(CNN) — El deterioro cognitivo puede comenzar años antes de que aparezcan los primeros signos de demencia, que para algunos puede ocurrir tan rápido como a los 30 años, una condición conocida como demencia de inicio temprano o de aparición precoz. Se estima que casi 4 millones de personas de entre 30 y 64 años viven con esta afección en el mundo, según un estudio de 2021, y el número de casos va en aumento.
Los factores de riesgo clave para la demencia y la enfermedad de Alzheimer en la vejez son bien conocidos: la edad avanzada y el sexo biológico al nacer (las mujeres tienen más probabilidades de sufrir alzhéimer). La genética también determina el riesgo, pues las personas que heredan una o más copias del gen APOE4 tienen una mayor probabilidad de padecer alzhéimer, aunque muchos nunca desarrollan la enfermedad. Aunque esos riesgos no pueden modificarse, hay otros factores que sí, como el tabaquismo, la prediabetes y la diabetes, la obesidad, la hipertensión, la depresión, el aislamiento social y la pérdida de audición.
Se cree que la demencia de inicio temprano está dictada principalmente por el gen APOE4, con poca investigación sobre otros factores causales. Sin embargo, un nuevo estudio encontró que muchos de los mismos factores de riesgo pueden contribuir a la demencia temprana, lo que ofrece nuevas esperanzas de frenar o prevenir la enfermedad.
“Esto cambia nuestra comprensión de la demencia de inicio temprano, desafiando la noción de que la genética es la única causa de la enfermedad y destacando que una variedad de factores de riesgo pueden ser importantes”, señaló la autora principal del estudio, Stevie Hendriks, investigadora postdoctoral en psiquiatría y neuropsicología en la Universidad de Maastricht en Países Bajos.
“Además de los factores físicos, la salud mental también desempeña un papel importante, incluido evitar el estrés crónico, la soledad y la depresión”, explicó Hendriks en un correo electrónico. “El hecho de que esto también sea evidente en la demencia temprana nos sorprendió y puede ofrecer oportunidades para reducir el riesgo también en este grupo”.
Los resultados reflejan el trabajo clínico realizado con pacientes que intentan combatir el avance de la demencia, dijo el Dr. Richard Isaacson, director de investigación del Instituto de Enfermedades Neurodegenerativas de Florida, quien no participó en el estudio.
“Con base en mis observaciones de más de una década de atender a pacientes en riesgo, estoy totalmente en desacuerdo con que las personas sean impotentes en la lucha contra el deterioro cognitivo de inicio temprano”, dijo Isaacson en un correo electrónico. “Mi experiencia clínica se alinea mucho más de cerca con los resultados de este nuevo estudio: que realmente puede ser posible agarrar el toro por los cuernos y ser proactivo respecto de ciertos estilos de vida y otros factores de salud para reducir el riesgo”, agregó.
Factores de riesgo modificables
En el estudio, publicado este martes en la revista JAMA Neurology, los investigadores siguieron a 356.000 hombres y mujeres inscritos a los 40 años en una investigación de salud longitudinal llamada UK Biobank. Se recopilaron niveles de sangre, orina y saliva, junto con el peso y otras mediciones de salud, y los investigadores compararon los niveles entre los grupos que desarrollaron y no desarrollaron demencia de inicio temprano.
El análisis encontró muchas similitudes entre el riesgo de demencia de aparición tardía y temprana, como el abuso de alcohol, la diabetes, la depresión, las enfermedades cardíacas y los accidentes cerebrovasculares, los últimos dos relacionados con la hipertensión.
Teniendo en cuenta la joven edad de los participantes, otros factores de riesgo fueron más sorprendentes. Según el estudio, estar socialmente aislado, vivir con pérdida auditiva y niveles bajos de vitamina D fueron factores de riesgo clave para desarrollar demencia de inicio temprano.
“El aislamiento social está relacionado con la depresión, pero la depresión no medió la asociación del aislamiento social con la demencia de inicio precoz en nuestros análisis, lo que sugiere que ambos contribuyen directamente al riesgo de demencia”, explicó el estudio.
Tener niveles más altos de proteína C reactiva, que indica una infección o inflamación en el cuerpo, también se vinculó con un mayor riesgo de demencia de aparición temprana, pero únicamente en las mujeres, encontró el estudio.
La hipotensión ortostática, una condición en la que se producen mareos cuando la presión arterial cae en el momento en el que una persona se pone de pie, también fue un factor.
“Los índices de riesgo de hipotensión ortostática y depresión fueron los más altos, lo que significa que el riesgo de contraer demencia de inicio temprano es mayor en personas con hipotensión ortostática o depresión en comparación con personas que no tienen estos factores”, destacó Hendriks. “Sin embargo, los riesgos aún eran muy pequeños y la mayoría de las personas con hipotensión ortostática o depresión no desarrollarán demencia de aparición precoz”, añadió.
Tener dos copias de APOE4, un marcador genético clave para la enfermedad de Alzheimer, también fue un factor, al igual que el estatus socioeconómico de una persona y su capacidad para obtener educación superior. La diabetes desempeñó un papel que difería según el sexo al nacer: los hombres con diabetes tenían un mayor riesgo que los hombres sin diabetes, pero no hubo asociación con la diabetes en las mujeres, de acuerdo a la investigación.
Reducir el riesgo
Hay varias acciones que las personas pueden tomar para reducir el riesgo de demencia de inicio temprano, dijo Hendriks, entre ellas no fumar y mantener una dieta saludable.
“Sé curioso: aprende cosas nuevas, dedica espacios a un pasatiempo, mantente comprometido y socialmente activo visitando a amigos y familiares o asistiendo a reuniones sociales”, dijo. “Haz ejercicio con regularidad: sigue moviéndote, todos los niveles de ejercicio funcionan, desde caminar hasta el ejercicio vigoroso. Encuentra algo que te funcione”, detalló.
En general, las personas deberían sentirse empoderadas con los resultados de este estudio, afirmó Isaacson.
“Si bien se necesitan más investigaciones para demostrar de manera más definitiva qué factores pueden ser los más protectores en varios individuos, insto a las personas en riesgo a que no esperen”, dijo.
“Consulten a su médico de atención primaria con regularidad y conozcan sus cifras: pregunten sobre los niveles de vitamina D, siga los objetivos de presión arterial, los resultados de colesterol y los valores de azúcar en la sangre. Háganse un examen de audición y busquen tratamiento con un audífono cuando sea necesario”.