(CNN) – Esta semana se compartió un nuevo meme en redes sociales de Bogotá, la capital de Colombia, mientras la ciudad se enfrenta a una crisis del agua.
Es una imagen de C. Montgomery Burns, el supervillano de la serie animada “Los Simpson”, que aparece en la puerta con un ramo de rosas rojas y una caja de bombones en forma de corazón. Sonriendo, dice: “Vi que tu turno de racionamiento de agua es diferente al mío”.
El meme refleja un sentido del humor negro entre algunos bogotanos tras el anuncio de las autoridades municipales el lunes de que los residentes tendrían que racionar el agua a medida que la sequía, impulsada por El Niño, lleva a los embalses a mínimos históricos.
El racionamiento entró en vigor este jueves por la mañana. Bogotá y decenas de ciudades de los alrededores se dividieron en nueve zonas diferentes, en cada una de las cuales se cortará el agua corriente durante 24 horas, en una rotación que se restablecerá cada 10 días. Las medidas afectarán a unas nueve millones de personas.
Según las autoridades, existen planes de contingencia para garantizar el suministro continuo a escuelas y hospitales.
Pero, como sugiere el meme de “Los Simpson”, algunos residentes se preguntan si tendrán que empezar a acercarse a sus amigos del otro lado de la ciudad para tener acceso al agua potable.
Las medidas forman parte de los planes de emergencia introducidos por el Gobierno colombiano y el alcalde de la ciudad después de que los embalses alcanzaran niveles “históricamente bajos”.
Los embalses de Chuza y San Rafael, que forman parte del Sistema Chingaza, que suministra el 70% del agua potable de la ciudad, se encuentran en una situación especialmente crítica, según las autoridades locales.
“No desperdiciemos ni una gota de agua en Bogotá en este momento”, dijo el alcalde Carlos Fernando Galán en una conferencia de prensa el lunes, y agregó: “Eso nos ayudará a que estas restricciones se levanten más rápido o se reduzcan”.
Galán pidió “un cambio de comportamiento que sea sostenible en el tiempo y garantice que el agua sea suficiente para todos”, y añadió que algunos de los embalses están a menos del 20% de su capacidad en comparación con los promedios históricos para esta época del año.
No es raro que las ciudades de América Latina se enfrenten a crisis hídricas. Bogotá se une a Ciudad de México, al noroeste, que también podría estar al borde de quedarse sin agua, pues la combinación del cambio climático, El Niño, la geografía y el rápido desarrollo urbano ejercen una inmensa presión sobre sus recursos hídricos.
Pero es la primera vez en la historia reciente que Bogotá se ve obligada a aplicar medidas de racionamiento de agua.
Encaramada en una meseta montañosa, Bogotá es una de las capitales más altas del mundo, a más de 2.600 metros sobre el nivel del mar. Al este, las cumbres de los Andes; al oeste, un exuberante valle por el que serpentea el Magdalena, el mayor río de Colombia y una fuente vital de agua.
La humedad de las selvas tropicales que bordean el Magdalena asciende por los valles montañosos y choca con las temperaturas más frías de la cima, generando lluvia.
Como todo bogotano sabe, la lluvia es bastante habitual en la ciudad, que depende en gran medida de ella para sus necesidades de agua.
“La mayoría de las ciudades del mundo dependen de los acuíferos para abastecerse de agua. Bogotá se diferencia en que casi todo nuestro suministro procede de aguas superficiales como los embalses, que son más susceptibles a los patrones de lluvia”, dijo Armando Sarmiento, profesor de ecología de la Universidad Javeriana de Bogotá.
Es esta dependencia de la lluvia lo que hace a Bogotá particularmente vulnerable a la sequía, dijo Sarmiento a CNN.
Desde el año pasado, la ciudad ha experimentado largos periodos de sequía debido al impacto de El Niño, según las autoridades locales.
El Niño es un patrón climático natural que se origina en el Océano Pacífico, a lo largo del ecuador, y que influye en el clima de todo el planeta. En Colombia, ha provocado un aumento de las temperaturas y una disminución de las lluvias.
En un país tan dividido políticamente como Colombia, la urgencia de hacer frente a El Niño es un punto de consenso poco frecuente. El Gobierno emitió un decreto de desastres naturales en enero para movilizar recursos en un esfuerzo por combatir sus efectos devastadores, incluidos los incendios forestales y la escasez de agua.
Los planes de racionamiento de agua de Bogotá han recibido el apoyo del presidente del país, que históricamente ha mantenido una relación tensa con el alcalde de la ciudad.
La Defensoría del Pueblo de Colombia, autoridad civil encargada de proteger los derechos civiles y humanos, publicó el martes una declaración en la que afirmaba que un suministro de agua fiable a largo plazo es un derecho humano básico, y el Ministerio de Medio Ambiente lanzó en febrero una campaña con el hashtag #ElNinoNoEsUnJuego para advertir a los colombianos de que no subestimaran la crisis.
A medida que el calentamiento global hace más frecuentes y graves fenómenos meteorológicos extremos como las olas de calor y las sequías, los expertos advierten que la presión sobre los sistemas hídricos de las ciudades no hará sino aumentar.
La ministra de Medio Ambiente de Colombia, Susana Muhamad, instó a las autoridades municipales a elaborar planes a largo plazo para hacer frente a la escasez de agua.
“Hemos llegado a un punto en el que no podemos esperar que el agua baje como antes si no respetamos el ciclo natural de abastecimiento de los embalses, si no respetamos el ciclo natural del agua”, declaró a la prensa el lunes. Pidió la creación de un grupo de trabajo para limitar la expansión urbana de Bogotá hacia zonas naturales.
El ecologista Sarmiento dijo a CNN que, aunque es difícil predecir cómo evolucionará el clima en los próximos años, tanto la ciudad como el país en general deben estar mejor preparados para futuras crisis a una escala mucho mayor.
“En momentos como éste, todo el mundo se centra en usos individuales, como limitar la ducha”, dijo. Pero el problema es mucho mayor, añadió, especialmente en Bogotá, que es también una de las zonas industriales más activas de Colombia.
“Tenemos que replantearnos nuestro uso del agua como sociedad”.
Heather Law y Ana Melgar, de CNN, contribuyeron con información.