(CNN) – Jack Latham tenía la misión de fotografiar granjas en Vietnam: no las extensas plantaciones o terrazas de arroz del país, sino sus “granjas de clics”.
El año pasado, el fotógrafo británico pasó un mes en la capital, Hanoi, documentando algunas de las oscuras empresas que ayudan a sus clientes a aumentar artificialmente el tráfico en línea y la participación en las redes sociales con la esperanza de manipular los algoritmos y la percepción de los usuarios. Las imágenes resultantes, que aparecen en su nuevo libro “Beggar’s Honey”, ofrecen una visión poco común de los talleres que contratan a trabajadores mal pagados para cultivar “me gusta”, comentarios y compartidos para empresas y personas de todo el mundo.
“Cuando la mayoría de la gente está en las redes sociales, lo único que quiere es llamar la atención, suplican por ella”, dijo Latham en una entrevista telefónica, explicando el título de su libro. “Con las redes sociales, nuestra atención es un producto para anunciantes y vendedores”.
En la década de los 2000, la creciente popularidad de las redes sociales -incluidas Facebook y Twitter, ahora X- creó un nuevo mercado para perfiles digitales bien elaborados, en el que empresas y marcas competían por maximizar su visibilidad e influencia. Aunque no está claro cuándo empezaron a proliferar las granjas de clics, expertos en tecnología ya advirtieron en 2007 de la existencia de “jefes de bandas virtuales” que las dirigían desde países de bajos ingresos.
En las décadas siguientes, las granjas de clics se multiplicaron, sobre todo en Asia, donde pueden encontrarse en India, Bangladesh, Indonesia, Filipinas y otros países. A menudo, la normativa no ha seguido el ritmo: mientras que algunos países, como China, han intentado tomar medidas enérgicas contra estas operaciones (la Asociación de Publicidad de China prohibió el uso de granjas de clics con fines comerciales en 2020), siguen floreciendo en todo el continente, especialmente en lugares donde los bajos costes de mano de obra y electricidad hacen que sea asequible alimentar cientos de dispositivos simultáneamente.
“Como startups de Silicon Valley”
El proyecto de Latham le llevó a cinco granjas de Vietnam. (Los granjeros que esperaba fotografiar en Hong Kong “se acobardaron”, dijo, y las restricciones de viaje relacionadas con la pandemia echaron por tierra sus planes de documentar la práctica en China continental). En las afueras de Hanoi, Latham visitó talleres que funcionaban en viviendas y hoteles.
Algunos tenían una configuración tradicional con cientos de teléfonos manuales, mientras que otros utilizaban un método más nuevo y compacto denominado “agricultura de cajas” -una expresión utilizada por los granjeros de clics que visitó Latham-, en el que varios teléfonos, sin pantallas ni baterías, se conectan por cable y se enlazan a una interfaz informática.
Latham dijo que una de las granjas de clics que visitó era una empresa familiar, aunque las otras parecían más bien empresas tecnológicas. La mayoría de los trabajadores tenían entre 20 y 30 años, añadió.
“Todas eran como startups de Silicon Valley”, dijo. “Había una cantidad tremenda de hardware… paredes enteras de teléfonos”.
Algunas de las fotos de Latham muestran, aunque de forma anónima, a trabajadores encargados de recopilar clics. En una imagen, se ve a un hombre en medio de un mar de aparatos en lo que parece ser una tarea solitaria y monótona.
“Sólo hace falta una persona para controlar grandes cantidades de teléfonos”, dijo Latham. “Una persona puede muy rápidamente (hacer el trabajo de) 10.000. Es a la vez solitario y abarrotado”.
En las granjas que visitó Lathan, las personas solían estar a cargo de una determinada plataforma de redes sociales. Por ejemplo, un “granjero” se encargaba de publicar y comentar en masa en las cuentas de Facebook, o de crear plataformas de YouTube donde se publican y ven videos en bucle. El fotógrafo añadió que TikTok es ahora la plataforma más popular en las granjas de clics que visitó.
La mayoría de los granjeros de clics con los que habló Latham anunciaban sus servicios en internet por menos de un céntimo por clic, vista o interacción. Y a pesar de la naturaleza fraudulenta de sus tareas, parecían tratarlo como un trabajo más, explicó el fotógrafo.
“Entendían que solo estaban prestando un servicio”, añadió. “No había mala fe. Lo que ofrecen son atajos”.
Percepción engañosa
A lo largo de sus 134 páginas, “Beggar’s Honey” incluye una colección de fotografías abstractas -algunas seductoras, otras contemplativas- que representan videos aparecidos en el feed de TikTok de Latham. Latham las incluyó en el libro para representar el tipo de contenido que veía que se potenciaba con las granjas de clics.
Pero muchas de sus fotos se centran en el hardware utilizado para manipular las redes sociales: teléfonos, ordenadores y redes de cables.
“Gran parte de mi trabajo trata de conspiraciones”, dijo Latham. “Intentar ‘documentar las máquinas utilizadas para difundir desinformación’ es el lema del proyecto. El panorama general es a menudo lo que no vemos”.
Las granjas de clics de todo el mundo también se utilizan para amplificar mensajes políticos y difundir desinformación durante las elecciones. En 2016, el entonces primer ministro de Camboya, Hun Sen, fue acusado de comprar amigos y likes en Facebook, algo que, según la BBC, él negó, mientras que se descubrió que operaciones en la sombra en Macedonia del Norte habían difundido publicaciones y artículos a favor de Donald Trump durante las elecciones presidenciales estadounidenses de ese año.
Mientras investigaba, Latham dijo que descubrió que los algoritmos -un tema de su libro anterior, “Latent Bloom”- a menudo recomendaban videos que, según él, se volvían cada vez más “extremos” con cada clic.
“Si solo digieres una dieta de eso, es cuestión de tiempo que te vuelvas diabéticamente conspiranoico”, dijo. “La difusión de desinformación es lo peor. Ocurre en tu bolsillo, no en los periódicos, y es aterrador que se adapte a tu tipo de neurosis”.
Con la esperanza de concienciar sobre el fenómeno y sus peligros, Latham tiene previsto exponer su propia versión casera de una granja de clics -una pequeña caja con varios teléfonos conectados a una interfaz informática- en el Festival 2024 Images Vevey, en Suiza. Compró el artilugio en Vietnam por el equivalente a unos US$ 1.000 y ha experimentado ocasionalmente con él en sus cuentas de las redes sociales.
En Instagram, las fotos de Latham suelen recibir entre unas docenas y un par de cientos de “me gusta”. Pero, cuando desplegó su granja de clics personal para anunciar su último libro, la publicación generó más de 6.600 likes. El fotógrafo quiere que la gente se dé cuenta de que hay algo más en lo que ven en las redes sociales, y que las métricas no miden la autenticidad.
“Cuando la gente sabe mejor cómo funcionan las cosas, puede tomar decisiones más informadas”, explicó.
“Beggar’s Honey”, coeditado por Here Press e Images Vevey, ya está disponible.