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La vida de los desplazados en Gaza: las dificultades de sobrevivir a una guerra
03:20 - Fuente: CNN

Nota del editor: Fatma Ashour es una abogada palestina y activista de derechos humanos que se mudó al sur de la Ciudad de Gaza, a Khan Younis. Este artículo de opinión fue traducido de un mensaje de voz en árabe y editado para ampliarlo. Las opiniones expresadas en este comentario son las de la propia Ashour. Ver más columnas de opinión en CNN.

(CNN) – Un mes y 10 días sin agua, sin electricidad y sin combustible.

Esto hace que la vida sea casi trágica. Te duchas una vez cada dos semanas, si tienes suerte.

Las mujeres tuvimos que cortarnos el pelo porque no hay suficiente agua. Y no hay suficiente tiempo. Tienes que darte una ducha rápida porque tienes miedo del bombardeo, y porque hay fila, y temes que corten el agua.

Lavamos nuestra ropa con las manos. Y eso es más que agotador.

Al comienzo de la guerra, el agua no estaba tan fría. La ropa se secaba bastante rápido. Pero ahora es diferente: es invierno. La ropa tarda mucho en secarse. No ha quedado bien escurrido porque lo haces con tus manos. Y el agua está helada. No puedes calentarla. Eso te enferma a ti y a los niños.

En la casa donde me quedo, hay 28 personas. Ocho niños y 3 ancianos. Nuestra prioridad son esas 11 personas. Les damos el desayuno. Si no hay pan, pueden tomar una galleta o lo que encuentren. Si encontramos dátiles, pueden tener uno cada uno. Si no hay ninguna de las dos cosas, utilizamos leche en polvo para prepararles té. Así están las cosas. Nosotros, los adultos, tenemos que aguantar. Sólo almorzamos.

El almuerzo consiste en mejaddarah (lentejas) o pasta. Estas son las únicas opciones. En el mejor de los casos podemos encontrar papas, y la cocinamos luego con salsa de tomate, con un poco de arroz. Estamos cansados ​​de esta comida seca. Hace ya un mes que no tomo leche ni he comido un solo huevo. No he comido ni una sola manzana, ni queso; no hay nada.

¿Cómo pasamos el día? Terriblemente. Con muy, muy poco. Va más allá de lo que un ser humano puede soportar. El zumbido del dron de vigilancia de fondo no cesa. Nunca se apaga. Siempre está en el cielo. Es el trasfondo de nuestras vidas.

Cinco familias que viven en un apartamento con Fatma Ashour recogen objetos como tazas de café viejas y cartón para alimentar el fuego y poder cocinar en Khan Younis, en el sur de Gaza.

Todas las casas de mis amigos y familiares quedaron derrumbadas por completo o sufrieron daños hasta tal punto que ya no pueden vivir en ellas. Todos estamos apretujados en el sur de Gaza, que se compone de Gaza Central, Khan Younis y Rafah.

Eso es menos de la mitad del área total del enclave, cuya superficie total es de 365 kilómetros cuadrados.

Estamos hablando de más de 1,5 millones de personas desplazadas en un área no mayor a 175 kilómetros cuadrados.

Entonces somos un número enorme de personas sin ningún recurso. Y eso, lamentablemente, ha obligado a la gente a entrar en la etapa de pelear por el pan. Se pelean por el pan. Se pelean por el agua. No hay nada. Entonces, hemos comenzado la fase en la que las personas se lastiman entre sí.

Esto es una catástrofe.

Hay otras cinco familias desplazadas aquí. Algunos de ellos caminaron desde el norte de Gaza hacia el sur. Es una distancia muy larga.

Los israelíes nos dijeron que estábamos a salvo en el sur. El sur no es seguro. La casa de al lado, que está entre 20 y 30 metros de distancia, fue bombardeada.

Hay una guerra en el sur por los recursos. No hay agua, ni combustible, ni electricidad, ni pan, ni harina para hornear. No hay comida. ¿Sabías que ahora tenemos una crisis de la sal? Ahora no hay sal.

Los estantes de los supermercados en Gaza han sido despojados de todos los productos mientras Israel continúa limitando la entrega de alimentos al enclave.

Ni siquiera podemos pensar en lo que haremos después de la guerra. Si todavía estamos vivos, ¿qué vamos a hacer? ¿Dónde vamos a vivir? ¿Qué nos van a hacer? ¿Nos permitirán regresar al norte de Gaza o nos expulsarán por la fuerza? ¿O nos van a dejar donde estamos?

Incluso esas preguntas sobre lo que sucederá después de la guerra son extremadamente agotadoras. El detalle de la guerra que estás viviendo es muy agotador. La forma en que pasas el día es muy agotadora.

Hace unos días salí a buscar ropa de invierno. Por supuesto, no encontré nada. De todos modos, la ropa era muy cara o no estaba disponible. Había mucha gente y había montones de basura. Como no había combustible, los propietarios de automóviles utilizaban aceite de cocina. Esto provoca contaminación y dolores de cabeza insoportables. Todo lo que te rodea está contaminado.

Intentamos darnos consuelo unos a otros, intentamos ayudarnos unos a otros, en circunstancias muy difíciles. Tratamos de mantenernos sanos porque no hay hospitales si nos enfermamos.

El antiguo bloque de apartamentos de Fatma Ashour en la Ciudad de Gaza resultó dañado por los ataques aéreos israelíes, por lo que huyó hacia el sur.

Algunas de las personas que están con nosotros se han quedado sin dinero. Los ayudamos tanto como podemos. De vez en cuando alguien se echa a llorar: han matado a un miembro de su familia o su casa ha sido destruida. Es una situación insoportable.

No sé cuánto tiempo más podremos soportar esto. No sé qué pasará con nosotros. Tengo muchas ganas de dormir en una cama. Quiero dormir tranquila. Quiero despertarme para encontrar algo que comer. Quiero darme un baño adecuado, lavarme bien el pelo, lavar mi ropa en una lavadora. ¿Te imaginas los derechos más simples, ir al baño como quieras y encontrar agua allí? Eso no existe.

La situación es desastrosa.

Hay un intento deliberado de matarnos de hambre. Es una ocupación que no respeta nada. Se considera por encima de la ley. Y nos castiga colectivamente, se le acerca al genocidio.

Cuando matan de hambre a la gente, cortan el agua y la luz durante más de un mes y 10 días e impiden que nos llegue el combustible, eso es un castigo colectivo.

No cambiaré mis puntos de vista sobre la importancia del estado de derecho y la rendición de cuentas y la igualdad de derechos para las personas, incluso durante la guerra. Eso es lo que estudié y lo que enseño.

No renunciaremos a eso.

No aceptaremos que lo que pasa es normal. No dejaremos de exigir nuestros derechos. Tomaremos medidas en los tribunales de justicia internacionales. Lo lograremos por medios pacíficos, a los que tenemos derecho según el derecho internacional.

Este es nuestro derecho: vivir en paz, encontrar agua potable, alimentos y medicinas. Este es nuestro derecho y el derecho de todo ser humano sobre la faz de la Tierra.