(CNN) – Miles de simpatizantes coreaban “lucha, lucha, lucha” y agitaban los puños este jueves por la noche mientras Donald Trump se regodeaba en el amor del nuevo Partido Republicano que él construyó y que lo aclama como un superhéroe tocado por Dios.
A estados de distancia, Joe Biden se sentaba aislado y enfermo en su casa de la playa de Delaware mientras el partido que llevó a la victoria hace apenas cuatro años se volvía contra el presidente de 81 años y crecía la posibilidad de que se abriera un humillante capítulo final en una vida política llena de historias.
Trump y Biden han estado enfrascados en un amargo enfrentamiento político desde que Biden prometió iniciar una batalla por el alma de la nación cuando los supremacistas blancos marcharon por Charlottesville, Virginia, hace siete años.
Sus destinos divergieron bruscamente este jueves. Trump aceptó la candidatura de un partido unido y convencido de que va camino de la victoria en noviembre, mientras que los demócratas se dividieron, con algunos temiendo que su presidente pudiera llevarles a una derrota aplastante después de que una actuación cataclísmica en el debate hiciera que su campaña de reelección cayera en picado hace tres semanas.
Trump habló en la última noche de la Convención Nacional Republicana al final de una semana que podría no haber vivido para ver después de escapar por poco de un intento de magnicidio, el segundo giro sorprendente en tres semanas en una campaña electoral repentinamente transformada.
“Hace apenas unos días, mi viaje con ustedes estuvo a punto de terminar, lo sabemos”, dijo Trump. “Y sin embargo, aquí estamos esta noche, todos reunidos, hablando de la promesa futura y de una renovación total de una cosa que amamos mucho, se llama América”, declaró.
“Vivimos en un mundo de milagros”, dijo.
Mientras el expresidente relataba con nostalgia el horrible momento en que fue atacado en un parque de Pensilvania el sábado, hizo gala de una vulnerabilidad y una reflexión poco frecuentes. “Se supone que no debería estar aquí esta noche”, dijo Trump a la multitud, que rompió en un espontáneo cántico de “¡sí lo estás, sí lo estás!”.
Los ojos de la gente en lo alto de las gradas del estadio de los Milwaukee Bucks brillaron con lágrimas cuando Trump describió cómo oyó un “fuerte zumbido” y sintió que algo le golpeaba “muy, muy fuerte en (su) oreja derecha”. Sobrevivió, dijo, porque tenía a “Dios de (su) lado”.
Los asesores de Trump prometieron más de la cuenta
Durante toda la semana, los republicanos han esculpido la narrativa de un predestinado hombre de hierro que sacaría a Estados Unidos de la inmundicia, igual que él se levantó ensangrentado de su roce con la muerte y levantó un puño de desafío.
Pero los asesores de Trump prometieron que su candidato también había cambiado tras el tiroteo que le hirió en la oreja derecha, y que respondería a su nueva vida con un mensaje de reconciliación y unidad nacional. Y al principio de su discurso, Trump recurrió a una visión de renovación nacional. “La discordia y la división en nuestra sociedad deben ser curadas. Como estadounidenses, estamos unidos por una misma suerte y un destino compartido. Nos levantamos juntos. O nos desmoronamos”.
Pero el nuevo Trump duró apenas unos minutos antes de que volviera la vieja versión. Pronto, el expresidente despotricó sobre la justicia armada, afirmó falsamente que naciones extranjeras estaban enviando a personas de sus manicomios por la frontera de Estados Unidos y acusó a los demócratas de hacer trampas en las elecciones.
A continuación, el expresidente trató de recrear la atmósfera distópica de su abrasador discurso de la convención de 2016, aunque la comparación con la intensa noche de Cleveland de hace ocho años sirvió para subrayar que Trump es ocho años mayor y ya no es la feroz fuerza retórica de antaño.
Al final, fue el mismo viejo discurso lleno de falsedades y retórica que aliena a los moderados lo que ha dejado a Trump profundamente impopular entre la mitad de Estados Unidos.
El otrora y posiblemente futuro presidente pintó una visión nostálgica e idealizada de su mandato y acusó a Biden de conducir a una zanja a un país que él mismo dejó profundamente dividido y económicamente mermado. Y advirtió que la debilidad percibida en el exterior había creado un gran peligro. “Nuestro planeta se tambalea al borde de la Tercera Guerra Mundial y ésta será una guerra como ninguna otra”, dijo Trump.
Mensajes políticos opuestos
En una noche dedicada a la unidad, la división de los actos de calentamiento de Trump socavó el mensaje, insinuando el trasfondo autoritario de línea dura del movimiento “Make America Great Again” que podría caracterizar el segundo mandato de un expresidente que se cree con derecho a un poder sin control. La estrella de la lucha libre Hulk Hogan dibujó a Trump a la luz de un dictador tercermundista en desarrollo que ejerce un poder sin rendir cuentas.
“Todos ustedes criminales, todos ustedes malvivientes, todos ustedes escoria… ¿qué van a hacer cuando Donald Trump y todos los maníacos Trumpers se ensañen con sus hermanos?”, rugió Hogan.
En unas elecciones que podrían ganarse vigorizando a la base republicana —con la ayuda del nuevo favorito de MAGA, J.D. Vance, como candidato a la vicepresidencia—, el duro discurso de Trump puede cumplir su función. Pero era difícil ver cómo complacería a los votantes indecisos y su tediosa duración, de 1 hora y 32 minutos, se alargó mucho más allá del horario de máxima audiencia. Y para los estadounidenses que se preguntan cómo pagar la sanidad, cómo permitirse una casa o enviar a sus hijos a la universidad, Trump no ofreció nuevos detalles de lo que realmente haría en un segundo mandato.
El discurso poco enérgico de Trump en el vasto escenario fue mucho menos convincente que muchos de sus mítines de campaña, y representó los momentos más indisciplinados y fuera de guión de toda la convención. Para ser justos, acaba de sobrevivir a un intento de asesinato. Pero a veces, en unas elecciones que cada vez se centran más en la vulnerabilidad de la edad de Biden, Trump parecía tener 78 años, y sus incoherentes comentarios podrían servir para envalentonar a los demócratas, que creen que un candidato más vigoroso de su lado podría frustrar las esperanzas del expresidente de convertirse en el segundo presidente derrotado de un solo mandato que vuelve al cargo.
Y combinado con los problemas de Biden, puede haber servido mejor para ilustrar una de las características definitorias de las elecciones: que los estadounidenses están profundamente poco impresionados con cualquiera de las dos opciones.
La campaña de Biden se adentra en una crisis cada vez más profunda
El discurso siguió a un día de extraordinarios acontecimientos en la alicaída campaña de reelección de Biden, que se ha hundido desde su titubeante actuación en el debate, que validó las preocupaciones de millones de votantes que dudan de que esté plenamente capacitado para un segundo mandato que terminaría cuando él tenga 86 años.
Para agravar sus problemas políticos, Biden se ha visto obligado esta semana a retirarse a su casa de la playa de Rehoboth Beach, Delaware, con un caso de covid-19, en un momento en que muchos altos cargos de la Casa Blanca y de la campaña han llegado a creer que el presidente debe abandonar su campaña para un segundo mandato.
“Las próximas 72 horas son importantes”, dijo este jueves a sus asesores un gobernador demócrata en estrecho contacto con funcionarios del partido. “Esto no puede durar mucho más”.
“La gente ve y siente que los muros se cierran”, dijo un alto cargo demócrata, informó también CNN.
Otro alto funcionario demócrata cercano a la Casa Blanca describió a Biden como “excepcionalmente aislado” desde el debate de CNN en Atlanta el 27 de junio.
El senador por Montana Jon Tester, que se enfrenta a la reelección más dura de todos los demócratas en activo, se convirtió en el último demócrata de alto rango en afirmar que Biden debería hacerse a un lado.
“He trabajado con el presidente Biden cuando ha hecho más fuerte a Montana, y nunca he tenido miedo de plantarle cara cuando se equivoca. Y aunque aprecio su compromiso con el servicio público y con nuestro país, creo que el presidente Biden no debería presentarse a la reelección para otro mandato”.
Biden ha defendido que sigue siendo la mejor esperanza demócrata para derrotar a Trump y, a tenor de su discurso de apertura de la convención del jueves, el expresidente parece derrotable.
Pero los acontecimientos sugieren cada vez más que la misión podría confiarse a otro demócrata aún por identificar.