(CNN) – El jefe de la diplomacia china, Wang Yi, ha tenido una semana ajetreada en la que dos conflictos devastadores han ocupado un lugar preponderante.
Wang comenzó reuniendo en Beijing a 14 facciones palestinas para mantener conversaciones de reconciliación, incluidas las enconadas rivales Hamas y Fatah, antes de reunirse este miércoles con su homólogo ucraniano, Dmytro Kuleba, la primera vez que China recibe a un alto cargo ucraniano desde la invasión rusa de hace casi dos años y medio.
La yuxtaposición diplomática —en la que las conversaciones estuvieron estrechamente vinculadas a las cruentas guerras de Gaza y Ucrania, respectivamente— se produjo en un momento en el que Beijing compite por presentarse como un peso pesado geopolítico en un mundo cada vez más dividido por ambos conflictos.
En una reunión con Kuleba, Wang afirmó que Beijing “apoya todos los esfuerzos que contribuyan a la paz”, lo que supone el último esfuerzo de China por posicionarse como un mediador de paz “neutral” en el conflicto, a pesar de que ha intensificado sus lazos con Rusia.
Y al término de las conversaciones entre las facciones palestinas un día antes, el ministro de Asuntos Exteriores saludó la firma de una declaración sobre “el fin de la división”. El acuerdo, visto con cierto escepticismo en Medio Oriente, donde este tipo de acuerdos se han venido abajo rápidamente en otras ocasiones, fue un “momento histórico en la causa de liberación palestina”, dijo Wang.
Para el gobierno chino, según los expertos, la semana de diplomacia de Wang ofreció la oportunidad de reforzar la óptica deseada: presentar al país como un actor productivo en conflictos intratables y un intermediario alternativo a Estados Unidos.
La ambición de China es ser “reconocida y aceptada como líder mundial —si no el líder—, y pretende conseguirlo recabando el apoyo del Sur Global, que es más numeroso en términos de población y de países que el Occidente democrático”, afirmó Steve Tsang, director del SOAS China Institute de la Universidad de Londres.
Pero también señala algunos de los límites dentro de los que opera Beijing, sugieren los expertos, ya que intenta construir una solución en Gaza sin tener una gran influencia en la región y pide la paz en Ucrania mientras mantiene estrechos lazos con Rusia.
La visita de Kuleba fue la primera vez en los casi 29 meses de guerra de Rusia contra Ucrania que un alto funcionario ucraniano visita China. En cambio, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, visitó el país en dos ocasiones y los funcionarios del Kremlin han realizado numerosos viajes durante el mismo periodo.
El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, y otros líderes europeos han expresado anteriormente su esperanza de que China pueda utilizar su estrecha relación con Rusia para impulsar la paz en términos aceptables para Kyiv, que exige inequívocamente la retirada de las tropas rusas y el regreso a sus fronteras reconocidas internacionalmente. Sin embargo, las autoridades chinas no han dado ninguna indicación pública de que vayan a hacerlo y, en su lugar, han abogado por que los esfuerzos de paz tengan en cuenta las preocupaciones de seguridad de “todos los países”.
La visita de Kuleba se produce en un momento en que Beijing está sometida a una presión cada vez mayor de Occidente por sus vínculos con Rusia y las acusaciones de que está ayudando a Moscú en su esfuerzo bélico suministrándole productos de doble uso. Beijing lo niega y afirma que Occidente está alimentando el conflicto al suministrar armas para la defensa de Ucrania.
La retórica occidental también se está endureciendo. Los líderes de la OTAN afirmaron a principios de mes que Beijing estaba facilitando “decisivamente” la guerra de Rusia mediante el apoyo a su base industrial de defensa, y Zelensky acusó el mes pasado a China de prolongar —mediante su “apoyo a Rusia”— la guerra que devasta su país.
Este podría ser un tema de conversación a finales de esta semana, cuando se espera que Wang hable con el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, en otro compromiso durante una reunión regional en Laos.
Aún no está preparado
Kuleba llegó este martes a la ciudad de Guangzhou, en el sur de China, y dijo que habría negociaciones “extensas, detalladas y sustantivas” centradas en “una cuestión: la paz en Ucrania”.
“Hablaremos, buscaremos puntos en común. Tenemos que evitar la competencia entre los planes de paz”, dijo en un video publicado en las redes sociales, en una aparente referencia a la gran distancia entre el “acuerdo político” propuesto por Beijing para la guerra y la propia fórmula de paz de Ucrania.
Las declaraciones oficiales de Beijing y Kyiv tras las conversaciones del miércoles entre Wang y Kuleba no indicaron que el diplomático ucraniano hubiera convencido a Beijing de la visión de paz de Kyiv.
En su lugar, Wang volvió a insistir en las declaraciones anteriores de Beijing y en su llamamiento a un “acuerdo político”. El año pasado, China hizo pública su opinión sobre dicho acuerdo, que respalda un alto el fuego sin estipular la retirada previa de las tropas rusas, una postura criticada por favorecer las ganancias territoriales ilegales de Moscú. Ninguna de las partes mencionó en sus declaraciones oficiales la prestación de apoyo material o económico a Rusia.
Wang sí pareció dejar una puerta abierta a que Ucrania recurriera a China como intermediario, al afirmar, según el Ministerio de Asuntos Exteriores de Beijing, que “aunque las condiciones y el calendario aún no están listos”, China estaba “dispuesta a seguir desempeñando un papel constructivo en el alto el fuego y la reanudación de las conversaciones de paz”.
Kuleba, por su parte, reiteró la postura del país de estar preparado para las conversaciones de paz “cuando Rusia esté dispuesta a negociar de buena fe”, según el Ministerio de Asuntos Exteriores ucraniano, pero subrayó que Kyiv no ve tal disposición por parte de Moscú.
Los observadores afirman que Beijing podría, en algún momento, desempeñar un papel en las posibles conversaciones futuras, pero es poco probable que cambie su relación con Rusia.
En general, se considera que Xi ve al vecino del norte de China como un socio fundamental para contrarrestar un orden mundial que considera injustamente dominado por Occidente, y no quiere que Rusia sufra una derrota perjudicial.
Según Chong Ja Ian, profesor asociado de la Universidad Nacional de Singapur, es posible que los dirigentes chinos hayan decidido reunirse ahora con Kuleba para demostrar que intentan “impulsar la paz” en medio de las críticas occidentales a los vínculos de Beijing con Rusia y debido a las inminentes elecciones en Estados Unidos.
Kyiv mira con recelo esas elecciones, en las que podría producirse un descenso del apoyo estadounidense a la defensa de Ucrania si gana el candidato republicano Donald Trump. El compañero de fórmula de Trump, JD Vance, ha abogado abiertamente por poner fin a la ayuda militar a Ucrania en favor de reforzar las defensas de Taiwán.
“Quizás Beijing esté leyendo esto y sienta que está en mejor posición para presionar a Kyiv hacia un compromiso que Moscú podría encontrar más aceptable”, dijo Chong.
El medio de comunicación estatal chino Global Times también destacó los comentarios de expertos que sugieren que Ucrania puede darse cuenta de que “los esfuerzos por aislar completamente” a Rusia a nivel internacional han fracasado, ya que actores como India y Brasil -ambos países clave del Sur Global, no han apoyado un comunicado tras una cumbre de paz respaldada por Ucrania en junio, que no incluyó a Rusia. Beijing ha afirmado que estas conferencias deberían incluir tanto a Kyiv como a Moscú.
Acuerdo de “reconciliación”
Los esfuerzos de Beijing por convertirse en una plataforma para la reconciliación palestina se producen en un momento en el que se ha presentado como líder de las voces del Sur Global que piden la creación de un Estado palestino y denuncian la guerra de Israel y su asombroso coste humanitario, al tiempo que critican el apoyo de Estados Unidos a Israel.
Wang declaró que las conversaciones de reconciliación celebradas el martes entre facciones palestinas concluyeron con un acuerdo “sobre la gobernanza posterior a la guerra de Gaza y el establecimiento de un gobierno provisional de reconciliación nacional”.
El anuncio se produce en un momento en el que la futura gobernanza de los territorios palestinos sigue estando en entredicho tras la reiterada promesa de Israel de erradicar a Hamas y la creciente presión en favor de la creación de un Estado palestino. Pero fue recibido con cierto escepticismo por los observadores de la región, dado el fracaso de anteriores intentos de unidad.
Un portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos puso en duda que el acuerdo pudiera “influir de algún modo en las conversaciones en curso para alcanzar un alto el fuego” en la guerra de Gaza, y añadió que iba en contra de la postura de Washington, según la cual el grupo militante Hamas no debería desempeñar ningún papel en el gobierno de “una Gaza y una Ribera Occidental unificadas” después de la guerra.
Dentro de la región, también existe la sensación de que parte de la diplomacia de Beijing en torno al conflicto puede estar “pasando por alto los entresijos” de los distintos puntos de vista, al tiempo que trata de obtener apoyo para su propia agenda internacional, según Jonathan Fulton, investigador principal no residente de los programas de Oriente Medio del Atlantic Council.
“Por supuesto que hay frustración con Occidente y, en particular, con Estados Unidos, pero al mismo tiempo nadie mira a China y dice: ‘bueno, este es el país que va a venir a resolverlo’, porque lo ven como un actor muy interesado con un nivel bastante superficial de conocimiento y experiencia regional”, afirmó.
– Maria Kostenko, Sugam Pokharel y Hassan Tayir de CNN han contribuido a este reportaje.