(CNN) – La verdad, como suele ocurrir, era menos extraña de lo que muchos habían pensado. Tras semanas de frenéticas conspiraciones sobre por qué Catherine, la princesa de Gales, había estado tanto tiempo fuera de la escena pública, reveló el motivo: le habían diagnosticado cáncer, estaba en las primeras fases del tratamiento y se había tomado tiempo para contárselo a sus hijos pequeños.
Para Kate y su familia, los últimos tres meses han sido una crisis. Pero para otros, pueden haber supuesto una oportunidad.
“Había un torbellino de especulaciones, lo que proporciona un gran lugar si eres un actor extranjero y quieres involucrarte”, dijo a CNN Martin Innes, experto en desinformación de la Universidad de Cardiff en Gales. “Es la situación ideal, realmente”.
Innes y su equipo de investigación vincularon 45 cuentas de redes sociales que publicaban afirmaciones falsas sobre la princesa a una campaña de desinformación afiliada al Kremlin que ya había diseminado conspiraciones sobre la guerra de Rusia en Ucrania y el presidente de Francia, Emmanuel Macron. El motivo de tales campañas, dijo Innes, es “desestabilizar” a los antagonistas occidentales de Rusia y “socavar la confianza” en sus instituciones.
La relación del Reino Unido con Rusia ha sido ambivalente durante mucho tiempo. A pesar de las hostilidades entre Londres y Moscú, los británicos se han alegrado de prestar servicios a los oligarcas de la antigua Unión Soviética y de acoger sus riquezas. Un informe parlamentario británico de 2020 halló “abundantes pruebas de la interferencia rusa” en sus procesos democráticos, afirmando que la influencia rusa se había convertido en “la nueva normalidad”.
Los investigadores de Cardiff han dirigido un gran programa de investigación sobre desinformación desde 2018, pero comenzaron a investigar las conspiraciones de Kate después de ver “patrones inusuales en los datos de tráfico” y “picos que salían de la nada”.
“Las cuentas no estaban haciendo publicaciones originales por sí mismas, sino que estaban respondiendo con comentarios a publicaciones sobre la historia de la princesa de Gales, introduciendo material sobre la guerra de Ucrania, denigrando a Ucrania o celebrando la integridad de las elecciones rusas”, dijo Innes.
El patrón de comportamiento era uno que su equipo reconoció de un grupo de actores rusos que habían estudiado antes.
El grupo es conocido como “Doppelganger”, una operación vinculada al Kremlin que se ha dirigido a públicos de Estados Unidos y Europa, incluida Ucrania. Según Innes, se trata de una empresa comercial contratada para llevar a cabo campañas de desinformación. A finales de 2022, Meta, propietaria de Facebook e Instagram, advirtió que Doppelganger había estado imitando a grandes medios de comunicación y creando artículos falsos.
Meta afirmó haber desarticulado el grupo, pero desde entonces sus campañas de desinformación se han vuelto más sofisticadas. La semana pasada, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos sancionó a dos rusos y a sus empresas, que se creía que formaban parte de Doppelganger, acusándoles de dirigir “una extensa red de más de 60 sitios web” que fomentaban la desinformación en nombre del gobierno ruso.
Algunas conspiraciones pueden crearse desde cero. A principios de este mes, la embajada británica en Moscú se vio obligada a desmentir rumores insensibles sobre el rey Carlos III que habían empezado a circular desaforadamente por Telegram y medios de comunicación rusos.
Pero a menudo el grupo busca fomentar historias que ya causan división. Los rumores sobre Kate fueron un objetivo especialmente fácil para la campaña, según Innes, porque gran parte del público occidental ya tenía una “mentalidad” conspirativa.
Rasmus Kleis Nielsen, director del Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo de la Universidad de Oxford, declaró a CNN que las campañas de desinformación “siempre saltan sobre temas que son atractivos y divisivos, y que se prestan a hacer que la gente cuestione la credibilidad y la fiabilidad de la información que ven”. Pero la eficacia de la campaña, añadió, es otra cuestión: “De todos modos, la mayoría de la gente se encuentra con un montón de tonterías en Internet y suele ser bastante escéptica”.
Cuando el palacio de Kensington anunció en enero que Kate se había sometido a una operación abdominal programada, la reacción inicial en Gran Bretaña fue más de sorpresa que de sospecha. Pero cada semana que pasaba fuera de la escena pública, las especulaciones aumentaban.
El impacto de la foto de Kate
Pero las pesquisas de los aficionados en las redes sociales se convirtieron en conspiraciones cuando el palacio publicó una fotografía de Kate y sus tres hijos el Día de la Madre. La foto, que debería haber puesto fin a los rumores, los alimentó. El público no tardó en detectar varias discrepancias en la imagen, como un puño borroso y una cremallera que no encajaba.
En cuestión de horas, varias agencias de noticias de todo el mundo retiraron la imagen de circulación, alegando problemas de manipulación. A la mañana siguiente, Kate emitió un mea culpa: “Como muchos fotógrafos aficionados, de vez en cuando experimento con la edición”.
Anna George, que investiga la desinformación online en el Oxford Internet Institute, declaró a CNN que “a las campañas rusas de desinformación les gusta sembrar la confusión sobre en quién confiar”, y sugirió que la debacle podría haber servido al Kremlin para acusar a las instituciones británicas de difundir noticias falsas.
El historiador de Yale Timothy Snyder sostiene desde hace tiempo que la forma que tiene el presidente de Rusia, Vladimir Putin, de mantener el poder es a través del “relativismo estratégico”. Al no poder o no querer mejorar su propio país a través de la política interior, se conforma con empeorar la imagen de otros países, reforzando la posición de Rusia mediante el debilitamiento de otros.
El Ministerio de Asuntos Exteriores ruso se sumo a la conversación sobre la foto, diciendo que los medios de comunicación británicos y el sistema político se habían “fusionado” para crear “un ecosistema de mentiras”.
En un mordaz comunicado, el ministerio dijo que la prolongada ausencia de la princesa de la vida pública “puso de manifiesto una vez más la naturaleza podrida del establishment político británico, basada en su deseo de controlar completamente la opinión pública… mediante la manipulación de los medios de comunicación de masas y las noticias falsas”.
En los días posteriores a la foto del Día de la Madre, Kate fue vista con su marido, el príncipe William, en una tienda agrícola en Windsor, cerca de su casa, el 19 de marzo.
Un momento propicio para el Kremlin
Innes dijo que él y sus investigadores vieron una repentina oleada de actividad el mismo día —principalmente en X, antes Twitter— de una manera que dijo era “absolutamente consistente con Doppelganger”. Todas las cuentas identificadas por su equipo tenían nombres similares, se crearon al mismo tiempo, tenían muy pocos seguidores y actuaban de forma coordinada.
“Las 45 cuentas tenían todas esta convención de nomenclatura de un comienzo de letra A o un comienzo de letra B, como ‘Aardvark56’”, dijo, que era “suficiente para poder validar la afirmación de que sabemos quién está detrás de esto”.
El momento de las conspiraciones contra Kate también fue propicio para el Kremlin, ya que se produjeron justo cuando Putin se aseguró un quinto mandato en el poder en unas elecciones organizadas sin oposición creíble. Los bots, según Innes, se sumaron a los mensajes sobre la salud de Kate con comentarios que hablaban de la legitimidad del voto ruso.
Según Innes, el hecho de que una conspiración golpeara el corazón de la clase dirigente británica en un momento beneficioso para Rusia creó una “zona ideal” para los actores vinculados al Kremlin.
“Tácticamente, lo que intentaban era hacer llegar sus mensajes sobre las elecciones rusas y Ucrania a la ecosfera mediática occidental. Pero la razón por la que esta era una historia tan buena para ellos era porque les permitía alcanzar su objetivo estratégico… desestabilizar al Reino Unido y a sus aliados occidentales”.