(CNN) – Cuando el 46º presidente de Estados Unidos subió al escenario del debate hace una semana, se hizo evidente, incluso desde su primera respuesta, que no tendría el desempeño que esperaba.
Para mí, como especialista del cerebro, fue preocupante ver al presidente Joe Biden, y pronto me quedó claro que no era el único que reaccionaba así. A lo largo de la semana pasada, recibí más de una decena de llamadas, mensajes de texto y correos electrónicos de colegas médicos que, como yo, están especializados en el cerebro. No es que lo que notamos fuera necesariamente nuevo, sino que era especialmente pronunciado, y desde el principio del debate.
Desde el punto de vista neurológico, nos preocupaban sus confusiones, la pérdida repentina de concentración en mitad de una frase, el habla entrecortada y la ausencia de animación facial, que a veces se traducía en una expresión plana y con la boca abierta. Para que quede claro, se trata solo de observaciones, no de diagnósticos de algo más profundo, y ninguno de estos médicos quiso sugerir que ese fuera el caso.
Sin embargo, los médicos que se pusieron en contacto conmigo coincidieron en que había que animar al presidente a someterse a pruebas detalladas de trastornos cognitivos y del movimiento, y que los resultados debían hacerse públicos.
En los últimos cinco años, he informado ampliamente sobre los avances en el mundo del tratamiento y la reducción del riesgo de demencia, incluida la enfermedad de Alzheimer, la demencia con cuerpos de Lewy y la demencia vascular. Para el documental “The Last Alzheimer’s Patient”, incluso me sometí a pruebas cognitivas exhaustivas para demostrar lo que suponía y determinar si tenía problemas de funcionamiento ejecutivo, juicio o lapsus de memoria, así como a análisis de sangre para determinar cosas como el nivel de proteínas anormales que pueden estar presentes en mi cerebro y mis niveles de B12. Se comprobaron mi sentido del olfato y mis factores genéticos de riesgo. Este tipo de pruebas no son necesarias para la mayoría de la gente, pero todos los neurocirujanos con los que hablé recomendaron ese nivel de examen para Biden.
El último informe oficial de febrero fue un resumen de salud que concluía que el presidente era “apto para el servicio”. La Casa Blanca dijo que un equipo de 20 médicos, incluido un neurólogo, participó en la realización de su examen físico. Un examen neurológico “extremadamente detallado” no encontró nada consistente con trastornos neurológicos, decía el resumen. Tampoco se hallaron indicios de la enfermedad de Parkinson que pudieran explicar su rigidez al andar y la disminución de la expresión de su rostro. Aunque la enfermedad de Parkinson es la causa más común de parkinsonismo —un conjunto de síntomas de movimiento como rigidez y temblor— también hay otras causas, y no estaba claro en el informe médico que se hubieran investigado. Sí se encontraron indicios de neuropatía y artritis en los pies, que pueden causar entumecimiento, debilidad y dolor. No se mencionó ningún tipo de prueba cognitiva.
Biden fue examinado por su médico después del debate para comprobar si estaba resfriado, dijo la Casa Blanca, pero fue un “breve control” y no un examen físico. Cuando esta semana se le preguntó a la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, si Biden debería recibir y hacer públicos los resultados de algún tipo de prueba cognitiva, respondió que su equipo médico ha dicho que “no es necesario”.
Es cierto que la trayectoria del envejecimiento varía de una persona a otra. Biden tiene 81 años, y el expresidente Donald Trump, 78. Ambos han vivido ya más que la media de vida masculina estadounidense, de 74,8 años. Esto no es necesariamente sorprendente, ya que ambos hombres tienen acceso a una atención sanitaria de alta calidad y no beben ni fuman. El equipo médico de Biden ha revelado previamente que se sometió a dos operaciones cerebrales distintas por aneurismas, incluido uno que ocurrió en el lado izquierdo de su cerebro, en 1988, y hay algunas pruebas de que este tipo de hemorragia puede aumentar el riesgo de problemas cognitivos tardíos más adelante en la vida. El padre de Trump murió de alzhéimer a los 93 años. Ninguno de los dos tiene otros factores de riesgo conocidos de deterioro cognitivo.
Trump muestra a veces algunos de estos mismos signos que Biden, como vociferar sin sentido o confundir nombres y acontecimientos actuales. Dijo que se había sometido a la Evaluación Cognitiva de Montreal, conocida como MoCA, en el pasado. Según su equipo médico, recibió una puntuación perfecta cuando se sometió a la prueba en 2018. Trump dijo que se sometió a una segunda prueba cognitiva para su último examen físico a finales de 2023 y que “la aprobó”. En una nota a finales del año pasado, el Dr. Bruce Aronwald escribió que los exámenes cognitivos de Trump “fueron excepcionales”. Trump no ha publicado su historial médico real, y los memorandos sobre su salud que se publicaron anteriormente han utilizado a veces un lenguaje hiperbólico, inusual para la documentación médica.
El MoCA no está en el mismo nivel de pruebas cognitivas que los expertos médicos con los que hablé querrían que se hiciera Biden, pero podría servir como herramienta de detección inicial del deterioro cognitivo. En el caso de Trump, podría considerarse una prueba de detección o punto de referencia para comprender cómo podría estar cambiando su cognición. No está claro que Biden se haya sometido nunca a un examen de referencia de este tipo para comparar.
Para ser claros, hay aspectos del envejecimiento que pueden ser beneficiosos para el trabajo de la presidencia. Las personas mayores pueden “tener algo llamado inteligencia cristalizada, que es la sabiduría acumulada asociada al paso del tiempo”, según Jay Olshansky, profesor de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Illinois-Chicago. Se trata de nuestros conocimientos, que proceden del aprendizaje y las experiencias.
Por otra parte, hay aspectos de la cognición que disminuyen con la edad, sobre todo las capacidades fluidas, como la velocidad de procesamiento, la capacidad de atención y la memoria. Esto es normal y esperable, y no tiene por qué afectar a la capacidad de una persona para hacer su trabajo. Pero para una minoría de nosotros, ese declive es más pronunciado y puede conducir a la demencia. Piensa en esto como la diferencia entre olvidar dónde se han puesto las llaves y no entender para qué sirven las llaves.
Aun así, determinar el diagnóstico de demencia no es tan sencillo como muchos creen, y hay muchas otras cosas que podrían explicar las observaciones clínicas que he descrito antes. Una mala noche de sueño o un nivel bajo de azúcar en sangre pueden influir. Una enfermedad vírica o los medicamentos utilizados para tratar esos síntomas pueden provocar una niebla cerebral temporal.
Biden y su equipo han dicho que fue una “mala noche”. El área de prensa de la Casa Blanca dijo que Biden estaba resfriado pero que no tomó ningún medicamento para tratar los síntomas. Después del debate, Jean-Pierre añadió que tenía un desajuste horario tras un viaje al extranjero y que trabajó hasta tarde cumpliendo con sus obligaciones presidenciales, además de prepararse para el debate. Según tres fuentes informadas de estos comentarios, Biden comunicó el miércoles a los gobernadores demócratas durante una reunión en la Casa Blanca que dejará de programar actos después de las 08:00 p.m. para poder dormir más. El debate comenzó a las 09:00 p.m., hora de Miami.
“Es una pregunta legítima” si la actuación de Biden en el debate fue un “episodio” o una “condición”, dijo la expresidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, durante una entrevista en MSNBC el martes.
Precisamente por eso son importantes las pruebas detalladas. Puede ayudar a determinar si hay una explicación más sencilla para los síntomas mostrados o si hay algo más preocupante. Como médico, me gustaría conocer la posibilidad de una demencia subyacente porque, en los últimos años, hemos aprendido que existen tratamientos médicos y cambios en el estilo de vida que pueden retrasar y, en algunos casos, incluso revertir los síntomas de la enfermedad. El diagnóstico precoz y el tratamiento son mejores que nunca.
Con unas elecciones a la vista en noviembre, no tenemos respuestas sobre Biden.
La Casa Blanca ha rechazado las peticiones de la prensa para hacer públicos más historiales médicos e interrogar al médico de Biden, el doctor Kevin O’Connor. El secretario de prensa de Biden dijo que O’Connor vio el debate y no tuvo ninguna preocupación después.
Los cargos electos, como cualquier otra persona, tienen derecho a un cierto nivel de privacidad, y según las leyes federales de asistencia sanitaria, nadie puede obtener información médica personal de una persona a menos que esté autorizado, ni siquiera el presidente. Tampoco existe ninguna obligación de que el presidente o los candidatos revelen esa información. La mayoría no lo hace. De hecho, en los 23 años que llevo informando sobre estos temas, solo el senador John McCain —uno de los candidatos presidenciales más antiguos de la historia de Estados Unidos— compartió todos sus historiales conmigo y con el público estadounidense.