Un modelo de arcilla de Mesopotamia que data del año 1800 a.C. muestra una pareja desnuda entrelazada en una cama, practicando sexo y besándose.

(CNN) – “El encuentro de los labios es la sensación más perfecta, la más divina que se ha dado a los seres humanos, el límite supremo de la felicidad”.

Esas fueron las palabras que el escritor francés del siglo XIX Guy de Maupassant plasmó en su cuento de 1882, “El beso”. No fue el único con pensamientos floridos sobre los besos. Los besos románticos se han celebrado durante mucho tiempo en canciones, poemas e historias, en todas las artes y en el cine.

Nadie sabe con certeza cuándo descubrieron los humanos que el contacto boca a boca podía utilizarse para el romance y el placer erótico, pero los científicos informaron en mayo de 2023 que la gente se besa desde hace al menos 4.500 años. El hallazgo, publicado en la revista Science, retrasa la historia de esta práctica en unos 1.000 años.

“Los besos se han practicado durante mucho más tiempo de lo que muchos de nosotros creíamos, o al menos de lo que habíamos pensado”, dijo el autor principal del estudio, el Dr. Troels Pank Arbøll, profesor asistente de Asiriología —el estudio de Asiria y el resto de Mesopotamia— en la Universidad de Copenhague.

Según los investigadores, miles de tablillas de arcilla de Mesopotamia han llegado hasta nuestros días y sus referencias a los besos arrojan luz sobre la intimidad romántica en el mundo antiguo.

“Este fascinante estudio de caso se suma a un creciente conjunto de investigaciones científicas sobre el beso romántico/sexual, y nos ayuda a comprender los orígenes del beso en el comportamiento social humano y, concretamente, en la vida íntima”, dijo el biólogo evolutivo Dr. Justin R. Garcia, profesor de Estudios de Género en la Universidad de Indiana en Bloomington. Garcia, que investiga la cultura y la evolución de la intimidad humana en el Instituto Kinsey, no participó en la investigación.

“Las experiencias de comportamiento romántico y sexual forman parte de patrones más amplios de comportamiento social humano”, dijo Garcia a CNN en un correo electrónico. “Comprender cómo se expresan, cambian y evolucionan estos comportamientos nos ayuda a entender mejor quiénes somos hoy”.

Cuando De Maupassant escribió sus sentidas descripciones de besos amorosos, probablemente no estaba pensando demasiado en cómo surgieron los besos en las civilizaciones del pasado. Pero los orígenes de esta “sensación divina” están profundamente arraigados en la historia y la evolución humanas, y es probable que aún queden muchas cosas por descubrir sobre su papel y significado en las culturas antiguas, según los autores del estudio.

Besos apasionados

Hasta ahora, los testimonios más antiguos de besos se atribuían a los Vedas, un grupo de textos de las escrituras indias que datan de alrededor del año 1500 a.C. y son fundamentales para la religión hindú. Uno de los volúmenes, el Rig Veda, describe a personas que se tocan los labios. Los besos eróticos también aparecen con gran detalle en otro antiguo texto de la India: el Kama Sutra, una guía del placer sexual que data del siglo III d.C. Por tanto, los eruditos modernos llegaron a la conclusión de que los besos románticos probablemente tienen su origen en la India.

Pero entre los asiriólogos era bien sabido que las tablillas de arcilla de la región mencionaban los besos incluso antes de que se describieran en la India, explicó Arbøll a CNN. Sin embargo, fuera de los círculos académicos altamente especializados, pocos sabían que existían tales pruebas, añadió. En el estudio, Arbøll y la coautora, la Dra. Sophie Lund Rasmussen, investigadora del Departamento de Biología de la Universidad de Oxford (Reino Unido), hablan de besos inscritos en tablillas mesopotámicas que datan del año 2500 a.C.

“Como asirióloga, estudio la escritura cuneiforme”, explica Arbøll. La escritura cuneiforme, en la que los caracteres se graban a presión en tablillas utilizando cañas triangulares cortadas, se inventó hacia el 3200 a.C. Los primeros escribas utilizaban la escritura cuneiforme para llevar la contabilidad, explicó Arbøll. Pero hacia el 2600 a.C. -quizá incluso antes- la gente empezó a registrar historias sobre sus dioses.

“En uno de estos mitos, se describe que los dioses tuvieron relaciones sexuales y luego se besaron”, explica. “Es una prueba clara de besos románticos”.

Al cabo de unos siglos, la escritura se había extendido por toda Mesopotamia. Con ella llegaron más registros de la vida cotidiana, con menciones de besos intercambiados por parejas casadas y por solteros como expresión de deseo.

Según el estudio, besar a una sacerdotisa que había jurado celibato “privaba al besador de la capacidad de hablar”. Otra prohibición se refería a los inconvenientes de besarse en la calle; el hecho de que esta advertencia tuviera que hacerse daba a entender que besarse era “un acto muy cotidiano”, aunque se practicara preferentemente en privado, según Arbøll.

En las miles de tablillas cuneiformes, el beso no es el tema más mencionado, “pero está atestiguado con regularidad”, dijo.

No hables, solo besa

Los humanos no son los únicos animales que se besan, también lo hacen nuestros parientes primates más cercanos. Los chimpancés (Pan troglodytes) intercambian besos a modo de saludo. En el caso de los bonobos (Pan paniscus), los besos forman parte de sus frecuentes juegos sexuales; copulan cara a cara y a menudo se dan “intensos besos con lengua”, escribe el primatólogo Frans B.M. De Waal, biólogo del comportamiento de la Universidad Emory de Atlanta.

Es posible que los besos románticos evolucionaran en los primates como una forma de evaluar la aptitud de una pareja potencial, “a través de señales químicas comunicadas en la saliva o el aliento”, escribieron Arbøll y Rasmussen.

Pero en los besos no todo es sociabilidad, diversión y placer. Un efecto secundario menos agradable de los besos en los humanos es la propagación de enfermedades infecciosas. Otro estudio, elaborado en julio de 2022 por más de dos docenas de investigadores de instituciones de Europa, Reino Unido y Rusia, afirmaba que el rápido aumento de un linaje del virus del herpes simple VHS-1 en Europa hace unos 5.000 años estaba “potencialmente vinculado a la introducción de nuevas prácticas culturales, como el advenimiento de los besos romántico-sexuales”, tras las oleadas migratorias que llegaron a Europa desde las praderas euroasiáticas.

Pero Arbøll y Rasmussen sospechaban que los besos románticos llegaron a ser aceptados en la Europa de la Edad de Bronce, y no solo a causa de la migración. Es más probable, escribieron, que la práctica de los besos ya fuera, al menos parcialmente, familiar para la gente de Europa porque era común en Mesopotamia —y posiblemente en otras partes del mundo antiguo— y no solo estaba restringida a la India.

“El hábito debía de conocerse en muchas culturas antiguas”, afirma Arbøll. “No necesariamente practicado, pero al menos conocido”.

Besos antes y ahora

A diferencia de los besos compartidos entre padres e hijos, que se consideran “omnipresentes entre los humanos a través del tiempo y la geografía”, los besos románticos no son comunes en todas partes. Incluso hoy en día, muchas culturas evitan los besos románticos, informaron Arbøll y Rasmussen.

En un estudio de septiembre de 2015 del que Garcia es coautor, los investigadores analizaron 168 culturas modernas de todo el mundo y descubrieron que únicamente el 46% de esas sociedades practicaban besos sexuales o románticos. Este tipo de besos, informaron los autores, era mucho menos común en las comunidades de búsqueda de alimento, y era más probable encontrarlos en sociedades que tenían clases sociales diferenciadas, “siendo más probable que las sociedades más complejas se besaran de esta manera”.

Aunque el estudio de Arbøll y Rasmussen sugiere que los besos románticos no eran inusuales en la antigua Mesopotamia, los autores señalan que aún existían tabúes sobre quiénes podían besarse y dónde podían hacerlo, y que los besos románticos estaban lejos de ser una experiencia universal en todas las culturas.

“Este artículo es un recordatorio importante de que los besos generalizados que vemos representados a nuestro alrededor en la sociedad occidental actual no siempre formaron parte, y siguen sin formar parte, de las muestras de intimidad de todo el mundo”, señaló Garcia.

También es posible que, si los besos en el mundo antiguo estaban más extendidos de lo que se pensaba, fueran “quizá más universales que en los tiempos modernos”, añadió Arbøll. “Esto abre algunas preguntas interesantes para futuras investigaciones”.

Mindy Weisberger es una escritora científica y productora de medios de comunicación cuyo trabajo ha aparecido en Live Science, Scientific American y la revista How It Works.