CNNE 1496392 - ataques de los colonos israelies obligan a los palestinos a abandonar sus hogares
El aumento de la violencia en la Ribera Occidental obliga a los palestinos a abandonar sus hogares
03:58 - Fuente: CNN

Ribera Occidental (CNN) – Tarik Betar, palestino de la Ribera Occidental, solo ha conocido una vida de represión e indignidad, dijo a CNN, con restricciones, puntos de control y toques de queda de larga data, establecidos por el ejército israelí en la década de 1990, lo que significa que no puede cruzar su calle en la ciudad de Hebrón de la Ribera Occidental.

Betar, que trabaja en la escuela politécnica local, dijo que esas restricciones se convirtieron en un estrangulamiento el día en que combatientes de Hamas de Gaza atacaron a Israel, lo que dejó al menos a 1.200 personas muertas. El hombre de 47 años es uno de los miles de palestinos que viven en casi una docena de barrios de las zonas de Hebrón controladas por Israel y que han sido efectivamente “encarcelados en casa” por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) desde el 7 de octubre, según información del grupo israelí de derechos humanos B’Tselem.

Ese día se impuso un toque de queda total en esos barrios, que rodean la ciudad vieja de Hebrón, donde a los palestinos no se les permitía salir de sus hogares, según B’Tselem y otros residentes. Se levantó parcialmente dos semanas después, lo que permitió a los palestinos abandonar la zona entre las 8 y las 9 de la mañana y regresar a sus hogares entre las 4 y las 5 de la tarde los domingos, martes y jueves, dijo Betar.

Los residentes y activistas se quejan de que se quedan sin comida, que los adultos faltan al trabajo, que tienen miedo y enfrentan amenazas de los colonos por abrir sus ventanas o dejar salir a sus hijos a la calle, y de que se les impide regresar a sus casas a tiempo para el toque de queda mientras intentan pasar por las docenas de puntos de control que se encuentran a lo largo de la zona.

Uno de los muchos puestos de control de la ciudad antigua de Hebrón, fotografiado el 17 de noviembre.

Cuando la esposa de Betar enfermó y tenía dificultades para respirar la semana pasada, el toque de queda impidió a la pareja salir a ver a un médico, por lo que tuvieron que llamar a una ambulancia. “No se me permite abrir mi puerta ni mi ventana… Llamé a la ambulancia y llegaron exactamente después de dos horas y 57 minutos”, aseguró, explicando que los médicos tuvieron que obtener el permiso de Israel para ingresar al área y atravesar una serie de de controles para llegar a su casa.

B’Tselem describe la “prohibición general de movimiento” como un “castigo colectivo” contra los palestinos “porque estamos hablando de tomar a civiles, que no hicieron nada malo, e imponerles limitaciones extremas que perturban todos los aspectos de su vida diaria sin ningún motivo”, dijo a CNN Dror Sadot, portavoz de B’Tselem.

Las FDI dijeron que ha habido “un aumento significativo de ataques terroristas” en la Ribera Occidental desde que comenzó la guerra y que sus tropas habían estado llevando a cabo “operaciones antiterroristas nocturnas para detener a sospechosos, algunos de los cuales son parte de la organización terrorista Hamas”.

Si bien no abordaron directamente el toque de queda en el comunicado, las FDI dijeron que “como parte de las operaciones de seguridad en el área, se han colocado puntos de control dinámicos en diferentes lugares. La misión de las FDI es mantener la seguridad de todos los residentes de la zona y actuar para prevenir el terrorismo y las actividades que pongan en peligro a los ciudadanos del Estado de Israel”.

La casa de Tarik Betar, en la antigua ciudad de Hebrón, el 17 de noviembre.

Mayor separación

Israel ha ocupado la Ribera Occidental desde que arrebató el territorio a la ocupación militar jordana en 1967. Posteriormente acordó transferir el control limitado sobre partes del territorio al Gobierno Autónomo Palestino, después de acuerdos firmados en la década de 1990. Pero Israel ha seguido construyendo asentamientos allí, considerados ilegales según el derecho internacional, invadiendo tierras que los palestinos y la comunidad internacional consideran territorio para un futuro Estado palestino. Israel considera a la Ribera Occidental un “territorio en disputa” y sostiene que su política de asentamientos es legal.

La Ribera Occidental ha visto un aumento en los ataques de colonos este año, incluido uno que un comandante militar israelí llamó “pogromo”. La cuestión ha preocupado a los funcionarios estadounidenses, y el presidente Joe Biden dijo que Estados Unidos estaba dispuesto a emitir prohibiciones de visa contra “extremistas que atacan a civiles en la Ribera Occidental”, en un artículo de opinión de The Washington Post publicado el fin de semana.

Incluso para los estándares de la Ribera Occidental, la situación en Hebrón es complicada. Es una ciudad predominantemente palestina y tiene asentamientos israelíes justo en el centro. El resultado es una segregación tanto física como legal entre los cientos de colonos judíos y los miles de palestinos que viven en las calles alrededor de la ciudad vieja.

Como la casa de Betar está a metros de uno de los lugares más disputados y sagrados de la Ribera Occidental, conocido por los judíos como la Cueva de los Patriarcas y por los musulmanes como la Mezquita de Ibrahimi, no puede girar a la derecha al salir por la puerta principal.

Varias personas rezan en el muro exterior de la Tumba de los Patriarcas el 17 de noviembre en Hebrón, en la Ribera Occidental.

Su barrio empezó a vaciarse tras una masacre en 1994, cuando un colono judío entró en la mezquita de Ibrahimi y mató a 29 personas, dicen los residentes, lo que llevó a Israel a introducir una política de separación en la zona, según un informe de la Organización de las Naciones Unidas de 2019.

Esa política se endureció tras la segunda intifada palestina, entre 2000 y 2005, y el aumento de la violencia entre colonos judíos y palestinos, que supuso el despliegue de nuevos puestos de control, restricciones a la circulación de palestinos y el cierre de comercios.

Desde entonces, miles de palestinos se han visto obligados a abandonar la zona ante los ataques de los colonos y las “constantes redadas e incursiones en sus hogares por parte de las fuerzas israelíes, que a menudo incluyen la toma temporal de partes de las viviendas”, añade el informe.

La ciudad vieja es ahora un laberinto de restricciones y límites para los palestinos que viven en ella. Algunas zonas alrededor de los asentamientos israelíes y el lado judío de la Tumba de los Patriarcas, cerca de la casa de Betar, han estado totalmente cerradas a los palestinos durante décadas, según un mapa de B’Tselem y conversaciones con residentes.

La población palestina de la zona se ha reducido a unas 33.000 personas, según Sadot, portavoz de B’Tselem, y tanto ella como otros activistas temen que las restricciones se utilicen como pretexto para expulsar a los palestinos.

Las restricciones posteriores al 7 de octubre “no se producen en un vacío político”, afirma Sadot. El año pasado, Israel obtuvo el Gobierno más derechista de su historia, con algunos ministros, como el de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, que apoyan la anexión de la Ribera Occidental. El propio Ben Gvir vive en Kiryat Arba, un asentamiento a las afueras de Hebrón.

“Mi preocupación es que se vaya más gente”, declaró a CNN Hisham Sharibati, activista de derechos humanos que vive a las afueras del casco antiguo de Hebrón. Explicó que ya se había instaurado un toque de queda durante la segunda intifada palestina, en la que los propietarios de tiendas se marcharon en masa. “Ahora volvemos a tener toque de queda: es un gran riesgo”.

“Una guerra no anunciada”

Las restricciones a la circulación de los palestinos contrastan fuertemente con las libertades que disfrutan unos 700 colonos judíos de línea dura, que viven en zonas del casco antiguo y siguen teniendo libertad para moverse con la protección del ejército. También se les acusa de comportarse con impunidad y violencia con los palestinos y sus propiedades.

El activista palestino de derechos humanos Issa Amro, quien vive en la zona y hace campaña contra la ocupación israelí, dijo a CNN que el 7 de octubre soldados y colonos israelíes lo detuvieron durante 10 horas y lo maltrataron físicamente, compartiendo con CNN fotos de sus muñecas hinchadas y cortadas, lesiones que según él fueron causadas por cremalleras de plástico.

“Enviamos a activistas para intentar encontrarlo, y un abogado llamó al ejército para averiguar su paradero”, dijo su abogado Michael Sfard a CNN por teléfono. Desde su liberación, Amro se ha atrincherado en su casa, por temor a nuevos actos de violencia por parte de soldados y colonos. Afirmó que intentaron desalojarlo la semana del 20 de octubre. “Hay una guerra no anunciada en la Ribera Occidental”, dijo Sfard a CNN.

Cuando se le preguntó sobre las acusaciones de Amro, las FDI, en una declaración a CNN, dijeron: “La solicitud de Issa Amro relativa a la restricción de su presencia en el territorio fue recibida y está siendo estudiada. Las FDI actúan de acuerdo con el derecho internacional”.

Issa Amro, en el jardín de su casa en Hebrón.

En una colina de Tel-Rumaida, cerca de la casa de Amro, Yishai Fleisher, portavoz internacional de la Comunidad Judía de Hebrón, se acercó al equipo de CNN con un rifle colgado sobre su hombro. Fleisher estuvo de acuerdo en que Amro había sido detenido, pero dijo que había sido retenido por soldados de las FDI.

“Eran soldados de las FDI”, dijo, y añadió que Amro “debería estar entre rejas, es un criminal de la peor calaña, solo que es fachada, un deslenguado con lenguaje liberal”.

El abogado de Amro, Sfard, dijo en el comunicado que “si hubiera una pizca de prueba de que ha estado participando en alguna actividad delictiva sería enviado inmediatamente a prisión por un largo tiempo. El hecho de que Issa no esté en prisión significa que todos los esfuerzos de los colonos y sus partidarios de la ocupación por inculparlo han fracasado. Lo único que les queda es incitar y difundir mentiras sobre Issa”.

La Ribera Occidental tiene miles de años de historia judía y muchos lugares sagrados judíos; los colonos nacional-religiosos, como los de Hebrón, creen que siempre han formado parte de la Tierra de Israel, como se prometió al pueblo judío en el Antiguo Testamento. Los colonos creen que Hebrón debe estar bajo soberanía israelí ya que “es parte integrante de la historia judía”, dijo Fleisher.

Unos 500.000 colonos judíos viven actualmente en la Ribera Occidental, según Paz Ahora, un grupo israelí que aboga por la paz y supervisa los asentamientos. Muchos de estos asentamientos son zonas fuertemente vigiladas y valladas que están completamente cerradas a los palestinos.

La mayor parte del mundo considera que estos asentamientos son ilegales según el derecho internacional, e Israel ha sido criticado por permitir su expansión y, en algunos casos, apoyarlos con exenciones fiscales y seguridad financiada por el Estado.

Una ciudad fantasma

La zona controlada por Israel parece una ciudad sin gente. Durante la visita de CNN a la desolada y fuertemente vigilada ciudad vieja la semana pasada, los únicos signos de vida provenían de los soldados israelíes en sus puestos, unos pocos reservistas y un puñado de colonos y sus hijos. Una familia musulmana salió por la noche, pasando junto a un puesto de guardia.

Las calles de los mercados, antes bulliciosas, ahora están vacías, las ventanas de los apartamentos están cerradas y cubiertas con rejas metálicas, y un gato muerto yace descomponiéndose en una carretera.

Ahmad, residente palestino que no quiso dar su apellido por miedo a las repercusiones, dice que su familia se trasladó a la zona cuando él tenía siete años. Ya entonces era demasiado peligroso para los niños palestinos jugar al aire libre: “No era infancia”.

Vista de la ciudad de Hebrón desde el casco antiguo, el 17 de noviembre.

En tiempos “normales”, la amenaza de ataques de colonos era alta, pero ahora su familia está demasiado asustada para salir de casa, dijo. “Es algo realmente peligroso, los colonos nos odian de verdad”, afirmó.

El toque de queda introducido tras el 7 de octubre le dejó sin poder trabajar hasta noviembre, agotando sus ahorros, dijo. Ahora se queda con unos parientes en la parte de Hebrón controlada por los palestinos durante la semana, para poder ganarse la vida como camarero y llevar comida a casa cuando abren los puestos de control los domingos.

“Están aplicando un castigo colectivo”, declaró a CNN. “Sé que la atención de los medios de comunicación se centra en Gaza, por una buena razón, pero el mundo no sabe lo que los colonos y las FDI están haciendo aquí”, dijo.

Betar creció en la casa en la que vive actualmente, al igual que su padre y su abuelo. Por eso se niega a marcharse. Sin embargo, el último mes lo ha puesto al borde del abismo.

Su casa no tiene patio, así que había vallado el tejado para que sus cinco hijos pudieran correr. Pero desde los ataques de Hamas, los soldados que se encuentran en las azoteas les han dicho que permanezcan dentro de la casa.

“Comer, ir al baño y estudiar en Zoom: así es su vida ahora”, dijo a CNN. “Mi casa es muy pequeña, ahora no tenemos espacio para jugar ni para pasear libremente”.

Ahora tarda horas en hacer una simple compra en el supermercado debido a los tres puestos de control que tiene que pasar para llegar a casa, en estrechas franjas horarias.

En cambio, podría cruzar la calle desde su casa hasta la cafetería y la tienda de recuerdos. Pero Betar no puede entrar porque la carretera está cerrada a los palestinos. Mientras tanto, visitantes, colonos y soldados utilizan libremente la cafetería.

“Ya estamos hartos: queremos disfrutar de nuestras vidas como cualquier persona en Occidente”, afirma.