(CNN Español) – La escena parece sacada de una película de acción, o quizás de un ejercicio militar demasiado bien coreografiado: un helicóptero de la era soviética, adornado con banderas yemeníes y palestinas, desciende sobre un buque de carga que navega por el concurrido mar Rojo.
Del helicóptero salen varios hombres fuertemente armados que avanzan por la cubierta hasta tomar el control del puente de mando y por tanto de todo el buque, ante la mirada horrorizada de la tripulación.
Estos hombres armados son combatientes hutíes de Yemen, y el video, distribuido en noviembre por ellos mismos, muestra apenas uno entre los muchos ataques contra el comercio naval en esta región que se están dando con cada vez más frecuencia desde el inicio de la guerra entre Israel y Hamas el 7 de octubre.
El mar Rojo, en el foco
Los hutíes, un grupo rebelde chiita apoyado por Irán que controla buena parte de Yemen desde 2014, dicen que sus ataques son en solidaridad con los palestinos en Gaza y en venganza contra Israel.
Forman parte, así, de una escalada regional en Medio Oriente que se vuelve cada vez más compleja y que ha generado una fuerte reacción de Estados Unidos, que anunció la creación de una fuerza multinacional para proteger el comercio en esta región.
Al mismo tiempo, más y más navieras están decidiendo evitar el mar Rojo por seguridad, y esto ya está impactando en el precio del petróleo, una de las materias primas más transportados por esta ruta.
Pero ¿por qué es tan importante el mar Rojo, cuyas rutas marítimas los hutíes han decidido asediar?
El mar Rojo es uno de los cuerpos de agua más importantes del mundo para el comercio internacional, y baña las costas de Djibouti, Egipto, Jordania, Arabia Saudita, Etiopía, Eritrea, Sudán, Somalia, Israel y Yemen.
Se trata de una estrecha franja de agua –poco más de 300 kilómetros en su parte más ancha– con un largo de 1,930 kilómetros, y que se angosta abruptamente en sus dos extremos: en el canal de Suez, en Egipto, al norte, y en el estrecho Bab al-Mandab, en el sur.
Precisamente, es en el estrecho Bab al-Mandab, entre Eritrea, Djibouti y Yemen, donde la ruta se estrecha a poco más de 20 kilómetros, y donde los buques están más vulnerables a los ataques.
Una “supervía” para el transporte marítimo
Su ubicación, entre el mar Mediterráneo –conectado por el canal de Suez– y el golfo de Adén –y, por tanto, el océano Índico y el resto del mundo–, lo convierte en una “supervía para el transporte de contenedores, conectando diferentes partes, particularmente Europa, Asia y África”, dijo Christian Roeloffs, de la compañía Container xChange, una plataforma para servicios de logística, a CNN.
No hay forma más directa y rápida de llegar desde Europa hasta el sureste asiático –la alternativa es dar vuelta al continente africano a través del cabo de Buena Esperanza, con mayores costos logísticos y de seguro–, y por esta razón entre el 10 y el 15 % del comercio marítimo global pasa por el mar Rojo, y la cifra aumenta al 30 % si se cuenta solo barcos portacontenedores.
También representa entre el 4 y el 8 % del comercio global de gas natural licuado, de acuerdo con Reuters
Lloyd Austin, secretario de Defensa de Estados Unidos, aseguró el martes, al anunciar medidas contra los ataques de los hutíes, que las rutas marítimas del mar Rojo “son cruciales para la estabilidad de la economía mundial”.
“El mar Rojo es una vía navegable esencial para la libertad de navegación y un importante corredor comercial que facilita el comercio internacional”, agregó.
La situación es mayormente apremiante para Europa, que recibe buena parte de su energía –petróleo y gas– y sus granos a través del mar Rojo, pero las disrupciones en el tráfico marítimo en esta región pueden tener efectos globales en las cadenas de suministros.
Con información de Hanna Ziady y Anna Cooban.