(CNN)– Si crees todo lo que lees, parece que la Unión Europea quiere prohibir a los conductores que reparen sus coches viejos, o que planea limitar los vuelos que puede tomar la gente implantando “pasaportes de carbono”. Incluso podría imponer “cierres climáticos” al estilo de Covid.
Ninguna de estas cosas es cierta, pero mientras 373 millones de votantes con derecho a voto acuden a las urnas esta semana para elegir un nuevo Parlamento de la UE, un torrente de desinformación inunda el continente.
La UE y varios de sus países miembros han creado agencias de investigación para contrarrestar la desinformación antes de la votación, y se centran directamente en las campañas procedentes de Rusia.
Las acusaciones de desinformación rusa en torno a las elecciones no son nuevas: ya se han producido antes en Estados Unidos, el Reino Unido y la UE, aunque Rusia siempre negó que llevara a cabo tales campañas. Pero las tácticas son cada vez más sofisticadas y saltan de las plataformas en línea a los parlamentos y el discurso público.
La inteligencia artificial y los deepfakes se están convirtiendo rápidamente en las herramientas elegidas por aquellos que buscan difundir falsas narrativas, dijo Morgan Wright, asesor jefe de seguridad de SentinelOne, una empresa estadounidense de ciberseguridad.
SentinelOne, junto con el grupo de investigación independiente EU DisinfoLab, ha trabajado para descubrir una red de influencia basada en Rusia que opera en Europa desde 2022 apodada “Doppelgänger”.
La red pone sitios clonados de destacados medios de comunicación europeos, incluidas publicaciones importantes como The Guardian y Bild en Alemania, como vehículos para difundir contenido engañoso y falso. Se centran en historias falsas para influir en las actitudes sobre temas como las guerras de Ucrania y Gaza. Pero en el último año, la crisis climática ha sido el segundo tema más atacado, según el Observatorio Europeo de Medios Digitales (EDMO por sus siglas en inglés).
Una de esas noticias falsas, publicada en un sitio web que imitaba a Bild, describía cómo un ciclista adolescente murió desangrado después de que se apagaran las luces de la calle para ahorrar electricidad. El artículo falso afirmaba que el gobierno alemán había cortado las luces debido a una crisis energética alimentada por las sanciones impuestas a Rusia por su guerra en Ucrania. Antes de la guerra, Alemania dependía en gran medida del gas ruso. La historia fue desmentida por numerosos medios de comunicación alemanes, pero siguió difundiéndose en Facebook.
Paula Gori, secretaria general de EDMO, afirmó que difundir falsos discursos sobre el clima encaja con los objetivos geopolíticos de Rusia, ya que el lucrativo sector del petróleo y el gas del país se ha visto afectado por sanciones y una prohibición de las importaciones por parte de la UE.
“A los rusos les resulta muy fácil difundir la desinformación de que la UE tiene problemas por las sanciones y que los ciudadanos europeos tienen problemas porque Rusia no les suministra gas”, afirmó.
También ha surgido la falsa versión de que las energías renovables contribuyen poco a la seguridad energética de la UE. Sin embargo, las estadísticas oficiales dicen otra cosa: en 2022, las energías renovables representaron el 23% de la energía consumida en la UE. Algunos países europeos utilizan ya más energías renovables que combustibles fósiles.
EU DisinfoLab encontró otras historias que afirmaban falsamente que las turbinas eólicas causaban contaminación tóxica.
Según Wright, el objetivo también parece ser sembrar la confusión y la división, más que provocar un cambio en la política climática.
“Rusia ha sido muy oportunista. Busca la controversia y el enfrentamiento, y cualquier tema de actualidad que pueda explotar”, afirmó. “El objetivo es que la gente se pelee entre sí. No les importa la política climática”.
Rusia tiene otro interés en socavar los mensajes de la UE sobre el clima. En su afán por reforzar sus relaciones en el Sur Global, sobre todo en África y Asia, donde compite con Occidente por negocios e influencia, intenta presentar las políticas climáticas europeas como una forma de explotar a los países más pobres e impedir que se industrialicen, según Gori.
Esta idea de utilizar la desinformación para aumentar las divisiones existentes está sacada directamente del viejo manual de desinformación de Rusia, según Wright.
“Si nos remontamos a 1917, a la creación de la Cheka, la primera organización de inteligencia rusa, veremos que han sido los maestros de la desinformación durante más de 100 años”, afirmó. “Llevan décadas utilizando las mismas tácticas, lo que cambia son las herramientas: ahora son la inteligencia artificial y las redes sociales”.
¿Obligados a comer insectos?
Las campañas que comienzan en internet se están filtrando a los parlamentos europeos, donde los políticos populistas venden algunas de las mismas falsas narrativas.
Políticos de Francia e Italia han difundido la falsa noticia de que las políticas climáticas para reducir la contaminación de la agricultura obligarán a los ciudadanos de la UE a comer insectos, mientras que a los ciudadanos de Croacia, Alemania y Polonia se les dijo que los políticos de Inglaterra estaban imponiendo “restricciones climáticas” a sus ciudadanos y que restricciones similares podrían llegar a sus países.
Las campañas están teniendo consecuencias en la vida real, sobre todo para la legislación de la UE sobre el “Pacto Verde”, la visión global del bloque para la acción climática.
La UE está considerada líder mundial en la lucha contra la contaminación que calienta el planeta, pero la desinformación climática podría socavar el ambicioso objetivo del bloque de reducir las emisiones de carbono en un 90% para 2040, en comparación con los niveles de 1990.
Ese objetivo global ya está amenazado. La “ola verde” que llevó al poder a muchos políticos centrados en el clima en las elecciones europeas de 2019 parece haber llegado a su fin, y se prevé que los partidos verdes sufran fuertes pérdidas este mes, lo que significaría menos voces climáticas progresistas en el parlamento.
Otras historias falsas se han centrado en las políticas agrícolas de la UE, sobre todo a través de las protestas de los agricultores que se extendieron por varios Estados de la UE, como Francia, Alemania, España y Polonia este año.
Gori afirmó que los investigadores de EDMO encontraron pruebas claras de intentos de secuestrar las protestas, que empezaron como iniciativas de base por auténticas preocupaciones de los agricultores. Se refirió a una noticia falsa, ampliamente difundida, que afirmaba que los agricultores de Francia y España serían “expulsados de sus tierras” para dejar sitio a las plantas solares.
Los agricultores salieron a la calle por muchas razones, pero algunas de las repercusiones negativas percibidas de las propuestas de agricultura ecológica llevaron a la UE a abandonar o diluir varias de las políticas.
La UE desechó un plan para reducir a la mitad el uso de plaguicidas de aquí a 2030 y retrasó nuevas normas sobre la salud del suelo y la biodiversidad. También abandonó la exigencia de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en la agricultura.
“Las protestas eran legítimas, por supuesto… pero fueron utilizadas y explotadas por Rusia para compartir desinformación que ataca a las instituciones de la UE y provoca polarización”, dijo Gori.
Pallavi Sethi, investigadora sobre políticas de desinformación sobre el cambio climático en el instituto de investigación Grantham de la Escuela de economía de Londres, dijo que el clima es solo el último de una serie de temas que algunos políticos de extrema derecha han atacado para avivar la división. Antes del clima, fue la migración.
La ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), por ejemplo, ha convertido en arma el debate en torno a las bombas de calor. Cuando el gobierno de coalición en el poder propuso eliminar gradualmente los sistemas de calefacción doméstica que funcionan con gas metano, la AfD los tachó de “ecodictadura” e hizo de este asunto un elemento clave de su campaña, a pesar de las pruebas científicas que demostraban los beneficios climáticos de electrificar la calefacción.
“La ideología política del populismo de derechas a menudo hace hincapié en los derechos de los ciudadanos de a pie y demoniza a la “élite corrupta”: los gobiernos que quieren hacer algo contra el cambio climático, que están formando estas políticas climáticas, y la comunidad científica que está aportando pruebas”, dijo.
La respuesta de la UE al problema ha sido su Ley de Servicios Digitales, que se centra específicamente en los contenidos ilegales, la publicidad engañosa y la desinformación. La nueva legislación se ha utilizado para obligar a las grandes empresas de redes sociales a limpiar sus plataformas. Más recientemente, la Comisión Europea -parte del gobierno ejecutivo de la UE- abrió procedimientos formales contra Facebook e Instagram por desinformación en las elecciones europeas.
Y el mes pasado, la UE impuso sanciones a Voice of Europe, con sede en Praga, un medio de comunicación en línea al que acusó de dirigir una operación de influencia prorrusa. No fue posible contactar con Voice of Europe, ya que su página de contacto muestra un mensaje de error.
Pero estos esfuerzos solo pueden llegar hasta cierto punto para abordar lo que se ha convertido en un enorme problema. Climate Action Against Disinformation, una coalición internacional de grupos, afirma que la respuesta de las empresas de redes sociales y los gobiernos ha sido lamentablemente inadecuada.
En febrero, CNN informó de una grabación de audio falsa generada por inteligencia artificial en la que un importante candidato eslovaco “admitía” que amañaría las elecciones parlamentarias, y que se publicó en Facebook pocos días antes de una votación clave el pasado otoño.
Un portavoz de Meta, la empresa matriz de Facebook, dijo en un comunicado en ese momento: “Nuestra red independiente de verificación de hechos revisa y califica la desinformación —incluido el contenido generado por inteligencia artificial— y la etiquetamos y la bajamos de rango en el feed para que menos gente la vea”.
En el comunicado se afirma que los contenidos que infringen las políticas de la empresa se eliminan, pero no se explica por qué algunas publicaciones que contenían el deepfake eslovaco no se marcaron como falsas.
Facebook lleva varios años eliminando los contenidos que infringen sus políticas, pero no los elimina automáticamente solo porque hayan sido manipulados o generados por IA. Su objetivo es etiquetar los contenidos alterados como tales.
En el pasado, su política de normas comunitarias se centraba únicamente en el vídeo, pero en abril se amplió para incluir el audio.
En Eslovaquia, sin embargo, es posible que el daño ya esté hecho. El candidato atacado —un político prooccidental—fue derrotado por otro con estrechos vínculos con Moscú.
“Había un fallo en la forma en que Meta (Facebook) analizaba las cosas. Solo lo retiraban si se trataba de un vídeo manipulado”, explica Wright. “No tenían ninguna política para retirar el audio manipulado. Era un fallo y lo aprovecharon”.
En el comunicado se afirma que los contenidos que infringen las políticas de la empresa se eliminan, pero no se explica por qué algunas publicaciones que contenían el deepfake eslovaco no se marcaron como falsas.