la palabra no se ha utilizado en absoluto en la respuesta de la administración hasta ahora), ha emitido advertencias cada vez más fuertes sobre la protección de la vida civil, incluso durante sus llamadas telefónicas con Netanyahu. Biden y Blinken, dicen los asesores, han mantenido una autoridad moral y cimentado su credibilidad ante los israelíes al seguir comprendiendo las necesidades civiles y humanitarias, al tiempo que han reforzado su compromiso con el Estado de seguridad.
Viajar a Israel puede brindarle a Biden, quien durante mucho tiempo ha defendido la importancia de las reuniones cara a cara, una mejor oportunidad para transmitir esos puntos de vista a su homólogo israelí, un líder con quien Biden cree tener un profundo entendimiento. Antes de que estallara la guerra en Israel, Biden y Netanyahu planeaban una reunión presencial en la Casa Blanca, una invitación personal que Biden extendió la última vez que se reunieron en la ciudad de Nueva York.
En sus llamadas telefónicas, los hombres ya han discutido la importancia de respetar las reglas de la guerra. En una entrevista transmitida el domingo, Biden ofreció su declaración más pública instando a la moderación, diciendo que sería un “error” que Israel intentara volver a ocupar Gaza.
En declaraciones a los periodistas el lunes, un portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) dijo que una visita de Biden tendría “importancia estratégica” para todo Medio Oriente.
“El representante de más alto rango de Estados Unidos viene a Israel para recibir un informe completo sobre la guerra en Medio Oriente y todas las acciones que tenemos que tomar”, dijo el contralmirante Daniel Hagari a los periodistas cuando se le preguntó sobre una posible visita del presidente estadounidense.
“En este momento nos estamos centrando en Gaza y en los pasos que vamos a dar para prepararnos para la guerra y así es como progresaremos”, añadió.
La última vez que Biden hizo un viaje de último momento y altamente secreto al extranjero fue en febrero, cuando visitó Kyiv, Ucrania, en torno al primer aniversario de la invasión rusa.
Con solo un pequeño grupo de algunos de sus principales asesores al tanto de los planes con antelación ––y, en última instancia, con sólo un reportero y un fotógrafo–– , el presidente cruzó en silencio la frontera de Polonia y Ucrania en tren para adentrarse en una zona de guerra activa.
Su breve visita constituyó una notable muestra de solidaridad con el pueblo ucraniano y su presidente, Volodymyr Zelensky, que la Casa Blanca esperaba que se tradujera también en un enérgico grito de guerra para que los aliados de Estados Unidos siguieran apoyando la causa de Ucrania.
Si embargo, a diferencia de su visita a Ucrania a principios de año, su esperado viaje a Israel esta semana supone una decisión extraordinariamente rápida de visitar el país tan sólo unos días después del estallido de la guerra. Quienes conocen la relación que Biden mantiene con Netanyahu desde hace décadas dicen que está claro que la respuesta del Gobierno a los ataques de Hamas está determinada en gran medida por la amistad personal de Biden con Netanyahu y su deseo de demostrar su apoyo inequívoco al primer ministro.
Los funcionarios estadounidenses pasaron gran parte del fin de semana observando con creciente preocupación la posibilidad de que la guerra se extendiera, y enviando señales públicas y privadas a Irán para que se mantuviera al margen del conflicto.
Desde su primera llamada telefónica con Netanyahu el pasado fin de semana, Biden ha expresado su preocupación por la posibilidad de que se abra un frente septentrional a lo largo de la frontera de Israel con Líbano, donde Hezbollah, apoyado por Irán, se ha enfrentado esporádicamente a las fuerzas israelíes.
El asesor de seguridad nacional de EE.UU., Jake Sullivan, dijo este domingo que la administración estaba comprometida en la diplomacia con Teherán para enviar el mismo mensaje que ha transmitido públicamente acerca de no escalar aún más la crisis.
“Retóricamente, están subiendo el tono”, dijo una persona cercana a la situación. “Pero lo están respaldando con hardware”.
Para Biden y su equipo, los riesgos de un conflicto más amplio incluyen la posibilidad de comprometer aún más los activos militares estadounidenses en la defensa de Israel. Aunque la Casa Blanca ha dicho en repetidas ocasiones que no hay planes de enviar tropas estadounidenses a Israel – en parte porque el propio Israel no quiere – , existe la posibilidad de que los medios aéreos y navales estadounidenses se impliquen aún más si estalla una guerra en varios frentes.
Durante el fin de semana, Biden ordenó el envío de un segundo grupo de portaaviones estadounidenses al Mediterráneo oriental, reforzando lo que él y otros funcionarios describieron como una postura de disuasión. El músculo militar pretende enviar una señal a Irán para que se mantenga al margen.
Sin embargo, tras bastidores, Biden y su equipo debaten las distintas posibilidades en caso de que la crisis se agrave.
“No podemos descartar que Irán decida implicarse directamente de alguna manera. Tenemos que prepararnos para cualquier contingencia posible”, dijo Sullivan a CBS.
El estallido de violencia está obligando al Gobierno de Biden a colaborar estrechamente con actores de la región con un historial de flagrantes violaciones de los derechos humanos, y a apoyarse en ellos.
Funcionarios estadounidenses han estado discutiendo activamente con sus homólogos en Egipto el establecimiento de un corredor humanitario que permitiría a los civiles – incluidos cientos de ciudadanos estadounidenses – escapar de los ataques de contraofensiva de Israel que llueven sobre Gaza. Pero esos esfuerzos aún no producen resultados.
Durante el fin de semana, las escenas de caos y confusión se extendieron por el sur de Gaza, donde las familias que intentaban salir se encontraron con que el paso fronterizo de Rafah entre Gaza y Egipto permanecía cerrado, a pesar de que se les dijo previamente que habría una ventana al mediodía para salir.
La cuestión había sido uno de los principales temas de discusión entre Blinken y el presidente de Egipto, Abdel Fattah El-Sisi, y tras su reunión en persona, Blinken prometió este domingo que “Rafah estará abierto”.
El frenético viaje de varios días de Blinken a la región incluyó también una parada en Arabia Saudita, país que Biden, como candidato presidencial, prometió convertir en un “paria” en la escena mundial tras el asesinato del periodista Jamal Khashoggi. El secretario de Estado se reunió con el príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salman, el líder de facto del país, de quien la comunidad de inteligencia estadounidense concluyó que había aprobado la operación para asesinar a Khashoggi.
Este cortejo directo y rápido de los líderes más fuertes de la región es una clara señal de la determinación del Gobierno de evitar que el conflicto se extienda más allá de las fronteras de Israel.