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Israel ataca 320 objetivos en Gaza durante la noche
03:47 - Fuente: CNN

(CNN Español) – Días después de la diplomacia itinerante de Estados Unidos en Medio Oriente, que culminó con la histórica visita del presidente Joe Biden a Israel, China comenzó su propio ajetreo diplomático en una región que se tambalea al borde de un conflicto mayor.

Zhai Jun, enviado especial de Beijing a Medio Oriente, se embarcó en una gira relámpago por la región con el objetivo de promover las conversaciones de paz entre Israel y Hamas, a pesar de que Beijing sigue negándose a condenar o incluso a nombrar al grupo militante palestino en ninguna de sus declaraciones.

Zhai viajó a Qatar y asistió a una cumbre de paz en Egipto en la que se solicitó un alto el fuego, acceso humanitario a Gaza y se reiteró el apoyo de China a una solución de dos Estados. Se desconoce si visitará Israel, ya que Beijing no ha dado detalles del viaje.

Pero negociar la paz es una tarea difícil, especialmente para un país con poca experiencia o conocimientos en la mediación de un conflicto tan largo e intratable, en una región profundamente dividida donde carece de una presencia política y de seguridad significativa.

Pocos expertos en Medio Oriente o familiarizados con la región esperan que el viaje de Zhai se traduzca en resultados concretos en materia de pacificación.

El enviado especial de China para Medio Oriente, Zhai Jun, se reunió con el máximo diplomático de Qatar, Mohammed bin Abdulaziz Al-Khulaifi, en Doha el 19 de octubre. Crédito: China MFA

Por el contrario, lo ven como una oportunidad para que China incline aún más a su favor el equilibrio de poder mundial, a medida que se acentúa la competencia estratégica con Estados Unidos.

Según los expertos, Beijing pretende utilizar la misión diplomática para reforzar su posición como defensor del mundo árabe y del Sur Global, que desde hace tiempo simpatiza con la causa palestina y está descontento con el orden mundial liderado por Estados Unidos.

“China quiere desempeñar un papel diplomático haciendo un llamado a la calma y la distensión y, al mismo tiempo, mostrando su firme apoyo a Palestina”, afirmó Sanam Vakil, directora del programa sobre Medio Oriente y el norte de África de Chatham House.

“China no tiene un gran historial de éxito en su intento de ser un mediador neutral en este conflicto. Así que lo más que puede hacer China es ofrecer un apoyo diplomático simbólico”.

Jonathan Fulton, investigador no residente del Atlantic Council con sede en Abu Dhabi, afirmó que la misión de Zhai consistirá en “demostrar la solidaridad de China con las causas árabes” y promover “una visión de la región distinta de la que tiene Estados Unidos”.

“China quiere ser vista como una gran potencia activa y responsable, pero en realidad no tiene la profundidad de compromiso en la región que se traduce en una posición de liderazgo”, añadió.

Debilitamiento del orden occidental

La espiral de la crisis abre una brecha en el panorama geopolítico mundial, una brecha que ya se ha agudizado con la brutal invasión rusa de Ucrania.

Esa división quedó patente la semana pasada. Horas antes de que Joe Biden aterrizara en Israel para mostrar su solidaridad con el aliado más cercano de Estados Unidos en Medio Oriente, el líder de China Xi Jinping recibió en Beijing a su “viejo amigo” Vladimir Putin y celebró la creciente confianza política entre sus países.

Los dos autócratas mantuvieron conversaciones detalladas sobre los conflictos en Medio Oriente y Ucrania, según Putin, que los describió como “amenazas comunes” que acercan a Rusia y China.

“Desde la guerra de Ucrania, este alineamiento se ha hecho cada vez más evidente. Podríamos llamarlo un eje que está diseñado para alinearse estratégicamente contra Estados Unidos y los intereses estadounidenses a nivel mundial”, dijo Vakil, de Chatham House.

“También se puede incluir a Irán en esta relación. Tienen este amplio objetivo de debilitar el orden occidental, y tácticamente se desarrolla en la región”.

Este alineamiento táctico ya se ocurre sobre el terreno. Una de las primeras reuniones que mantuvo el enviado chino al aterrizar en Medio  Medio fue con su homólogo ruso.

“China y Rusia comparten la misma posición sobre la cuestión palestina”, dijo el jueves en Qatar Zhai a Mikhail Bogdanov, enviado especial de Putin para Medio Oriente y África.

La postura de Beijing y Moscú contrasta fuertemente con la de Washington, que ha apoyado a Israel y envió dos grupos de ataque de portaaviones para disuadir a otros actores regionales de unirse al conflicto.

China, que ha jurado “tolerancia cero” con la militancia islamista al detener en masa a uigures étnicos en su región de Xinjiang, en el extremo occidental del país, no ha condenado explícitamente a Hamas por sus atentados terroristas contra Israel; tampoco lo ha hecho Rusia, que tiene su propio historial de represión del islam político dentro de sus fronteras.

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Pero ambos han criticado abiertamente a Israel por sus represalias a los atentados de Hamas.

El ministro de Asuntos Exteriores de China acusó a Israel de ir “más allá del ámbito de la legítima defensa”, mientras que el enviado de Rusia ante la ONU comparó el incesante bombardeo israelí de la Gaza controlada por Hamas con el brutal asedio de Leningrado durante la Segunda Guerra Mundial.

“Existe una enorme diferencia entre el enfoque estadounidense y la postura china y rusa en estos momentos”, afirmó Li Mingjiang, profesor asociado de Relaciones Internacionales en la Universidad Tecnológica Nanyang de Singapur.

Los medios de comunicación estatales rusos y chinos ya han culpado a la política estadounidense de la escalada del conflicto y, a medida que se deteriore la situación en Gaza, Beijing y Moscú se mostrarán aún más críticos con el enfoque estadounidense, afirmó Li.

Postura propalestina

La postura propalestina de China se remonta a décadas atrás y hunde sus raíces en la ideología revolucionaria. En la época de Mao Zedong, fundador de la China comunista, Beijing armó y entrenó a grupos militantes palestinos como parte de su apoyo durante la Guerra Fría a los movimientos de liberación nacional.

Sin embargo, tras la reforma y apertura del país tras la muerte de Mao en 1976, China adoptó una política exterior más pragmática. Aunque siguió ofreciendo apoyo político a la causa palestina y se convirtió en uno de los primeros países en reconocer a Palestina como Estado soberano en 1988, Beijing también se acercó a Israel y estableció relaciones diplomáticas formales con el Estado judío en 1992.

En la última década, la inversión y el comercio chinos con Israel se dispararon, especialmente en el sector tecnológico. En 2017, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, aclamó a su país y a China como un “matrimonio hecho en el cielo.”

Sin embargo, a lo largo de su cooperación económica, China ha mantenido su apoyo político a los palestinos, votando a su favor y en contra de Israel en las Naciones Unidas cada vez que estallaban los conflictos.

Esto se debe, en parte, a intereses pragmáticos.

Aproximadamente la mitad de las importaciones de petróleo de China proceden de países árabes, que también cuentan con más de 20 votos en la ONU, lo que puede ser útil para Beijing cuando se trata de cuestiones como la defensa del trato que dispensa a los uigures.

“La visión china de Medio Oriente es que Israel nunca se va a separar del bando estadounidense, y eso significa que ser crítico con Israel va a granjearse el favor de un gran bloque de naciones árabes”, comentó Fulton, del Atlantic Council.

Papel de mediador

No es la primera vez que China manifiesta su interés por resolver el conflicto palestino-israelí.

Las aspiraciones de Beijing de actuar como mediador comenzaron en la década de 2000, pero siguieron siendo en gran medida simbólicas. China presentó varias propuestas vagas e invitó a personalidades palestinas e israelíes políticamente sin relevancia a mantener conversaciones en Beijing, pero esos esfuerzos no llevaron a ninguna parte.

Esta vez, los expertos no esperan que el resultado sea muy diferente, a pesar del reciente éxito de China en la mediación de un acercamiento entre los rivales Irán y Arabia Saudita.

Aunque la implicación de China en Medio Oriente ha aumentado, sus intereses siguen siendo principalmente económicos y sus relaciones con los actores regionales son en gran medida transaccionales, según los expertos.

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“Beijing tiene poca influencia sobre Hamas y su participación histórica en el conflicto árabe-israelí es limitada. Al distanciarse de Israel tras el atentado terrorista, Beijing perjudicó aún más su influencia en Tel Aviv”, declaró Zhao Tong, investigador principal de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional.

También queda por ver si China estará dispuesta o será capaz de aprovechar su estrecha relación con Irán –que financia y arma tanto a Hamas como al grupo militante libanés Hezbollah– para desescalar la guerra y evitar que se desborde en un conflicto más amplio.

“Creo que China presiona a Teherán para que actúe con moderación”, afirmó Vakil de Chatham House. “Personalmente, creo que los iraníes tienen la intención de actuar con moderación a menos que las cosas se les vayan de las manos. No creo que Irán quiera verse implicado en un conflicto regional más amplio, así que sus intereses están alineados”.

Pero aunque los países árabes den una cálida acogida a Zhai, pocos se tomarían en serio las propuestas de paz de Beijing, según Vakil.

“No creo que los Estados de Medio Oriente esperen que China venga y construya un proceso diplomático (para la pacificación). Son conscientes de las limitaciones de lo que China ofrece”, indicó.

“Considero que hay muy poco que China pueda hacer más allá de intentar mostrar diplomacia. China no tiene capacidad para gestionar el conflicto o desescalarlo”.