(CNN) – Elon Musk le muestra al mundo lo radicalizado que se ha vuelto.
El multimillonario, una de las figuras más relevantes de nuestro tiempo, pasó otro fin de semana nadando en los pantanos de la fiebre derechista de X, un mal hábito que se hizo evidente cuando se publicó su entrevista con Don Lemon el lunes por la mañana.
En la polémica entrevista, Musk equiparó la moderación de un peligroso y atroz discurso de odio con la “censura”, criticó a la prensa por informar de manera legítima, atacó los programas de DEI sin pruebas que lo respalden, reprochó a los anunciantes que abandonaron la plataforma X el año pasado y una vez más dio crédito a la racista teoría del reemplazo, entre otras cosas.
Para aquellos que no dominan las complejidades de los medios de comunicación de derecha, algunas de las palabras de Musk pueden haber sonado extrañas. Pero en los pantanos febriles de la derecha, donde Musk ahora está profundamente arraigado, estos son los temas que animan a las masas.
Los comentarios de Musk en el episodio de estreno del nuevo programa en línea de Lemon se sumaron a una desquiciada ola de publicaciones de 72 horas en X, en las que el errático hombre de negocios se enfureció contra el “virus del pensamiento woke” y dijo que su “objetivo” es “la destrucción de Estados Unidos”; estuvo de acuerdo con un usuario que escribió “Las noticias falsas son el enemigo del pueblo”, dijo que la prensa es “básicamente el equipo de animadores de [Joe] Biden”; acusó a los medios de comunicación de “mentir” sobre los comentarios del “baño de sangre” de Donald Trump; llamó a la NPR, una “buena versión de Pravda”; alegó que Google “manipula sus resultados de búsqueda con un sesgo de izquierda”; afirmó que la insurrección del 6 de enero “no fue un ‘baño de sangre’ bajo ninguna definición”, y argumentó que si no hay una “Ola roja” en noviembre “Estados Unidos está condenado”.
En esta coyuntura, calificar a Musk como un divulgador de asuntos de derecha ya no es algo provocador. Es simplemente algo preciso. Y su feo comportamiento es aún más preocupante debido al hecho de que Musk es demasiado influyente, proyecta una gran sombra en múltiples industrias y realiza negocios de seguridad nacional por valor de miles de millones de dólares con el Gobierno de Estados Unidos.
Solo como propietario de X, Musk controla una de las plataformas de comunicaciones más importantes del mundo, y escupe veneno corrosivo en el discurso público a una velocidad más rápida que la que sus cohetes SpaceX se ponen en órbita.
De hecho, como saben muy bien los usuarios de la plataforma que alguna vez se llamó Twitter, las publicaciones de Musk a menudo se encuentran en la parte superior del feed de inicio. Esto se debe a que, según informes de Zoë Schiffer y Casey Newton, los ingenieros se vieron obligados a construir “un sistema diseñado para garantizar” que sus publicaciones rindan bien en la plataforma que posee.
Para empeorar las cosas, Musk parece volverse cada vez más intolerante con otros puntos de vista. Al mismo tiempo que ensalza a los extremistas de derecha, al mismo tiempo busca destruir la confianza en fuentes de noticias creíbles.
Algún tiempo atrás Musk habría agradecido tener una personalidad mediática como Lemon en la plataforma X. Ya no tanto.
El lunes, después de que se publicara en línea su entrevista con Lemon, Musk criticó al expresentador de CNN, llamándolo en varias publicaciones “estúpido imbécil” y diciendo que es “simplemente un tipo malo, simple y llanamente”.
“No está acostumbrado a tener que responderle a nadie”, dijo Lemon en una sesión de preguntas y respuestas con Jason Sheeler de People, “especialmente a alguien como yo que no comparte su visión del mundo, que no se parece a él”.
En efecto, Musk se ha radicalizado en el mismo sitio web que se vio obligado a comprar por US$ 44.000 millones, deslizándose más profundamente hacia los rincones más oscuros y desagradables de la plataforma que sólo ha servido para reforzar su propia visión del mundo con una cámara de eco de teóricos de la conspiración y aduladores que alimentan su ego y que regularmente adulan cada uno de sus movimientos, sin importar cuán escandalosos o absurdamente falsos sean.
Todo ello elaborado mediante un algoritmo diseñado para regurgitarlo de vuelta a él. Desafortunadamente para el resto del mundo, Musk está empeñado en arrastrar a todos los demás con él.