(CNN) – El viaje de “Moon Sniper”, el explorador robótico que ha convertido a Japón en el quinto país en colocar una nave espacial de forma segura en la superficie lunar, no ha ido como se esperaba.
Aunque la misión, oficialmente conocida como Smart Lander for Investigating Moon, o SLIM, llegó a su destino la semana pasada, una “anomalía” experimentada durante el descenso provocó que el vehículo aterrizara con sus paneles solares orientados en la dirección equivocada, lo que lo obligó a operar en condiciones limitadas de energía de batería, según la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA, por sus siglas en inglés).
Ahora, con la batería del Moon Sniper apagada para mantener la operatividad de la nave espacial, los funcionarios de JAXA están en modo de aguardar y ver, esperando que el ángulo cambiante del sol restablezca la energía del vehículo y permita que se reanude la misión. Si el módulo de aterrizaje se enciende nuevamente, podría cumplir su objetivo de recopilar información sin precedentes sobre una región llamada Mar de Néctar.
La nave espacial aterrizó cerca de un cráter llamado Shioli (un nombre femenino japonés que se pronuncia “she-oh-lee”), que se encuentra a unos 322 kilómetros al sur del Mar de la Tranquilidad, la región cercana al ecuador lunar donde alunizó el Apolo 11, con los primeros humanos que llegaron a la Luna.
Con alrededor de 880 pies (268 metros) de diámetro, es un cráter pequeño, pero está cerca de uno mucho más grande llamado Theophilus que tiene más de 97 kilómetros de diámetro. Este detalle lo hace particularmente interesante para la exploración.
“Cuando estaba leyendo sobre esto hace aproximadamente un mes, me emocionó mucho ver que habían elegido este sitio”, dijo el doctor Gordon Osinski, profesor de geología planetaria en la Western University en Ontario, quien también forma parte del próximo proyecto del equipo de geología de la misión lunar Artemis III.
“Una de las mejores cosas de los cráteres es que excavan rocas desde las profundidades y esencialmente nos dan una ventana a lo que hay debajo de la superficie de un cuerpo planetario”, añadió Osinski. Señaló que Shioli se encuentra en el suelo expulsado por el cráter cercano más grande, que probablemente proviene de una profundidad de más de 1,6 kilómetros, lo que brinda a los investigadores la oportunidad de estudiar la roca lunar sin necesidad de perforar.
“Creo que eligieron este cráter en particular porque se encontró el mineral olivino, y cada vez que mencionas olivino, los ojos de la gente se iluminan porque pensamos que probablemente se origina en el manto de la luna, que nunca antes habíamos muestreado en el sitio”, dijo Osinski.
Meteorización espacial
En noviembre, la NASA publicó fotografías de Shioli tomadas por el Lunar Reconnaissance Orbiter, una nave espacial que actualmente orbita la Luna y la mapea para ayudar en futuras misiones. En la fotografía en blanco y negro, el cráter parece una mancha de luz.
“La Luna no tiene una atmósfera como la Tierra, por lo que no está protegida y es constantemente bombardeada con micrometeoritos y radiación que dañan las capas superficiales”, dijo Sara Russell, profesora de ciencias planetarias y líder principal de investigación en el Grupo de Materiales Planetarios del Museo de Historia Natural de Londres.
El cráter es de color más claro porque la radiación y los micrometeoritos aún no han tenido tiempo suficiente para oscurecerlo: “Cuando se forma un cráter, arroja material que estaba enterrado y que podría ser más prístino, porque no ha experimentado este daño, que llamamos meteorización espacial. Nos proporciona información nueva para observar eso y, potencialmente, aprender más sobre la Luna”, dijo.
Las oportunidades para estudiar estas raras muestras de rocas hacen de la Luna un brillante laboratorio de geología, añadió Russell.
“Todo lo que ha experimentado la Luna, también lo ha experimentado la Tierra. Observar los cráteres también puede decirnos algo sobre la propia historia de la Tierra, porque las rocas se forman allí sin ninguno de los factores complicados que tenemos en la Tierra, como el agua, la vida y el viento”, dijo. “Es un hermoso experimento en el cielo”.
Después de aterrizar en el cráter, la nave espacial capturó 257 imágenes de baja resolución de sus alrededores, y más tarde el equipo de la misión puso apodos a algunas de las rocas en las imágenes. Se tomarán más imágenes si el módulo de aterrizaje logra recuperar energía.
Precisión milimétrica del Moon Sniper
Otra razón para elegir las cercanías de Shioli como lugar de alunizaje para la misión SLIM de Japón es que su pequeño tamaño era un campo de entrenamiento ideal para la precisión milimétrica del módulo de aterrizaje, lo que le permitió apuntar a un área que abarca solo 100 metros de ancho para el aterrizaje. Haciendo honor a su apodo, el Moon Sniper en realidad aterrizó a solo 55 metros de su objetivo, lo que la JAXA consideró un “logro significativo”.
“Realmente están usando la tecnología para demostrar que pueden aterrizar en círculos de aterrizaje muy pequeños, lo que sería un gran paso adelante en la capacidad de aterrizar en diferentes planetas”, dijo el doctor John Pernet-Fisher, investigador en geoquímica y cosmoquímica en la Universidad de Manchester en el Reino Unido, en una entrevista antes del alunizaje.
Tradicionalmente, las misiones lunares se centran en áreas de unos pocos kilómetros de ancho para el aterrizaje, “pero eso realmente limita dónde se puede aterrizar, porque hay que asegurarse de que dentro de toda el área de aterrizaje cada punto sea seguro para aterrizar”, añadió. “Eso hace que las cosas sean mucho más difíciles si quieres aterrizar en un terreno más desafiante o accidentado, por lo que esto realmente puede abrir las puertas para poder aterrizar en áreas que son topográficamente un poco más variadas y, por lo tanto, podrían decirnos algo diferente sobre la Luna y su formación”.
El lugar de aterrizaje del Moon Sniper no está lejos del punto donde aterrizó el Apolo 16 en 1972. La tripulación de esa misión anterior recolectó 731 muestras individuales de roca y suelo para una masa total de 95,7 kilos, según el Instituto Lunar y Planetario. Esa es una parte considerable de los 382 kilos que la NASA trajo de la Luna durante todo el programa.
“Si lo piensas bien, estamos tratando de interpretar la historia geológica de todo este cuerpo basándonos en una colección de rocas de un área geográficamente bastante pequeña”, dijo Pernet-Fisher. “Por eso es realmente importante para nosotros recopilar la mayor cantidad de datos posible de una gran diversidad de ubicaciones geográficas diferentes. Aunque esto todavía está relativamente cerca de algunas de las misiones Apolo, los que recopilaremos son datos realmente importantes”.
Un mar de lava
La característica lunar más grande en las cercanías de Shioli es el Mar de Néctar, una cuenca de 339 kilómetros de diámetro que es una de las más antiguas en la cara visible de la Luna, el hemisferio que siempre mira hacia la Tierra. La llanura lunar es visible con binoculares o un pequeño telescopio y se formó al mismo tiempo que la superficie de la Luna hace unos 3.900 millones de años.
El mar de Néctar es mucho más pequeño que su vecino, el mar de la Tranquilidad, que tiene más de 875 kilómetros de ancho y es igualmente suave y plano.
“Se eligió Tranquilidad para el aterrizaje del Apolo 11 no por razones científicas, sino porque era una de las partes más planas y suaves de la Luna y, por lo tanto, se consideraba más segura para aterrizar”, dijo Osinski de la Western University.
“Esto también es aplicable a la mayoría de las misiones robóticas”, añadió. “Soy el investigador principal del primer vehículo lunar de Canadá y ahora estamos buscando lugares de alunizaje. Estamos siendo empujados hacia áreas suaves, alejadas de cráteres o rocas, lo que en realidad puede parecer menos interesante desde el punto de vista científico”.
La razón por la que los científicos llaman a estas cuencas “mares” o “maria” en el latín original, es que los antiguos astrónomos que miraron por primera vez la Luna creían que estaban llenas de agua, debido a su tono más oscuro.
“Después de las misiones Apolo, trajimos muestras y descubrimos que eran esencialmente planos masivos de lava”, dijo Osinski. “No es como si hubiera un volcán enorme del que saliera lava, sino más bien erupciones de fisuras, por lo que la lava literalmente subía a través de fracturas. Podemos pensar en ellos como mares de lava”.
El agua sí entra en juego cuando se observa otra área de la Luna que será objetivo de próximos alunizajes, incluida la primera misión Artemis tripulada de la NASA, prevista para 2026: “La región del polo sur”, dijo Osinski, “un área que es geológicamente interesante y también rica en lo que llamamos volátiles: piense en agua helada pero también en dióxido de carbono congelado o amoníaco”.
Si los humanos pueden encontrar una fuente buena y considerable de agua helada en la región del polo sur de la Luna y es posible extraerla, el resultado podría cambiar las reglas del juego para la exploración lunar, según Osinski.
“Tendríamos agua para que beban los astronautas, podríamos extraer el oxígeno y descomponerlo para obtener hidrógeno como combustible para cohetes. También reduce los costos, porque el agua es una de las cosas más caras de lanzar desde la Tierra porque es muy pesada”, dijo.
“Si queremos construir bases lunares, lo que todos esperamos poder hacer, tendremos que encontrar una fuente de agua para usar en la Luna”.