(CNN) – Lena Bychcova no podía creerlo cuando recibió su visa de turista norcoreana.
Muchos turistas rusos se han visto excluidos de los destinos turísticos. Pero Corea del Norte, como aliado clave de Rusia, ofrecía una rara oportunidad de viajar.
La profesional de mercadeo fue una de los aproximadamente 100 ciudadanos rusos a quienes se les permitió viajar a Corea del Norte este mes en lo que se cree que es el primer viaje turístico internacional desde la pandemia de coronavirus.
El turismo en Corea del Norte está estrictamente controlado. No se permite la entrada al país a viajeros individuales y los grupos van acompañados de cuidadores. Los ingresos del turismo se utilizan para apoyar al régimen del dictador Kim Jong Un.
Viajar al “reino ermitaño” no está exento de riesgos importantes. El estudiante universitario estadounidense Otto Warmbier fue detenido en un viaje a Corea del Norte en 2016, supuestamente por robar un cartel de propaganda. Fue devuelto a Estados Unidos 17 meses después en estado vegetativo y murió poco después.
Las vacaciones de esquí más inusuales del mundo
Bychcova y el resto del grupo llegaron a Pyongyang el 9 de febrero, viajando en un avión de Air Koryo de propiedad norcoreana desde Vladivostok.
Si bien Bychcova admite que estaba ansiosa por el viaje, dice que ganó la curiosidad y que no podía dejar pasar la oportunidad de ver un país que pocos turistas tienen la oportunidad de explorar.
El bloguero de viajes Ilya Voskresensky, que también se unió a la gira, se sintió igualmente tenso: mencionó su trabajo a tiempo parcial, vendiendo platos antiguos, como su profesión en lugar de revelar que era un creador de contenidos. A pesar de sus dudas, admite que una de las razones para seguir adelante con el viaje fue descubrir si la Corea del Norte actual se compararía con la Rusia soviética de la que le hablaron sus familiares.
“Cuando miras a Corea del Norte, te das cuenta de que tu abuela y tu abuelo vivían como lo hacen aquí”, le dice Voskresensky a CNN. “Es un teletransporte al pasado. No hay absolutamente ningún anuncio en la ciudad. Lo único que se exhibe son lemas del partido, banderas, etc.”.
El viaje de cuatro días le costó a cada visitante unos US$ 750. El grupo contaba con guías y traductores de habla rusa en todo momento. El itinerario incluyó una visita a las estatuas de bronce de los difuntos líderes Kim Il Sung y Kim Jong Il en la colina Mansu, el Palacio de los Niños Mangyongdae, donde los niños presentaron un espectáculo de música y danza, y tres días en la estación de esquí Masikryong.
A los rusos también se les impusieron reglas estrictas a seguir, especialmente cuando se trataba de tomar fotografías y videos.
“Nos pidieron que no fotografiáramos a los militares ni a la gente uniformada en general, que no fotografiáramos las obras ni los edificios en construcción”, explica Bychcova. “Y había reglas sobre cómo tomar fotografías y, en general, tratar los retratos o esculturas de líderes. Si tienes un periódico o una revista con una foto del líder, entonces no puedes doblar el periódico de manera que el retrato quede arrugado”.
Estos periódicos se convirtieron en algunos de sus souvenirs favoritos de Corea del Norte. Bychcova dice que no había mucho que comprar, pero había dos tiendas –una en el aeropuerto y otra en la capital– donde ella y otros turistas podían conseguir imanes, muñecas, juegos de Lego y otros pequeños obsequios.
La relación entre Rusia y Corea del Norte
Antes de la pandemia, la mayor fuente de turistas entrantes a Corea del Norte no era Rusia, sino China.
Los esquiadores rusos fueron los primeros turistas a los que se permitió la entrada desde la pandemia, una señal de la creciente popularidad de Rusia en Corea del Norte.
Con sanciones globales y un número cada vez menor de aliados, el creciente interés mutuo de Rusia y Corea del Norte ha hecho sonar la alarma entre los funcionarios de inteligencia de Estados Unidos.
Corea del Norte ha suministrado a Rusia misiles para utilizarlos contra Ucrania.
En febrero, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, regaló un vehículo a su homólogo norcoreano, Kim Jong Un. El acto fue una posible violación de las sanciones de las Naciones Unidas impuestas contra el país por su programa de armas nucleares.
Tanto Voskresensky como Bychcova dicen que su decisión de viajar no fue por política: fueron a Corea del Norte deseosos de conocer a la gente local y entablar relaciones.
Sin embargo, después de regresar, Bychcova no cree que algo así sea realmente posible en el sistema norcoreano.
“Unos 200 niños – ¡los contamos en el escenario! – había preparado especialmente para nosotros un concierto de una hora de duración. Y éramos sólo 97”, dice.
“Así que había más gente en el escenario que espectadores. Podíamos sentir que estaban tratando de crear una cierta imagen de cómo es Corea del Norte para nosotros. Pero algunos detalles revelaron que no era del todo cierto, que hay otra vida”.
Si bien los rusos pudieron discutir libremente su viaje a Corea del Norte y sus pensamientos sobre el régimen de Kim, ese mismo privilegio no se aplica en su propio país.
Las críticas a Putin, a las políticas de Rusia y al ejército son delitos penales en Rusia.
Un destacado exfuncionario de la KGB convertido en bloguero promilitar que apoyó abiertamente la guerra en Ucrania fue arrestado y acusado de “actividad extremista” el verano pasado por comentarios críticos hacia Putin.
La semana pasada, una mujer de 33 años con doble ciudadanía rusa y estadounidense fue arrestada en Ekaterimburgo y acusada de “brindar asistencia financiera a un Estado extranjero en actividades dirigidas contra la seguridad de Rusia”. ¿La razón? Según los informes, donó US$ 51 a una organización benéfica ucraniana.
Si bien tanto Voskresensky como Bychcova estaban conscientes de los abusos a los derechos humanos en Corea del Norte, ambos le dijeron a CNN que esperaban que el viaje valiera la pena para conectarse con civiles norcoreanos comunes y corrientes.
Ahora, ambos dicen que considerarían volver a Corea del Norte algún día, pero sólo si la situación política cambia.
“El mensaje principal de mi contenido es que en cualquier lugar, sin importar el país o la nacionalidad, allí vive gente común y corriente, y en todas partes hay que tratar a la gente con amor”, dice Voskresensky. “Espero que viajar salve el mundo”.
Otro viaje de esquí ruso a Corea del Norte está previsto para marzo de 2024.