El presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, sale de su despacho en el Capitolio de EE.UU., el 1 de noviembre de 2023. Crédito: Francis Chung/Politico/AP

(CNN) – La lucha de la Cámara de Representantes por enviar US$ 14.000 millones en ayuda de emergencia a Israel está poniendo de manifiesto las desavenencias políticas que hacen que Estados Unidos parezca una superpotencia dividida, incapaz siquiera de apresurarse a ayudar a un amigo que cree estar librando una guerra existencial.

Los líderes del Partido Republicano en la Cámara de Representantes dijeron que planean votar por el paquete este jueves, pero tal es la incertidumbre en la caótica mayoría del Partido Republicano que no hay un calendario seguro. Y los cismas políticos del país y la fractura del consenso en política exterior amenazan cada vez más con paralizar el Gobierno y obstaculizar los objetivos estadounidenses en el exterior.

Pero el responsable del Partido Republicano en la Cámara de Representantes, Tom Emmer, y el líder de esa bancada, Steve Scalise, dijeron que esperan aprobar el paquete a lo largo del día.

No debería ser tan difícil.

Durante años, una votación sobre la ayuda a Israel podría haber sido una de las medidas menos controvertidas en la Cámara Baja en todo el año. Pero los retrasos en la tramitación de la medida, el frágil equilibrio de poder en Washington y las disputas entre y dentro de ambos partidos sobre la nueva guerra en el Medio Oriente demuestran que ya no hay votación fácil.

El revuelo en torno a esta cuestión se centra en gran medida en la decisión del recién elegido presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, de pagar los US$ 14.300 millones de ayuda a Israel con una cantidad equivalente de recortes del presupuesto del Servicio de Impuestos Internos (IRS, por sus siglas en inglés). Esto es popular entre los conservadores, pero significa que muchos demócratas votarán en contra de lo que consideran una maniobra política.

El paquete para Israel también se está viendo arrastrado al fango político porque el presidente Joe Biden decidió incluirlo en una petición mucho más amplia que incluye el próximo tramo de armas y municiones para Ucrania. El grupo de Johnson se opone a algunos aspectos de la petición de financiación superior a US$ 100.000 millones. Y mientras el presidente de la Cámara de Representantes presenta un proyecto de ley sobre Israel por su cuenta, el Senado podría incluir la ayuda a Ucrania y devolverlo a la Cámara Baja, retrasando aún más el envío de ayuda estadounidense a Israel en medio de su guerra contra Hamas.

Johnson se enfrenta a las mismas opciones desagradables que McCarthy

El debate está revelando múltiples subtramas de la política nacional a un año de las próximas elecciones. Y está pintando exactamente el tipo de imagen de la disfunción estadounidense que adversarios como China y Rusia aprovechan en sus intentos de debilitar el poder de Estados Unidos.

La estrategia de Johnson muestra cómo una conferencia del Partido Republicano de ultraderecha está dispuesta a jugar a la política de línea dura incluso en cuestiones que tienen un impacto global crítico. Su decisión de incluir recortes al IRS también deja claro que, al igual que su predecesor Kevin McCarthy, el republicano de Louisiana no puede garantizar una mayoría del Partido Republicano que funcione sin hacer concesiones a sus miembros de línea más dura. Pero es poco probable que estos movimientos sean aceptados por la Casa Blanca o el Senado, dirigidos por los demócratas, por lo que en última instancia son inútiles. Por ejemplo, Biden ya ha prometido vetar el actual proyecto de ley de la Cámara de Representantes en el improbable caso de que llegue a sus manos. Pero Johnson sigue adelante, lo que ya plantea la posibilidad de que esté siendo dirigido por elementos extremistas de su partido y no al revés.

El presidente de la Cámara de Representantes podría salir fortalecido si consigue convertir el proyecto en ley sin más retrasos. Pero también corre el riesgo de llegar a una posición que rompa su autoridad antes de haber construido una base política eficaz. Aunque su táctica del IRS podría obtener suficientes votos del Partido Republicano para aprobar la ley, no cambiará la realidad del poder compartido en Washington. Tarde o temprano tendrá que producir una medida que pueda obtener apoyo en una Casa Blanca y un Senado gobernados por los demócratas. Eso podría obligarle a depender de algunos votos demócratas para su aprobación final, el mismo escenario que indignó a los miembros de extrema derecha del Partido Republicano y provocó la caída de McCarthy, causando tres semanas de farsa de vacíos de poder en la Cámara Baja. Y si el calendario de votaciones sobre Israel se retrasa, Johnson perderá aún más tiempo a solo dos semanas de una amenaza de cierre del Gobierno que solo puede evitarse con un proyecto de ley de financiación que será aún más difícil de aprobar que una medida sobre Israel.

El debate sobre la ayuda también está poniendo de manifiesto la enorme división que existe dentro del Partido Republicano en materia de política exterior entre los aislacionistas del Make America Great Again y el establishment de la vieja escuela que todavía aboga por un liderazgo mundial sólido a través de alianzas que ayudaron a garantizar la paz mundial desde la Segunda Guerra Mundial. La maniobra de Johnson, al cargar el proyecto de ley sobre Israel con prioridades políticas y separarlo de la financiación de Ucrania, ha creado una fisura con el líder de la minoría en el Senado, Mitch McConnell, un conservador acérrimo, pero que está más cerca de Biden que de su propio partido en la Cámara de Representantes en este asunto. “Una y otra vez, la historia nos ha enseñado que los costos de desentenderse del mundo son mucho mayores que los de comprometerse”, dijo McConnell este miércoles, antes de que Johnson cruzara el Capitolio y almorzara con senadores republicanos. “Tan insensato como es negar el claro vínculo entre los adversarios de Estados Unidos y las amenazas a las que nos enfrentamos, es igual de peligroso pretender que, como superpotencia mundial, nuestra nación no podría o no debería hacer frente a cada uno de ellos”.

Como sugirió McConnell, el enfrentamiento relacionado con la ayuda a Ucrania también está exponiendo el abismo dentro del Partido Republicano y mostrando la cuestión más amplia de si Estados Unidos y su pueblo están preparados para seguir siendo un baluarte de la democracia mundial. Se trata de una cuestión central en un posible enfrentamiento en las elecciones generales entre Biden, un internacionalista cuya visión del mundo se forjó en la Guerra Fría, y el expresidente Donald Trump, un líder transaccional que ve las alianzas más como mecanismos de protección que como multiplicadores del poder global estadounidense. Al fin y al cabo, la cuestión fundamental en Ucrania es si Estados Unidos seguirá defendiendo la independencia de un país cuyo derecho a existir se ve amenazado por una despiadada invasión planeada en el Kremlin. Un gran número de republicanos en la Cámara de Representantes y un número cada vez mayor en el Senado no consideran a Ucrania como un interés vital de la política exterior estadounidense, y algunos parecen preferir al presidente de Rusia, Vladimir Putin, a la democracia en Kyiv.

Sin embargo, los partidarios de Ucrania en el Congreso tienen motivos para albergar esperanzas después de que Johnson asistiera este miércoles al almuerzo semanal del Senado sobre política exterior. El legislador de Louisiana expresó hace tiempo su escepticismo sobre la ayuda a Ucrania, pero pareció indicar que se daba cuenta de que tenía deberes más amplios como presidente de la Cámara de Representantes, más allá de sus propias preferencias políticas. La semana pasada, Johnson declaró a Fox News que Estados Unidos no debería abandonar Ucrania en manos de Putin. El senador de Oklahoma Markwayne Mullin dijo a la prensa que el novato presidente de la Cámara de Representantes se había mostrado abierto a aprobar la financiación de Ucrania si contaba con el apoyo de los republicanos de la Cámara de Representantes. Y el senador por Carolina del Sur Lindsey Graham, partidario de ayudar al país devastado por la guerra, dijo que estaba “asombrado” por la perspicacia del presidente de la Cámara Baja en política exterior. Pero las últimas semanas han demostrado que hay una gran diferencia entre lo que un presidente del Partido Republicano quiere hacer y lo que puede hacer. Es poco probable que la mayoría republicana consiga por sí sola el apoyo suficiente para aprobar la financiación de Ucrania. Así que volverá a necesitar la ayuda demócrata, que podría ser fatal para su presidencia.

Mientras los cismas republicanos en política exterior acaparan la mayoría de los titulares, las réplicas políticas internas de la guerra de Israel contra Hamas se están convirtiendo en un problema cada vez mayor para Biden. Algunos destacados progresistas son cada vez más críticos con las tácticas de Israel en Gaza, donde cientos de civiles han muerto en lo que Israel dice que son incursiones selectivas contra dirigentes del grupo extremista islamista. El debate en la Cámara de Representantes sobre el paquete de ayudas al Gobierno del primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, hará aflorar las tensiones demócratas.

El presidente se vio cara a cara con esa ira durante un viaje a Minnesota el miércoles, cuando una manifestante que se identificó ante los periodistas como la rabina Jessica Rosenberg empezó a corear “alto el fuego ya”. Biden explicó que estaba a favor de una pausa humanitaria en las operaciones israelíes para dar tiempo a la liberación de los rehenes en Gaza y dijo que entendía la “emoción”. Pero se ha negado a pedir públicamente a Israel que acuerde un alto el fuego con Hamas, razonando que tiene derecho a defenderse tras los atentados terroristas del 7 de octubre en los que murieron 1.400 personas en Israel, la mayoría civiles.

El presidente de EE.UU. se encuentra en una posición política delicada a un año de las elecciones, y no puede permitirse una baja participación entre los votantes progresistas y musulmanes que favorecen a los palestinos en estados indecisos como Michigan. En una aparente señal de que la Casa Blanca comprende los riesgos políticos potenciales, Biden desveló el miércoles sus planes para una nueva estrategia contra la islamofobia en Estados Unidos. La iniciativa podría exponer a Biden a los ataques de los republicanos en un momento en que el país está siendo sacudido por un creciente antisemitismo. Pero el conflicto en el Medio Oriente está dejando al mandatario con una nueva serie de riesgos políticos difíciles de sortear en casa.