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Crecen los trastornos de salud mental en adolescentes: ¿Qué los causa y cómo prevenirlos?
05:46 - Fuente: CNN

(CNN) – Cuando el Dr. Vivek Murthy, director de Sanidad de EE.UU., abogó la semana pasada por una advertencia similar a la del tabaco en las redes sociales, calificó la crisis de salud mental de los jóvenes de emergencia que exige actuar sin esperar a tener “información perfecta”.

Incluso entre los expertos sigue habiendo dudas sobre el papel exacto que desempeñan las redes sociales en la salud mental de niños y adolescentes. Los autores de una nueva y exhaustiva revisión de la investigación sobre las redes sociales y la salud mental afirman que aún falta información clave para saber si los programas y las intervenciones de prevención funcionarán.

En el estudio, publicado el lunes en la revista médica JAMA Pediatrics, los investigadores revisaron casi 150 estudios sobre la relación entre las redes sociales y la salud mental de los adolescentes. Encontraron un vínculo general entre la ansiedad y la depresión en los adolescentes y el tiempo que pasaban en las redes sociales, así como un vínculo entre los tipos de actividades y contenidos con los que interactuaban. Sin embargo, el nivel de impacto variaba lo suficiente como para sugerir que los hallazgos no deberían generalizarse al conjunto de la población.

Los investigadores descubrieron que muy pocos estudios evaluaban la relación entre el uso de las redes sociales y los adolescentes que experimentaban síntomas de salud mental a nivel clínico, cuando buscan servicios sanitarios o tienen un diagnóstico activo, por ejemplo, lo que dificulta aún más el análisis de las conclusiones.

Existe un “riesgo real de que estemos generalizando incorrectamente los resultados de la población general a los jóvenes con problemas de salud mental”, escriben los autores del estudio, procedentes de la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido y la Universidad de Stellenbosch, en Sudáfrica.

“En un mundo cada vez más saturado de tecnología digital, no podemos permitirnos diseñar programas de prevención, intervenciones y normativas sin saber si funcionan para todos, especialmente para los más vulnerables”.

Otro análisis de la investigación existente, publicado por las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina en diciembre, también puso de relieve las preguntas clave que quedan por responder.

“No hay pruebas suficientes para afirmar que las redes sociales provoquen cambios en la salud de los adolescentes a nivel poblacional”, según un comunicado de prensa de la organización independiente sobre el informe. Y “a pesar de muchos años de investigación, las pruebas que aclaran con precisión cómo influyen las redes sociales en la salud son limitadas”.

Aunque los datos científicos sugieren que existe un vínculo entre las redes sociales y la salud mental, a menudo falta claridad sobre si las redes sociales influyen en la salud mental de una persona o si la salud mental de una persona influye en su uso de las redes sociales, afirmó el Dr. Sandro Galea, presidente de una comisión ad hoc de las Academias Nacionales que elaboró el análisis de la investigación y decano de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Boston.

Las investigaciones futuras deberían centrarse en el seguimiento de las tendencias a lo largo del tiempo, haciendo un seguimiento de la salud mental de los mismos niños antes y después de su exposición a las redes sociales para ver qué efectos tiene, y profundizar en medidas más específicas que capten cómo se utilizan las redes sociales, afirmó.

Para Murthy, la urgencia de la crisis de salud mental juvenil es dominante, y hay pruebas suficientes para actuar ya. En un artículo de opinión publicado en The New York Times, Murthy abogó por una etiqueta de advertencia que “recuerde periódicamente a padres y adolescentes que no se ha demostrado que las redes sociales sean seguras”, entre otras intervenciones.

Murthy citó dos informes clave en apoyo de una etiqueta de advertencia: un estudio de 2019 que encontró que los adolescentes que pasaban más tiempo en las redes sociales enfrentaban un mayor riesgo de ansiedad y depresión y una encuesta de 2022 en la que casi la mitad de los adolescentes dijeron que las redes sociales los hacen sentir peor sobre sus cuerpos.

“Una de las lecciones más importantes que aprendí en la facultad de Medicina fue que no puedes permitirte el lujo de esperar a tener la información perfecta en una emergencia. Uno evalúa los hechos disponibles, utiliza su mejor juicio y actúa con rapidez”, escribió Murthy en su ensayo. “La crisis de salud mental entre los jóvenes es una emergencia y las redes sociales han surgido como un importante contribuyente”.

La sanidad pública carece a menudo de datos “perfectos”

Muchos expertos coinciden en que el director de Sanidad está iniciando una conversación importante y que la necesidad de más información no debe llevar a la pasividad, pero una etiqueta de advertencia en las redes sociales requerirá matices en el lenguaje y la aplicación. También requerirá que el Congreso actúe para hacerla realidad.

“El director de Sanidad está identificando algo que considera un reto para la salud del público y pensando en formas de actuar para mitigar el reto. Desde esta perspectiva, creo que está haciendo exactamente lo que debe hacer un director de Sanidad”, afirmó Galea. “La acción de salud pública, no pocas veces, tiene que producirse en ausencia de datos completos o perfectos”.

La comisión de las Academias Nacionales recomendó específicamente que no se prohibieran las redes sociales. A pesar de los daños potenciales, como las comparaciones sociales malsanas y la distracción de otros comportamientos saludables importantes como dormir, hacer ejercicio y estudiar, las redes sociales también pueden beneficiar a los jóvenes al ayudar a fomentar la conexión con amigos y familiares y con comunidades de apoyo en línea.

Pero hay una distinción importante entre beneficios y seguridad, dijo Murthy el viernes en The Daily, un podcast de The New York Times.

“Es importante considerar la pregunta de la investigación en sentido amplio. Lo que tratamos de entender ante todo es la respuesta a la pregunta que nos hacen los padres: ‘¿Son seguras las redes sociales para mis hijos? Y si preguntamos a los investigadores: “¿Qué nos dicen los datos sobre la seguridad? ¿Dónde están los datos que nos dicen que estas plataformas son seguras? Esos datos no existen. Así que no hay pruebas de seguridad. Cada vez hay más pruebas de daños”, afirmó. “Hay ciertos beneficios, pero obtener algunos beneficios no justifica obligar a los niños a soportar un daño significativo”.

Aun así, las redes sociales no son lo mismo que los cigarrillos. Fumar tiene un vínculo mucho más fuerte y directo con los efectos negativos para la salud, y dejar de fumar no es el objetivo final con las redes sociales.

En cambio, una etiqueta de advertencia sobre las redes sociales debería parecerse más a las de las bicicletas y los vehículos de motor, afirma Pamela Wisniewski, profesora asociada de Interacción Persona-Ordenador en la Universidad de Vanderbilt, cuya investigación se ha centrado en la relación entre las redes sociales, la privacidad y la seguridad en línea de los adolescentes.

“La clave está en centrarse en soluciones que capaciten a los jóvenes y les ofrezcan opciones y oportunidades para maximizar los beneficios del uso de las redes sociales minimizando los riesgos, en lugar de adoptar enfoques restrictivos y basados en la vigilancia, fuertemente arraigados en el miedo”, afirmó. El objetivo debe ser garantizar un uso adecuado, no centrarse únicamente en los riesgos y daños.

Existe la expectativa de que los productos con los que interactúan los menores de edad se sometan a pruebas de seguridad, y una etiqueta de advertencia en las redes sociales podría transmitir un mensaje claro de que hay “muchas lagunas de seguridad”, afirmó la Dra. Jenny Radesky, codirectora médica del Centro de Excelencia sobre Redes Sociales y Salud Mental Juvenil de la Academia Estadounidense de Pediatría.

“Esperamos que los preparados para lactantes se analicen para detectar bacterias, que los juguetes se analicen para detectar pintura con plomo y que haya normas de seguridad para todo, desde las cunas hasta los coches. Estas barreras de seguridad que dan prioridad al bienestar de los niños en los productos digitales no existen en Estados Unidos”, afirma.

Aun así, las etiquetas de advertencia son breves, y los matices pueden perderse en el “ruido del internet”, dijo Radesky. “Las conversaciones familiares para apoyar un uso saludable de las redes llevan mucho tiempo y deben repetirse una y otra vez”.

Para el director de Sanidad de Estados Unidos, una etiqueta de advertencia forma parte de una estrategia holística para reducir los riesgos que las redes sociales suponen para los jóvenes estadounidenses. La prioridad siguen siendo los cambios sistemáticos de diseño por parte de las plataformas y una legislación que respalde esos cambios.

“Para ser claros, una etiqueta de advertencia no haría, por sí sola, que las redes sociales fueran seguras para los jóvenes”, escribió. “Estos daños no son un fracaso de la fuerza de voluntad y la crianza de los hijos; son la consecuencia de desatar una tecnología poderosa sin medidas de seguridad adecuadas, transparencia o responsabilidad”.