Nueva York (CNN) – Mientras que la inflación en Estados Unidos se ha ido enfriando desde que alcanzó un máximo de cuatro décadas, la temperatura exterior sigue subiendo.
Ha sido uno de los veranos más calurosos jamás registrados en gran parte del país y del planeta, que la semana pasada vivió el día más caluroso de la historia.
Pero los consumidores estadounidenses no sólo están sufriendo las consecuencias económicas del calor extremo de este verano en sus facturas de electricidad. Los compradores podrían tener que pagar pronto precios mucho más altos por las frutas y verduras, ya que los agricultores soportan costos de cultivo más elevados a causa del calor, lo que supone una inversión de la tendencia observada el año pasado, cuando el costo de la fruta y la verdura bajó un 1%, según los datos del Índice de Precios al Consumo de junio.
Tom Avinelis, propietario de granjas orgánicas que cultivan arándanos y cítricos en Fresno, California y el valle de Willamett, Oregon, afirma que las olas de calor de este mes, con temperaturas superiores a los 38 °C en ambas zonas, han provocado que se marchite más fruta de lo habitual, lo que se traduce en menos productos cosechables.
“Disminuye mucho nuestro potencial de ingresos”, dijo Avinelis, cuyos productos son gestionados por Homegrown Organic Farms, que vende en todo el país en tiendas como Whole Foods, Trader Joe’s, Costco y Safeway.
En lo que queda del verano boreal, no es probable que los precios de frutas de temporada como los arándanos suban mucho, ya que los contratos con distribuidores y minoristas suelen cerrarse con anticipación.
Avinelis, que lleva más de 40 años en el negocio de la agricultura, explica a CNN: “Pero a medida que aumenten los episodios de calor, la producción se verá afectada y cambiará la dinámica de la oferta y la demanda”. Por eso, en los próximos años, los precios que paguen los consumidores serán más altos, para que reflejen mejor los gastos en que incurren agricultores como él para adaptarse a un calor más extremo, como la instalación de sistemas de riego mejorados.
Sin embargo, a pesar de estas mejoras, sigue estando en desventaja frente a los agricultores que siguen procesos no orgánicos que pueden utilizar el equivalente vegetal del protector solar en los cítricos para protegerlos del calor.
Medir el efecto del calor en la producción
Incluso el maíz, uno de los cultivos más producidos en EE.UU. y que se cultiva en la mayoría de los estados, está sufriendo grandes pérdidas por el calor.
Un estudio de 2021 publicado por el Atlantic Council descubrió que los productores de maíz en EE.UU. están perdiendo “US$ 720 millones en ingresos anuales debido al efecto del calor en el rendimiento de los cultivos, que aumentará a una previsión de US$ 1.700 millones anuales para 2030”.
“Las consecuencias de esto podrían incluir el cierre de granjas y el aumento de los precios de los alimentos y piensos para el ganado”, señala el estudio.
Investigadores de la Universidad de Waterloo, en Ontario, Canadá, y de la Universidad Mohamed bin Zayed de Inteligencia Artificial, en Abu Dhabi, calcularon que unas temperaturas tres grados por encima de las medias históricas tienen muchas posibilidades de reducir el rendimiento de las fresas hasta en un 40%. Su análisis, publicado recientemente, se basó en datos disponibles públicamente sobre los rendimientos de fresas en Santa María, California, de 2011 a 2019 y los promedios mensuales de temperatura allí desde 1991 hasta 2021.
Uno de los investigadores, Kumaraswamy Ponnambalam, que enseña ingeniería de diseño de sistemas en la Universidad de Waterloo, explicó a CNN que el proyecto se puso en marcha porque una cadena de supermercados de Canadá se puso en contacto con su equipo en busca de un software que les ayudara a predecir mejor los precios que pagarán por los productos que venden a los clientes.
Ponnambalam explicó que su equipo decidió centrarse en las fresas porque el supermercado le dijo que era el tipo de producto más difícil de prever, sobre todo para un importador.
Mientras Ponnambalam y su equipo ayudaban a diseñar el software para ellos, sospecharon que existía una correlación entre la temperatura y el rendimiento de los cultivos, lo que motivó su análisis separado y más profundo.
Ponnambalam y sus coautores afirman que sus conclusiones pueden servir para “orientar a agricultores y responsables políticos en la aplicación de estrategias eficaces de adaptación al cambio climático en la producción de fresas y, potencialmente, en otros cultivos agrícolas de alto valor”.
Hacia el interior
Henry Gordon-Smith, CEO y fundador de Agritecture, una empresa de consultoría y asesoramiento agrícola especializada en la planificación del cambio climático, dijo que muchos productores con los que trabaja han mantenido la misma producción que en años anteriores, pero “a un costo significativamente mayor”.
“El mayor uso de agua, la mano de obra adicional para vigilar y gestionar el estrés térmico y las inversiones en medidas de protección como las telas de sombra contribuyen a aumentar los costos de producción”, dijo a CNN. “A pesar de estos esfuerzos, en algunos casos, la producción sigue siendo menor, y la calidad de los productos puede verse comprometida”.
En última instancia, los efectos del cambio climático han hecho que un número cada vez mayor de agricultores trasladen sus operaciones totalmente al interior, dijo Gordon-Smith, quien recientemente impartió un curso titulado “Agricultura inteligente para un clima cambiante” en la Universidad de Columbia.
Disponer de un entorno en el que los agricultores puedan controlar factores ambientales como la temperatura y la humedad, entre otros, ayuda a “mitigar los efectos adversos de las olas de calor”, afirmó. Sin embargo, los elevados costes que conlleva este cambio también podrían contribuir a elevar los precios que pagan los consumidores por los productos.
La estrategia de Gordon-Smith para ayudar a los agricultores a sobrevivir a las olas de calor consiste en utilizar sensores y herramientas de inteligencia artificial para hacer un seguimiento de las condiciones meteorológicas y elaborar predicciones que orienten sus decisiones.
“Los retos que plantea el calor extremo subrayan la necesidad urgente de estrategias adaptativas en la agricultura”, afirma.