(CNN) – Según los expertos, una persona que menstrúa en promedio pasará alrededor de cinco años de su vida reproductiva total usando aproximadamente 11.000 tampones, toallas sanitarias, protectores diarios y otros productos menstruales.
¿Qué pasa si algunos de esos productos para la menstruación contienen metales pesados o sustancias químicas potencialmente tóxicas vinculadas a enfermedades crónicas y problemas reproductivos y de desarrollo?
Investigaciones anteriores descubrieron que los tampones y otros productos menstruales pueden contener sustancias químicas como sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas, o PFAS; plastificantes, también conocidos como ftalatos; y compuestos orgánicos volátiles, o COV, emitidos en forma de gas o fragancias por muchos productos de consumo.
Se demostró que todos estos grupos químicos alteran el sistema endocrino del cuerpo, que regula el desarrollo sexual, el metabolismo, el azúcar en sangre, el estado de ánimo, el sueño y más factores.
Recientemente, un estudio piloto encontró arsénico y plomo en tampones tanto orgánicos como no orgánicos, y aunque los niveles eran pequeños, no existe un nivel seguro de exposición al plomo, según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos.
Sin embargo, ese estudio no pudo determinar si los metales pesados podrían filtrarse de los tampones al cuerpo, lo que hace que cualquier impacto potencial en la salud sea desconocido, dijo la autora principal del estudio, Kathrin Schilling, profesora adjunta de ciencias de la salud ambiental en la Escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York.
“No quiero que la gente entre en pánico, pero que sea consciente de que se encontraron metales pesados en estos productos menstruales”, dijo Schilling. “Obviamente, el siguiente paso es realizar una investigación que demuestre si los metales se filtran del tampón al cuerpo”.
El estudio tampoco pudo determinar si cualquier metal, incluso si se libera en el cuerpo, puede ser absorbido por el revestimiento vaginal y posteriormente por el torrente sanguíneo, dijo Amanda Hils, portavoz de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos, que regula los tampones y otros productos menstruales como dispositivos médicos.
“Planeamos evaluar el estudio de cerca y tomar todas las medidas necesarias para salvaguardar la salud de los consumidores que usan estos productos”, dijo Hils en un correo electrónico.
El tejido vaginal es más permeable que otras partes del cuerpo, por lo que si los estudios descubrieran que los metales pesados (o sustancias químicas preocupantes) se filtran de los productos menstruales al organismo, podría ser un problema importante, dijo Anna Pollack, profesora adjunta de salud global y comunitaria en la Universidad George Mason en Fairfax, Virginia. Ella no participó en el estudio piloto.
“Lo que más me preocupa son los productos menstruales que se usan dentro del cuerpo”, dijo Pollack, coautora de un análisis de 10 años de estudios sobre contaminantes en tampones, toallas sanitarias, copas menstruales y otros productos.
“Sin embargo, no hay motivos para que la gente tenga miedo de usar productos menstruales en este momento”, añadió. “Yo simplemente estaría al tanto del tema y seguiría de cerca cualquier investigación que se desarrolle”.
Metales pesados en los tampones
Schilling y su equipo probaron 30 tampones de 14 marcas adquiridos en importantes tiendas y minoristas online de Estados Unidos, Reino Unido y Grecia. Los investigadores realizaron un estudio ciego, por lo que no conocían las marcas.
El equipo realizó pruebas para 16 metales pesados: arsénico, bario, calcio, cadmio, cobalto, cromo, cobre, hierro, manganeso, mercurio, níquel, plomo, selenio, estroncio, vanadio y zinc.
“Encontramos un promedio de 100 nanogramos por gramo de plomo y 2 nanogramos por gramo de arsénico en los tampones”, dijo Schilling, “pero no había ningún nivel detectable de cromo ni de mercurio, lo cual es muy bueno”.
Los tampones orgánicos contenían niveles más altos de arsénico, mientras que los tampones no orgánicos tenían niveles más altos de plomo, encontró el estudio.
“La concentración promedio de plomo en los tampones era aproximadamente 10 veces mayor que los niveles máximos actualmente permitidos en el agua potable”, dijo Schilling, y agregó que los niveles de arsénico eran cinco veces más bajos que los límites actuales para el agua potable.
“Es importante señalar que el arsénico no debería estar presente en absoluto en los tampones y aún no comprendemos los efectos de la exposición vaginal, ya que no se ha estudiado”, afirmó. “No existe un nivel seguro de exposición al plomo y se demostró que causa problemas en la salud reproductiva en las mujeres”.
¿Cómo llegaron en primer lugar niveles detectables de estos metales pesados a los tampones?
En primer lugar, la mayoría de los tampones están hechos de algodón o de una mezcla de algodón y rayón, una fibra semisintética hecha a partir de pulpa de madera. El arsénico es un elemento natural que se encuentra en el suelo, el agua y el aire, mientras que el plomo y otros metales pesados son una parte natural de la corteza terrestre, por lo que las plantas pueden absorber fácilmente los metales a medida que se desarrollan.
Sustancias químicas adicionales en los productos menstruales
El suelo y el agua de Estados Unidos y otras partes del mundo también están muy contaminados con metales y productos químicos utilizados para producir productos plásticos, dicen los expertos.
Los metales pesados pueden ser productos derivados de plantas de fabricación, instalaciones mineras y procesos de fundición, mientras que los PFAS y otros productos químicos ingresan al aire, al suelo y al agua subterránea desde desechos humanos, productos de consumo desechados en vertederos y subproductos de plantas de fabricación de fluoroquímicos.
Casi la mitad del agua potable de EE.UU. está contaminada con alguno de los 12.000 tipos de PFAS, según un estudio de agosto de 2023 del Servicio Geológico de Estados Unidos.
Según la revisión de Pollack, se descubrieron sustancias químicas llamadas ftalatos en compresas, protectores diarios y tampones. Los ftalatos se encuentran en productos de consumo como champú, maquillaje, perfumes y juguetes infantiles, y se relacionaron con problemas reproductivos, como malformaciones genitales y testículos no descendidos en bebés varones y niveles de espermatozoides y de testosterona más bajos en varones adultos. Tanto los ftalatos como los PFAS también se vincularon con el aumento de la menarquia temprana en adolescentes y preadolescentes.
En 2022, los grupos de defensa Mamavation y Environmental Health News, en colaboración con el Instituto de Ciencias Verdes de la Universidad Carnegie Mellon en Pittsburgh, analizaron los niveles de PFAS en los productos menstruales. La investigación descubrió que el 48% de las toallas sanitarias, las compresas y los protectores diarios analizados contenían PFAS, al igual que el 22% de los tampones y el 65% de la ropa interior para el período.
Los fabricantes utilizan PFAS, a menudo denominados “químicos permanentes” porque no se descomponen fácilmente en el medio ambiente, en los envases de alimentos para evitar que la grasa y el agua filtren los envoltorios de los alimentos y los vasos de las bebidas. Los productos químicos también se utilizan para hacer que las alfombras, la ropa y los muebles sean resistentes a las manchas y a los daños causados por el agua y la grasa.
Un estudio de febrero de 2023 descubrió que los PFAS pueden alterar las vías hormonales y metabólicas necesarias para el crecimiento y el desarrollo en niños pequeños, adolescentes y adultos jóvenes. Las sustancias químicas PFAS también se relacionaron con un mayor riesgo de cáncer de riñón en adultos, niveles anormalmente altos de colesterol y una menor respuesta de anticuerpos a las vacunas tanto en adultos como en niños.
Sin embargo, la mera presencia de una sustancia química no es una indicación de riesgo o efecto adverso, según el Consejo Americano de Química, una asociación industrial.
“Como indican los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, ‘la medición de una sustancia química ambiental en la sangre o la orina de una persona es una medida de exposición; no significa por sí misma que la sustancia química cause una enfermedad o un efecto adverso’”, le dijo a CNN un portavoz del consejo.
Cómo protegerse
Los fabricantes de tampones y la Administración de Alimentos y Medicamentos de los EE.UU. (FDA, por sus siglas en inglés) recomiendan que estos no se utilicen durante la noche o durante más de ocho horas debido a un mayor riesgo de síndrome de shock tóxico, una infección bacteriana mortal que puede causar insuficiencia orgánica y podría ser mortal si no se trata.
Ese consejo también se aplica a cualquier persona preocupada por los metales pesados o los químicos en sus productos menstruales, dijo Nancy King Reame, profesora emérita de promoción de la salud y reducción de riesgos en la Escuela de Enfermería del Centro Médico de la Universidad de Columbia.
“Pero debido a que el microbioma vaginal, incluido el fluido menstrual, es el sistema orgánico menos comprendido del cuerpo, los consejos del mundo real sobre el uso de productos para el período basados en estos hallazgos son, como mínimo, prematuros”, dijo Reame, quien colaboró en el estudio de los tampones.
Otras recomendaciones incluyen lavarse las manos antes y después de insertar o quitar un tampón para reducir la propagación de bacterias, cambiar los tampones cada cuatro a ocho horas y utilizar el tampón de menor absorción posible.
“Si puedes usar un tampón hasta ocho horas sin cambiarlo, la capacidad de absorción puede ser demasiado alta”, señaló la FDA en su sitio web.
Los signos de shock tóxico, que incluyen fiebre alta repentina, diarrea, mareos, vómitos o un sarpullido que parece una quemadura solar, requieren atención médica inmediata.
Además, “si tienes molestias, dolor u otros síntomas inesperados como secreción inusual al intentar insertar o usar un tampón, o si tienes una reacción alérgica, deja de usar tampones y comunícate con tu proveedor”, dijo la FDA.